INFORAYO.COM. (EDITORIAL) El Rayo Majadahonda ha cumplido dos meses ya en Segunda División. Dos meses que han estado llenos de sentimientos muy dispares, unos días hemos saltado, hemos reído y nos hemos abrazado con el de al lado; otros días, en cambio, han sido de lágrimas y de cabezas gachas. Pero ninguno de los partidos disputados ha sido en nuestra casa. En la nuestra, en el Cerro. Este sábado, además, hace dos meses que nos estrenamos como locales. Fue, como sabéis, en el partido contra el Mallorca que perdimos por la mínima, y en el que pudimos haber conseguido más. Ese día, y los dos partidos como locales que han venido después contra el Lugo (1-0) y el Extremadura UD (1-4), los dos mil abonados al Rayo Majadahonda, y sus acompañantes (excepto en el partido contra el Extremadura que, como no hubo invitaciones, nadie quiso pagar los 25 euros de la entrada general para venir), hemos tenido que hacer los 66 kilómetros, ida y vuelta, que separan Majadahonda del estadio Wanda Metropolitano, en el que estamos jugando hasta enero.


Las obras en el Cerro no son urgentes, según el presidente

Hasta enero. La versión oficial del Club es que las obras irían a comenzar en el momento preciso para que se realizaran en el tiempo suficiente para volver a jugar en el Cerro después de Navidad. El breve periodo, todo ello según dijo la dirección del club este verano, en el que estuviéramos en el Wanda sería solo provisional, porque las obras iban a comenzar urgentemente para volver a casa lo antes posible, máxime porque, como se supo más tarde, cada partido jugado como local-visitante (local en teoría, visitante de facto) en el Metropolitano supondría un desembolso de una cantidad variable que rondaría los 25.000 euros, un pago que en cualquier caso afrontaría el Club.

Ahora bien, es un estadio de Champions que, pese a pagar esos 25.000 euros por partido, no nos pone las cosas del todo fácil. Lo del partido contra el Extremadura del domingo pasado fue un espectáculo dantesco; y no lo digo por la derrota, sino por la situación de los minutos previos e, incluso, iniciales del encuentro de largas colas de gente esperando para recoger su entrada, a un ritmo exasperantemente lento. Hasta el minuto 30 de partido, que es una barbaridad, había gente en la cola esperando para comprar su entrada, y no precisamente poca. El ritmo al que avanzaba la cola se debía a que el Atleti solo había puesto a disposición de nosotros 3 de las 10 taquillas para comprar entradas, a sabiendas de la inmensa afluencia de gente que tendrían antes del partido, sobre todo de aficionados venidos de Almendralejo.

El estadio, sinceramente, está en el quinto pino. No es sencillo para muchos aficionados desplazarnos para ir a ver los partidos a un estadio que está casi en Coslada, en el otro lado de Madrid, especialmente cuando los encuentros son un lunes a las 8 de la tarde. No es justo. La situación en la que ahora está el Rayo no debería ser del agrado de nadie, tampoco de la directiva. El alto coste del alquiler del estadio, la lejanía del mismo, los horarios que nos supone el jugar en ese estadio, y el hecho de que sea el Atleti el que decida, como está en su casa, cuándo y cómo se venden las entradas. Por eso, como aficionado del Rayo, me disgusta ver cómo, ante las dudas de la afición rayista, la dirección del Club no nos da respuestas concretas. Hace unos días, el secretario general del Club, Casto Gallardo, mantenía que para enero íbamos a jugar en el Cerro, pero ayer mismo el concejal de Urbanismo, Ricardo Riquelme, afirmó que “no tenía constancia de ninguna licencia de obra del Rayo para reformar el Cerro del Espino”.

Hay algo, creo yo, que se nos escapa a los aficionados. Si hay algún retraso en la licitación de las obras, que lo puede haber, que se diga. Los rayistas queremos que los dirigentes de nuestro club nos sean francos respecto a los temas que nos afectan, porque el jugar en el Metropolitano no está mal, pero queremos volver a nuestra casa, aquí en Majadahonda. Solo le pido al presidente Enrique Vedia y al resto de la directiva rayista que siga hacia adelante, que hagan las gestiones pertinentes lo más eficazmente posible, pero que nunca se desvinculen del mayor activo que el club tiene después de sus jugadores: la afición. Que estén en permanente contacto con ellos, escuchándoles y resolviendo sus dudas, que hagan justicia a la humildad que siempre se le ha atribuido al Rayo Majadahonda. Es hora de volver a casa. Volvamos al Cerro. Lea el editorial completo en Inforayo.com

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