«Hacia los últimos capítulos el declive humano toma posesión y lo hace primero con el desenlace de la vida de María Teresa, quien sufre por años Alzheimer, lo que impide poder terminar de escribir su Memoria de la melancolía y perder los cada vez más escasos recuerdos del exilio. La residencia Ballesol Majadahonda, donde fue cuidada en su enfermedad, y la morada final, donde fueron grabadas las palabras de su esposo «Esta mañana, amor, tenemos veinte años», tienen en este ensayo también sus evocaciones«. Once años después, Alberti fallecía de un paro respiratorio, a los 97 años de edad. Imposible no retomar ante el desenlace los versos de Marinero en tierra: Si mi voz muriera en tierra, / llevadla al nivel del mar / y dejadla en la ribera. Por voluntad propia su último refugio fue el mar de la rada de Cádiz. Sus cenizas, esparcidas desde un barco fueron vertidas en ese piélago portuense al que tanto cantó para «al menos tornar a los orígenes marinos y renacer en la vegetación subacuática, entre las sirenas y los tritones de la mitología de la bahía». Madeleine Sautié reseña en el diario oficial cubano Granma “Los espacios habitados de Rafael Alberti”, del escritor catalán Joan Carles Fogo Vila, que “se recuerda al autor de Marinero en tierra, en el aniversario 115 de su nacimiento”. Pero el libro de 499 páginas, “extensión infrecuente en una propuesta de la Colección Sur, es mucho más que esa circunvalación en la que podría pensarse cuando se está frente a su portada”.


«Junto al bardo del Puerto de Santa María, en Cádiz, María Teresa y Aitana, tendremos la voz referencial de León Felipe, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Juan Chabás, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Jorge Guillén y Pedro Salinas, por solo citar algunos de sus amigos y compañeros de la generación del 27 a la que perteneció y de la que fuera el más longevo de sus integrantes. Algunos solo serán citados en la trama, otros aportarán un «color» que agradece el lector en tanto permite ver al hombre en humanas conexiones con otros grandes de las letras españolas. Fotografías y la historia que cuenta cómo llegó la pareja a la cueva del Corb Marí, en la isla de Ibiza, donde se refugiaron por semanas tras la noticia del alzamiento militar con que se inició la Guerra Civil española; el valeroso rescate de las obras más importantes del Museo del Prado, en el que ambos participaron, cuando fue dañado por los bombardeos fascistas, las diversas casas ocupadas en Argentina, sitio donde fijaron su exilio por 23 años y donde naciera su hija, cuentan entre los intervalos que perfilan estas páginas», relata Madeleine Sautié.

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