La marca electoral de «Vecinos» se ha asentado en casi todo el Oeste de Madrid y enlaza con lo ocurrido en Castilla-León

J. FEDERICO MTNEZ. La parálisis del PP, el descenso del PSOE, la explosión de Cs y Podemos/IU y el ascenso de Vox han sido las características más llamativas de las elecciones del 13-M de 2022 en Castilla y León, pero todos esos movimientos electorales eran más o menos previsibles. Lo más sorprendente para los medios de comunicación ha sido la irrupción de 3 partidos locales con 7 escaños, que ponen en cuestión el mismísimo Estado de las Autonomías, toda vez que fuerzan desde bases populares la irrupción de los distritos electorales, de los que los grandes partidos no quieren ni oir hablar para mantener a sus «paracaidistas» o «cuneros»: candidatos que no viven en la circunscripción y son nombrados «a dedo» por los aparatos de los partidos. Detrás de ello, el electorado parece haber dado la espalda a Ciudadanos y Podemos como partidos regeneracionistas que antes pedían desde la desaparición del Senado hasta la supresión de las canonjías políticas. Y ahora la alternativa solo se vislumbra entre un partido extremo o una formación local. Unión del Pueblo Leonés, Soria Ya o Por Ávila acompañan así a Teruel Existe, pero es que además en las municipales entrarán partidos que se han quedado a las puertas del Parlamento por muy pocos votos: España Vaciada obtuvo casi 20.000 votos con candidaturas en Valladolid, Salamanca y Palencia mientras que la Vía Burgalesa y Coalición por el Bierzo ya tienen pie y medio en sus Ayuntamientos. Zamora Decide y Por Zamora también alcanzaron 3.000 votos.


J. Federico M. Utrera

Este fenómeno municipalista de raíz liberal también se ha sembrado en la Comunidad de Madrid y curiosamente es en la Zona Oeste donde más ha arraigado. Segovia y Avila son provincias «vecinas» de Madrid, a donde han llegado muchos de sus residentes emigrados, pero además Salamanca y Valladolid se han visto también succionadas por la emigración, así que ese germen castellano de rebelión comunera está en muchos madrileños asentados en los municipios de la periferia. Por eso no es casualidad que la marca «Vecinos» tenga tanto tirón y gobierne en 6 municipios del Oeste madrileño: «Vecinos por Torrelodones«, «Partido Local» de Villanueva del Pardillo y «Vecinos por Moralzarzal» ya tienen alcalde, Vecinos por Colmenarejo (2 concejales), Vecinos por Villa del Prado (3) y «Vecinos por Villaviciosa de Odón» (1) están en el Equipo de Gobierno. «Vecinos por San Lorenzo de El Escorial» es el primer partido de Oposición con 5 concejales, al igual que «Vecinos por el Pardillo» (1), «Corazón Villalbino» (2) y «Vecinos por Collado Villalba» (1), ambos de Villalba.

Y los hay «extraparlamentarios», como Vecinos por Majadahonda, liderada por Carlos Bonet, y «Vecinos por Pozuelo de Alarcón» por José Antonio Rueda, que están preparando sus candidaturas para «dar el salto» a los plenos en 2022. En otras zonas de Madrid también han proliferado estas candidaturas: Vecinos por Navalcarnero forma parte del equipo de gobierno del municipio, ocupando las parcelas de Hacienda y Comercio, «Vecinos por Colmenar Viejo», «Vecinos por Rivas-Vaciamadrid», «Vecinos por Algete» (con 2 concejales en Comercio y Comunicación en el Equipo de Gobierno), «Vecinos por Arroyomolinos«… Y es que a la Comunidad de Madrid no se le suele incluir en la España Vaciada por el «efecto espejo» que desprende la capital, pero lo cierto es que se le parece…


El profesor y periodista David Felipe Arranz, vallisoletano e ideólogo del movimiento vecinal y municipalista con su libro de cabecera

¿Podrían los partidos locales o vecinales con políticos de distrito acabar con la hegemonía del bipartidismo o eso es una quimera?. El profesor y periodista David Felipe Arranz responde: «Así lo creo, aunque la democracia estadounidense, que está más cerca de este sistema con los “caucus” y las elecciones primarias, sigue votando a los demócratas y a los republicanos: hay inercias difíciles de sortear, como las españolas de conservadores y progresistas, si bien lo ideal es una armonía de ambas sensibilidades. Son sus extremos los que deterioran la convivencia y hace que los españoles parezca que estamos prestos a desenvainar la espada contra el vecino, como decía Machado. Y, por supuesto, la transacción y compraventa con los separatistas periféricos, que viene de lejos. Existen antecedentes del movimiento vecinal en España: Hay un libro precioso de Emiliano González Díez, «El régimen foral vallisoletano» (1986), que muestra como en la vecindad descansa el origen de la democracia, como sucedía con el acervo medieval aquilatado en lo local, en la proximidad consuetudinaria e incluso oral de los núcleos de población. La «Carta Puebla» proporcionaba al vecino igualdad y protección jurídica y acceso a magistraturas municipales, respeto y libertad de bienes, tanto a los caballeros como a los villanos pecheros, siendo el Antiguo Régimen. Y aquí, en la España bizarra, ya nos hemos dividido en casta parasitaria –cada vez más numerosa– y clase media depauperada extorsionada por la primera, que es extractiva amparada en la “legalidad” de los impuestos. Luego está el proceso de celeridad de la tecnología, que se ha asociado con los tahúres del gran dinero, que entra en la sociedad sin resistencia por el amansamiento del personal, que deja que piensen otros, como decía el gran Paul Lazarsfeld.

 

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