“En la provincia de Burgos el juicio y muerte de Judas constituye una verdadera representación teatral. A veces la representación se ha hecho tan a lo vivo que ha resultado trágica y se ha suprimido. En 1944 decía Don José de la Fuente, refiriéndose a Guadilla de Villamar: «También había antes la costumbre de disfrazarse un mozo de Judas y perseguirle todos los demás, habiendo llegado la farsa en el pueblo vecino de Villanueva de Odra, no hace muchos años, a costarle la vida al mozo que hacía de Judas, a quien soltaron una perdigonada. Desde entonces no lo hacen”. Así relata el estudioso Jaime L. Valdivielso Arce lo ocurrido con esta tradición que aún se mantiene en Majadahonda y se representa este domingo bajo diferente forma.
Bárbara Aitken hace referencia a la quema de Judas en Quintanar de la Sierra, quema a la que, a fines de siglo, por lo menos, precedía una representación de la Pasión. «Caída ya en desuso en nuestra capital -dice Ismael García Rámila que, en lo antiguo la solemnizara con estrepitoso y plebeyo regodeo, pero aún en práctica en tierra de Belorado, Lerma y Villadiego, coincidiendo con los días de la Resurrección. El asunto de esta regocijante pantomima es el prendimiento y afrentosa sentencia del apóstol traidor, interviniendo en ella, como más destacados personajes los siguientes: los «Cadenas» o defensores de Judas; los «Miñones», encargados del prendimiento; los «Turcos», tropas de caballería y, finalmente, el Tribunal que ha de juzgar al afrentado reo, el cual tribunal dicta su oprobiosa sentencia en una larga e hilarante serie de poéticos parlamentos, de mucho más valor, a la vez socarrón y devoto que sustancia poética.
Por lo que a Burgos hace referencia, la última vez que la fiesta tuvo exteriorización jocunda y callejera (20 al 22 de abril de 1878) la infamante sentencia tuvo su cumplimiento dentro del recinto del clásico «Corralón de Tahonas», en pleno San Esteban (Barrio de San Esteban) en el cual lugar, fue achicharrado «vivo» en infamante pira, un ridículo y abultado botarga, bien relleno de borra, «salpimentada», con seis libras de pólvora; holgando, pues, decir que ardió en un «santiamén», coreado el incendio por la algazara y silba de la chusma que, para olvidar penas, empalmó tan «ejemplar» suplicio con un animado y bien regado baile, prolongado hasta el anochecer, dando aquí el finiquito a la plebeya y estrepitosa fiesta de la «función del Judas burgalés”.
“En la provincia de Burgos podemos enumerar varios pueblos en los que nos consta que existió esta costumbre, pero no hemos de deducir que sólo existió en ellos pues en realidad parece que en el pasado siglo esta costumbre estuvo muy generalizada. Algunos autores nos han hablado en concreto de unos lugares y localidades en las que se practicó esta regocijante función del Judas, pero como sucede con otras costumbres y fiestas que existieron en muchos pueblos, dejaron de practicarse sin quedar constancia de ellas ni testimonio alguno y ahora ya nadie se acuerda ni quedan datos, pero en realidad muchos pueblos la practicaron”, señala el autor.
Dolores Suarez Groba y 2 personas más reaccionaron a un enlace.