JOSÉ Mª ROJAS CABAÑEROS. Insisto en mi recomendación: vean la serie “HIT” con el debate posterior «Quien Educa a Quien» y luego reflexionen internamente. El futuro de la enseñanza no es la  acumulación de datos, sino el aprendizaje de cómo tomar decisiones correctas. No se trata de que los alumnos piensen igual que su profesor (eso sería manipulación), sino que adquieran las herramientas lógicas para pensar libremente. Las soluciones pasarían por un “Pacto por la Educación”, basado en aspectos técnicos y no ideológicos, con las siguientes premisas:


Jose Mª Rojas

  1. El Estado Central debe recuperar las competencias educativas transferidas a las Comunidades Autónomas para asegurar los principios de libertad de derechos civiles (en especial libertad negativa) y de igualdad (que no igualitarismo). 2. La pedagogía debe abandonar el principio de “comprensividad”, así como las ideas erróneas de la “la tabla rasa”, “el buen salvaje” y “el dogma del fantasma en la máquina”, siendo sustituidos por los más modernos abordajes científicos de la neurociencia, la psicología evolutiva, la gramática generativa y la genética conductal, cuyos resultados demuestran que las diferencias en comportamiento son responsabilidad de los genes en un 40-50%, del medio compartido en un 0-10% y del medio exclusivo en un 50% (“La Tabla Rasa”, Steven Pinker).

  2. Es fundamental reducir los ratios número de alumnos/profesor, con objeto de conseguir una enseñanza más personalizada, así como favorecer el acceso a las nuevas tecnologías digitales. Para ello es preciso cambiar la valoración de gasto por inversión en todos los presupuestos educativos y reducir la burocracia de los centros escolares. 4. La democracia se basa en transparencia y meritocracia, lo cual impone modificar la gobernanza de colegios, institutos y universidades, cambiando la elección de directivos por sufragio interno (con votos de alumnos, padres y personal no docente) a estándares
    internacionales.

  3. Los profesionales de la enseñanza deben ser valorados social y económicamente, con salarios dignos en función de su gran responsabilidad, pero con la exigencia de actualización continua y evaluaciones periódicas del rendimiento pedagógico (no por el número de aprobados que constituye una corrupción en términos). 6. La sociedad, y por lo tanto los padres, deben asumir que la felicidad no está en un título universitario (ni es un “deshonor” carecer de ello), pues la realización personal radica en otras cosas. Se debe insistir que la función de las instituciones educativas es la enseñanza, no la formación de base (algo que es responsabilidad del ámbito familiar), ni la ingeniería social, siendo preciso erradicar la drogadicción y el acoso/violencia entre el alumnado. 7. Finalmente, los principios de igualdad de oportunidades suponen la aplicación de un sistema de becas basadas en el mérito académico, no sólo en el IRPF familiar, lo cual no es incompatible con la posibilidad de un “cheque escolar”, debidamente controlado.

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