
La ciudad de Mérida, Patrimonio de la Humanidad desde 1993, es un auténtico cofre de tesoros que guarda con orgullo su herencia romana. Caminar por sus calles es adentrarse en siglos de historia. El Teatro Romano, epicentro del festival, es un prodigio arquitectónico donde el tiempo parece haberse detenido. Cada piedra de este majestuoso recinto vibra con ecos del pasado, convirtiendo cada representación en una experiencia multisensorial e irrepetible
MIGUEL SANCHIZ. (10 de julio de 2025). Viajar a Mérida siempre es un acierto, pero hacerlo con motivo del Festival Internacional de Teatro Clásico es, sin duda, una experiencia enriquecedora que combina historia, arte, hospitalidad y belleza. En 2025, esta emblemática ciudad extremeña celebra la 71ª edición de su Festival, un evento que no solo mantiene viva la tradición teatral grecolatina, sino que la renueva con cada temporada, consolidándose como uno de los encuentros culturales más prestigiosos de Europa. La ciudad de Mérida, Patrimonio de la Humanidad desde 1993, es un auténtico cofre de tesoros que guarda con orgullo su herencia romana. Caminar por sus calles es adentrarse en siglos de historia. El Teatro Romano, epicentro del festival, es un prodigio arquitectónico donde el tiempo parece haberse detenido. Cada piedra de este majestuoso recinto vibra con ecos del pasado, convirtiendo cada representación en una experiencia multisensorial e irrepetible. No se trata solo de asistir a una obra de teatro, sino de sumergirse en una ceremonia estética, intelectual y emocional única. Este año, el cartel brilló con especial intensidad gracias a una de las grandes joyas de la literatura del Siglo de Oro: Numancia, de Miguel de Cervantes.

Miguel Sanchiz y Charo Rodríguez Naveda (Majadahonda) en la 71ª edición el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida (2025)
EN UNA VERSIÓN RENOVADA Y PROFUNDAMENTE CONMOVEDORA dirigida por el maestro José Luis Alonso de Santos, la tragedia de los numantinos cobró nueva vida con una fuerza poética y dramática absolutamente arrebatadora. El texto cervantino, ya de por sí poderoso, fue elevado aún más por un elenco artístico de primerísima categoría, que supo encarnar el heroísmo, la dignidad y el dolor de un pueblo que elige la muerte antes que la esclavitud. La dirección de Alonso de Santos demostró una sensibilidad extraordinaria, sabiendo conjugar la fidelidad al espíritu clásico con una puesta en escena contemporánea, ágil, visualmente impactante y emocionalmente desgarradora. La música, la iluminación, el vestuario y la escenografía se integraron de manera orgánica en una propuesta artística coherente y vibrante. Cada elemento estaba al servicio del texto y de los actores, sin distracciones ni excesos. Un ejemplo de cómo el teatro clásico puede —y debe— seguir dialogando con el presente. Asistir a este evento no solo supone un deleite escénico, sino también una verdadera celebración del intelecto. Con sus 71 ediciones, el Festival de Mérida ha demostrado ser un bastión del pensamiento, la cultura y la memoria, un espacio donde el pasado y el presente se encuentran en un abrazo de sabiduría y belleza. Esta longevidad no se debe únicamente al talento de sus organizadores, sino también al entusiasmo del público, al apoyo de las instituciones y, sobre todo, a la hospitalidad de los emeritenses, que acogen a los visitantes con una generosidad y calidez difícilmente igualables.

El Parador de Mérida y el Museo Nacional de Arte Romano, dos joyas que visitar en la capital extremeña
NO SE PUEDE HABLAR DE ESTE VIAJE SIN MENCIONAR EL PARADOR DE MÉRIDA, joya de la hospitalidad extremeña. Situado en un antiguo convento barroco, su belleza arquitectónica se combina con un servicio impecable. El personal, atento y eficaz, hace que la estancia sea aún más grata. En sus espacios se respira tranquilidad, elegancia y un profundo respeto por el entorno y por la historia. Es un lugar ideal para descansar y para seguir saboreando, incluso después del telón final, la esencia de Mérida. Y como toda experiencia redonda se compone también de los trayectos que la hacen posible, cabe destacar —como una agradabilísima sorpresa— el servicio de atención al pasajero de ADIF ACERCA . Lejos de lo que podría imaginarse en tiempos de prisas y despersonalización, este servicio se mostró eficaz, humano y cercano, contribuyendo a que el viaje comenzara y terminara con una nota alta de comodidad y tranquilidad. Es justo, por tanto, aplicar el sabio refrán y decir: “Al César lo que es del César”. Cuando algo está bien hecho, hay que reconocerlo.
ESTE VIAJE A MÉRIDA NO FUE SOLO UNA ESCAPADA CULTURAL, sino una inmersión en los valores que definen lo mejor del ser humano: el arte, la resistencia, la belleza, la hospitalidad y el respeto por el legado común. “Numancia”, como símbolo de lucha, resonó en los muros de piedra con una actualidad que estremecía. Y el Festival, como cada año, volvió a demostrar que el teatro no es un entretenimiento pasajero, sino una herramienta de reflexión, de emoción y de transformación. En definitiva, un viaje para disfrutar y aprender, donde cada rincón de Mérida, cada verso pronunciado en escena, cada sonrisa del personal del Parador, y cada gesto amable de un funcionario de ADIF ACERCA, contribuyeron a una experiencia plena, inolvidable, y profundamente humana. Mérida no solo se visita: se vive, se escucha y se lleva en el alma.
Un proyecto cultural para la concejala de cultura ausente sería construir en Majadahonda un teatro romano como el de Merida, así quizas volvería la grandeza imperial y los concejales podrían emular a insignes tribunos con sus bustos
Gracias Miguel por hablar en esos términos de Mérida y de su festival de teatro, los que lo hemos disfrutado no podemos estar más de acuerdo contigo.
El «Gran Miguel «, nuestro referente periodístico de cabecera, en su visita a Mérida y a su famoso Teatro Clásico, nos deleita con un extenso, preciso y precioso artículo ensalzañdo, los sin duda merecidísimos méritos de la ciudad, el teatro, amén del Parador, la gastronomía, comunicación etc. que no lo supera, estoy seguro, ni el mejor de los artículos del National Geographic. Tenemos una deuda con esta ciudad, su teatro, gastronomía y sus gentes.
Gracias Miguel, tan cercano siempre con el compromiso de difundir, valor agregado al de buena persona 😁💯
Hermosa experiencia, me alegro que hayas disfrutado y que lo compartas con ese don de escribir que tienes. Me dan ganas de sacar billete para Mérida ahora mismo.
Un abrazo
Ana
Buenos días nos dé Dios, nosotros hemos estado hace muy poco en Mérida, contratamos una guía y nos llevó en un viaje a través del tiempo bellísimo y maravilloso. Mérida nunca decepciona. Gracias Miguel
Gracias Miguel por acercarme de nuevo a la joya histórica que es Mérida, Emérita Augusta, al teatro de Agripa. La Numancia cervantina, siempre vigente aunque en distintos términos, siempre hay que arriesgar para no caer en esclavitudes diversas, que en este siglo XXI pueden ser muchas.