Adelgazar: curioso experimento en la Universidad de Columbia (EE.UU)

DR. MICHAEL GREGER M.D. FACLM. *La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Lydia Oliva. Cualquiera puede perder peso comiendo menores cantidades. Cualquiera puede morirse de hambre hasta adelgazar. Pero este tipo de dietas no son muy sostenibles ya que el hambre nos incita a comer. No nos sentimos saciados con dietas bajas en calorías. Podemos controlar el hambre un poco, pero nuestros instintos acabarán ganando finalmente. Por ejemplo, conscientemente, puedes aguantar la respiración. Prueba ahora. ¿Cuánto aguantas hasta que los mecanismos de tu cuerpo se activan y te impiden dejar de respirar? A tu cuerpo le interesa mantenerse vivo y es bastante inteligente como para dejar que te ahogues o que mueras de hambre por algo así. Pero si es tan inteligente, ¿cómo es que nos deja llegar a padecer obesidad? ¿Por qué no se da cuenta de que pesamos demasiado y nos deja un margen para adelgazar? ¿Puede que nuestro cuerpo sea consciente en realidad y esté intentando ayudar activamente, pero nosotros minemos sus esfuerzos? ¿Cómo podemos probar esta teoría en caso de que sea así?


Dr. Michael Greger

Hay muchas variables a la hora de escoger lo que comemos y cuánto. Hay factores psicológicos, sociales, culturales y estéticos. Para eliminar esos factores y quedarse solo con los fisiológicos, los investigadores de la Universidad de Columbia diseñaron unos experimentos que usaban un dispensador de comida. El término “comida” es un poco impreciso en este contexto. La máquina constaba de un tubo enganchado a un surtidor que proporcionaba cada vez que apretabas el botón una bocanada de un preparado líquido. Las instrucciones para los participantes eran comer cuanto y cuando quisieran. De esta manera, comer se reducía al instinto rudimentario del hambre. Sin las trampas habituales de eventos sociales, horarios de comidas y placeres del paladar ¿cuánto comeríamos en realidad?


Adelgazar con métodos psicológicos

Esto es lo que pasó al poner a personas de peso normal en este contexto. Día tras día, semana tras semana, con tan solo su sensación de hambre para guiarlos, comieron exactamente lo que necesitaban para mantener su peso. Necesitaban alrededor de 3000 calorías diarias y eso es exactamente lo que, sin saberlo, comieron cada día. Su cuerpo parecía saber de manera intuitiva cuántas veces tenía que apretar el botón. Personas con obesidad en ese mismo contexto nos sorprendieron incluso más. Solo guiados por el hambre, con el disfrute por comer extirpado, comían exageradamente menos, solo 275 calorías al día en total. Podían comer sin límites, pero simplemente no tenían hambre. Es como si su cuerpo supiera la cantidad de sobrepeso que tenían y naturalmente disminuyó la sensación de hambre a casi nada. Un participante empezó con 180 kg y perdió peso de manera estable. Después de 252 días tomando el preparado perdió 90 kg.

Este descubrimiento nos permite interpretar que la causa de la obesidad no es ningún trastorno metabólico que incita a comer de más. De hecho, este estudio sugiere justo lo contrario. El significado que le damos a la comida más allá del de un simple combustible, ya sea como fuente de placer, para matar el aburrimiento o aliviar el estrés, provoca que comamos de más. Así sabemos que la obesidad es más psicológica que física. Otros experimentos con esta máquina dispensadora dieron la vuelta a esta teoría. Si usaban participantes delgados y de manera oculta aumentaban la concentración de la fórmula el doble, inconscientemente disminuían el consumo a la mitad para continuar manteniendo su peso perfecto. Su cuerpo podía detectar el cambio en la carga de calorías y mandaba señales al cerebro para compensar pulsando el botón la mitad de veces. ¡Increíble! Probaron lo mismo con personas obesas y nada cambió. Continuaban comiendo menos, pero la misma cantidad que antes. Su cuerpo no detectaba ni reaccionaba al cambio en la carga de calorías, lo que sugiere una inhabilidad fisiológica para regular la ingesta.

¿Puede que el cerebro de alguien con obesidad sea incapaz de detectar las señales de saciedad? No sabemos si esto es una causa o un efecto. Puede que sea el porqué de su obesidad o que el cuerpo sepa el sobrepeso que tiene y corte el hambre pero sin tener en cuenta las calorías. De hecho, los participantes siguieron perdiendo peso de manera estable alimentándose del preparado independientemente del cambio en la concentración de calorías. Sería interesante saber si ganaron la habilidad de responder al cambio en las calorías una vez que alcanzaron su peso ideal. No obstante, ¿qué podemos aplicar de estos estudios para facilitar la pérdida de peso en el mundo real? Continuar leyendo.

 

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