
«Pocos lugares del mundo más concurridos y de acceso más complicado a base de hileras e hileras, confundidos los que en ellas se apelotonan en medio de esa burocracia italiana tan familiar a los ojos y oídos de los primos hispanos. Primos hermanos en el parentesco, tal vez –también– en la picaresca si no para burlarla sí para hacerse cómplice de ella»
VICENTE ARAGUAS. (18 de abril de 2025). Acaso El Coliseo. Pocos lugares del mundo más concurridos y de acceso más complicado a base de hileras e hileras, confundidos los que en ellas se apelotonan en medio de esa burocracia italiana tan familiar a los ojos y oídos de los primos hispanos. Primos hermanos en el parentesco, tal vez –también– en la picaresca si no para burlarla sí para hacerse cómplice de ella; aquí una gentileza, tal vez un guiño de ojos, a lo mejor una propina tan disimulada como el sol en esta mañana de primavera que se camufla bajo el cielo romano. Sospecho que el personal, contaminado por la atmósfera de los “péplum”, siempre vueltos a poner al día, espera más, mucho más del Anfiteatro Flavio: Vespasiano, Tito y Domiciano, el padre y los dos hijos sus artífices. Luego, después, vendría el nombre de Coliseo, por la estatua aquella de Nerón, pudiera. En todo caso el nombre que ha venido arrastrando hasta hoy es cosa medieval, definitivamente. Cuando el Coliseo seguía desdentándose en este proceso continuado que le da aspecto de quena, ese chiflo andino o, tal vez, de piano colosal. Sí. El personal espera, por ejemplo, esas batallas navales, esas “naumaquias”, para las que los avispados guías, los italianos, los mejores del mundo, han dado en prepararlo. El personal, de suyo, asombradizo y dispuesto al espectáculo, quisiera ver cristianos corriendo por la arena, perseguidos de las fieras, y Ursus, el forzudo de “Quo vadis”, volteando la cabeza de un toro de lidia por los cuernos. El toro por los cuernos, sí. Y más abajo, entreteniendo la espera jugando a los dados, los gladiadores aguardan que los ascensores alzados con poleas los lleven al cielo de las más bellas. Los gladiadores hábiles que portarán los gladiolos que han de servirles de recompensa. Los torpes, abajo el pulgar imperial, harán compañía a los cristianos del sacrificio.

«Roma dio a los colonizados la oportunidad de convertirse en ciudadanos romanos, lo que sin ser un momio, tenía sus ventajas»
PERO TODO ESTO QUE HOLLYWOOD RECREARA y Ulpiano Checa, de Colmenar de Oreja, llevó al lienzo, no era sino ese alarde imaginativo que el Coliseo pide. Porque es muy triste el papel del turista pobre de imaginación. A este se lo llevará el polvo de la frustración. Mejor que se quede en casa, si ratón de biblioteca, explorando los libros que mejor documenten cuanto la Roma histórica en verdad fuera o haya sido. Que en la avenida de los Fueros Imperiales, mano derecha según venimos de la Plaza Venecia y vamos al Coliseo, encontraremos unos estupendos relieves (de la época fascista, por cierto) para explicarnos que cosa fue el Imperio aquel. A partir de un círculo a modo de moneda grande que evoca el Lacio, cuna y origen de aquella inmensidad que cubriendo lo que hoy es el origen de Europa, Norte de África, Asia Menor –y échale hilo a la cometa–, alcanzó una gloria tan monumental como tocada por el don de lo efímero que suele maquillar los imperios. No estaría de más que tomasen cumplida nota los que hoy nos abruman.

Roma: «A partir de un círculo a modo de moneda grande que evoca el Lacio, cuna y origen de aquella inmensidad que cubriendo lo que hoy es el origen de Europa, Norte de África, Asia Menor –y échale hilo a la cometa–, alcanzó una gloria tan monumental como tocada por el don de lo efímero que suele maquillar los imperios»

«El Coliseo, poblado de visitantes y visitados, al menos en inmateria o forma de fantasmas. Solo echo de menos aquellos personajes de Fellini, que vestidos de romanos de pacotilla poblaban el exterior, dispuestos a posar con los turistas»
Y ES QUE ROMA (EL REINO UNIDO LO INTENTÓ SIN DEMASIADO ÉXITO CON LA COMMONWEALTH) dio a los colonizados la oportunidad de convertirse en ciudadanos romanos, lo que sin ser un momio, tenía sus ventajas. El Coliseo, poblado de visitantes y visitados, al menos en inmateria o forma de fantasmas. Solo echo de menos aquellos personajes de Fellini, que vestidos de romanos de pacotilla poblaban el exterior, dispuestos a posar con los turistas. Un jovenzuelo hispano se llevó unas collejas de uno de ellos por negarse a darle la moneda correspondiente, luego de utilizarlo para su instantánea. Y es que los proletarios heridos en su honor son lo mismo en todos los países del mundo. Los italianos, tal vez, más a lo Vittorio Gassman en “La escapada”, aquel film memorable de Dino Risi, con Roma apretando el “ferragosto” sobre el dúo Gasman-Trintignant. El 5 de agosto, Vírgen de las Nieves, tan lejos en el tiempo.