MIGUEL SANCHIZ. (9 de agosto de 2024). Estos días pasados, me encontré inmerso en una fascinante investigación que sacudió mis convicciones sobre el azar y la historia. Todo comenzó con una charla casual sobre los presidentes estadounidenses Abraham Lincoln y John F. Kennedy, y pronto se convirtió en una exploración de coincidencias que desafían la lógica. Como autor de este «Verano del Veterano«, me propuse examinar de cerca los paralelismos entre los asesinatos de Lincoln y Kennedy. Lo que descubrí fue una serie de coincidencias tan asombrosas que parecían más allá de cualquier explicación racional. Estos detalles han sido discutidos ampliamente, pero vivir la experiencia de investigar cada coincidencia fue algo completamente distinto. Para empezar, ambos presidentes fueron asesinados un viernes, con un siglo de diferencia: Lincoln en 1865 y Kennedy en 1963. Ambos murieron de un disparo en la cabeza mientras estaban acompañados por sus esposas. Hasta aquí, las coincidencias podrían parecer una simple curiosidad histórica, pero cuanto más profundizaba, más intrincado se volvía el patrón. Lincoln fue asesinado en el Teatro Ford, mientras que Kennedy fue asesinado en un automóvil Lincoln, fabricado por la compañía Ford. Más extraño aún, los asesinos de ambos presidentes, John Wilkes Booth y Lee Harvey Oswald, nacieron con exactamente 100 años de diferencia, en 1839 y 1939 respectivamente. Tanto Booth como Oswald fueron asesinados antes de ser juzgados, lo cual cerró la puerta a muchas preguntas sobre sus verdaderas motivaciones y las posibles conspiraciones detrás de sus acciones.
Otro detalle intrigante es que ambos presidentes fueron sucedidos por hombres llamados Johnson: Andrew Johnson y Lyndon B. Johnson, quienes también nacieron con un siglo de diferencia, en 1808 y 1908. Estos paralelismos plantean preguntas que parecen desafiar la lógica y la probabilidad. Aunque muchas de estas coincidencias pueden explicarse por la estadística y el amplio alcance de la historia estadounidense, no pude evitar sentir una extraña mezcla de asombro y desconcierto. Hay más coincidencias, pero eso alargaría demasiado el articulo. ¿Qué significa todo esto? ¿Son simplemente el resultado de la probabilidad y el patrón de la mente humana para encontrar conexiones? ¿O hay algo más profundo y misterioso en juego?. Al concluir mi investigación, me di cuenta de que, a pesar de los siglos de distancia, la historia tiene una manera curiosa de repetirse. Este verano, he aprendido que las coincidencias, por más incomprensibles que sean, nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza del destino y el azar, dejando más preguntas que respuestas en nuestro viaje a través del tiempo.
Preguntas interesantes, Miguel, generan las reflexiones que — al menos por ahora — seguirán navegando el mar de los misterios. Buenísimo el aporte histórico. ¡¡¡Abrazo desde Bariloche…!!!
Muy interesante tú articulo.muchas gracias por tú mucha sabiduria
Realmente a veces la vida nos hace entrar en laberintos casuisticos o causales, el designio del destino es a veces inteincable en sus decisiones.
Tema interesante y que seguramente tú que lo has investigado quizás hayas visto que aún puede quedar mucho más en las coincidencias de la terrible tragedia sufrida por estos políticos que marcaron a la humanidad en su momento
Fantástico artículo, consigues que sea ameno y te enganche, una realidad, que se presta a hacernos muchas preguntas, que seguramente no logremos saber..
Entrevisté a Rose Kennedy, la madre de JFK, en 1967, en su departamento de un tren de la SNFC, camino de Amsterdam. En esos dias yo era corresponsal en Londres, y había recibido ese encargo para «A toda Plana». Se concertó no hacer preguntas sobre el magnicidio, y así fue . Pero la enérgica y serena Rose me dijo algo trascendental refirièndose a cualquier nimiedad: «Es el Yin y el Yang. La lucha entre el Bien y el Mal es lo que está en el origen de todo. No importa lo que pase si es por defender el Bien». A propósito, fui yo quien dio la noticia del asesinato de Kennedy, en la segunda edición del TD. aquella noche del 22/11 (¡!) 1963, y,además, viernes