«Llevo tiempo sintiendo desgañitarse mi voz interior. Un alarido del alma. Y es mi alter ego, ese otro yo que me habla desde hace meses. Un día, sin esperarlo, volvió a casa conmigo. Había salido con unos amigos a las fiestas del pueblo. Nos divertimos mucho, bebimos, fumamos…y casi al alba volví a casa. Pero no estaba sólo, apareció allí de repente y me susurró en lo más profundo de mi mente que había venido para quedarse hasta el final, pasase lo que pasase estábamos unidos el uno al otro». El blog Gabinete Criminología Judicial desvela algunas de las confesiones realizadas por «el descuartizador de Majadahonda», durante sus sesiones de terapia. Un testimonio recogido por el criminólogo autor del blog en el que se arroja luz sobre la personalidad del acusado que desvela la presencia de un «alter ego» que habría impulsado al majariego a cometer los terribles crímenes por los que se le juzga. «Al principio me molestaba pero luego empezó a explicarme cosas. La abstinencia ante las adversidades de la vida, el entorno que me rodea, las confabulaciones… Eso era lo que más me preocupaba. Empecé a atar cabos y descubrí una verdad que no había sabido ver ante mis ojos: me odiaban. Mis propios amigos me odiaban y hablaban mal de mí, estaba claro que pergeñaban un complot contra mí«, prosigue su testimonio.


«Me sorprendí a mi mismo revisando los teléfonos de mi casa y los muebles. Seguramente me habían pinchado la línea para poder conocer todos mis secretos y hacerme el máximo daño posible. Un día, viendo las noticias salió el Papa. Allí estaba a mi lado, impertérrito mi alter ego y me reveló una noticia asombrosa: el Papa era miembro de una sociedad secreta desde hacía años y adoraban a unos seres de luz venidos de otra galaxia. Me dijo que yo también pertenecía a tan selecto club secreto de culto y que esta información me había sido ocultada durante años», revela Bruno Hernández durante su terapia. «Llevo tiempo pensando en ese familiar que me observa. Creo que lo sabe. Tengo que hacer algo. No sólo eso, la situación es peor de lo que pensaba. Hay una inquilina en mi casa y creo que en realidad es una infiltrada, sabe quién soy. Tengo miedo, necesito idear algo para protegerme. Mi alter ego ha empezado a cobrar más fuerza. Dice que los seres de luz le nutren para ayudarme. Ahora le oigo alto y claro, ya no me susurra. Me dicen que estoy delirando…qué sabrán ellos! Delirar es hablar con alguien que no existe y yo hablo con mi alter ego y otras veces conmigo mismo por tanto como yo existo no es un delirio. No entienden nada», concluye.

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Majadahonda Magazin