«A Serrat lo conocí, brevemente, en el local de Edigsa, Gran Vía de Barcelona (nombre camuflado en el franquismo por el de José Antonio Primo de Rivera), casa de discos compartida por ambos. Bien que a efectos serratianos solo en catalán, que en español grababa en el sello Zafiro/ Novola. Serrat ya era un artista muy conocido, y las cartas a él dirigidas atiborraban la mesa de Merçé, secretaria de Edigsa, años 68, 69, 70»

VICENTE ARAGUAS. (14 de enero de 2025). «Aquel La, La, La». Hizo mutis por el foro Serrat, Premio Princesa de Asturias, con “Esas pequeñas cosas”, violín de acompañamiento y una voz menguada por los años y la emoción del acto, para cerrar una carrera llena de éxitos. De él se ha dicho, cosa bastante refitolera, que puso “banda sonora” a nuestras vidas. Sentencia preludio de la enésima audición de “Mediterráneo”, canción que, sin estar mal, desmerece bastante de otros temas serratianos, en español o en catalán. A bote pronto o vuela pájaro se me ocurren “Balada de otoño”, “Pueblo blanco”, “Tío Alberto”, entre las primeras, “La tieta”, “Paraules d´amor”, “De mica en mica”, en el segundo grupo. En cualquier caso, partes de todo un conjunto de lo más digno de celebración.

Vicente Araguas (Majadahonda) compartió como cantautor su casa de discos con Serrat

QUE LA ÚLTIMA FASE DE SERRAT, COMO COMPOSITOR DIGO, NO SEA EXCESIVAMENTE MEMORABLE, NO ES SINO SÍNTOMA DE LO QUE HE DADO EN LLAMAR “SÍNDROME DE LO LIVIANO LIGERO”. Me refiero a cómo llega un momento en que el autor de canciones ligeras, prisionero de unos cuantos acordes, tan brillantes a veces como limitados, decae en su esfuerzo cayendo en el manierismo más absoluto (en el mejor de lo casos). Lo que no ocurre en el caso del compositor “clásico” o “culto”, dueño de un espectro mucho más amplio, ¿dónde va a parar? Y por lo tanto mucho menos proclive a ese declive o caída libre, de lo que no se libra ni tan siquiera Paul McCartney, “vivo” gracias a las viejas composiciones de los Beatles que firmaba con John Lennon.

«Sobre Serrat pesaba ya la losa del bilingüismo, pecado grave para el nacionalismo irredento, que lo había llevado a aceptar cantar el “La, la, la”, en castellano, en el Festival de Eurovisiòn de 1968»

A SERRAT LO CONOCÍ, BREVEMENTE, EN EL LOCAL DE EDIGSA, GRAN VÍA DE BARCELONA (nombre camuflado en el franquismo por el de José Antonio Primo de Rivera), casa de discos compartida por ambos. Bien que a efectos serratianos solo en catalán, que en español grababa en el sello Zafiro/ Novola. Serrat ya era un artista muy conocido, y las cartas a él dirigidas atiborraban la mesa de Merçé, secretaria de Edigsa, años 68, 69, 70, digo. Serrat era un tipo afable, nada figurín ni figurón, eso que hoy se conoce como próximo o cercano. Sobre él pesaba ya la losa del bilingüismo, pecado grave para el nacionalismo irredento, que lo había llevado a aceptar cantar el “La, la, la”, en castellano, en el Festival de Eurovisiòn de 1968. Una canción tan simple como efectiva, escrita por Ramón Arcusa y Manuel de la Calva, el Dúo Dinámico, vaya, en el Hotel San Martín, de Ourense, cierta noche en que la nieve había bloqueado su salida hacia Zamora. (Este dato me lo dio hace años Manuel de la Calva, a través de una conversación telefónica.) Lo cual que Serrat, grabado ya el tema y promocionado en varios de los países participantes en el festival, dio un paso atrás acosado por el catalanismo radical y dijo que, o cantaba la canción, –fragmentos de ella–, en los dos idiomas en que se manejaba, o que de eso nada.

«Fraga despachó a Serrat, quien se exilió a París, escogiendo como recambio a Massiel, “La tanqueta de Leganitos”, por aquellos días en México. Lo demás, lo consabido: Massiel se impuso en el Festival de Eurovisión, sobre Cliff Richards, “Congratulations”.

LA REACCIÓN DE FRAGA, MINISTRO DE INFORMACIÓN Y TURISMO DE QUIEN DEPENDÍA TELEVISIÓN ESPAÑOLA, fue colérica. Despachó a Serrat, quien se exilió a París, escogiendo como recambio a Massiel, “La tanqueta de Leganitos”, por aquellos días en México. Lo demás, lo consabido: Massiel se impuso en el Festival, sobre Cliff Richards, “Congratulations”. Serrat sufrió el boicot televisivo durante el tiempo que le restaba al franquismo, lo que no le preocuparía en exceso dado la venta masiva de sus discos, sobre todo los de textos machadianos. Hoy es el día que cuando te defines como “caminante”, lo que soy sobre todas las cosas, el personal ataca con el “caminante no hay camino” tomado, claramente, de Machado/ Serrat. Lo que acabo de contar lo aprendí en Edigsa, de su gerente, Claudi Martí i Pla, quien decía pestes de Lasso de la Vega, manager serratiano, a quien culpaba del embrollo. De Claudi supe también que el cambio de cantante hizo que España perdiese los votos de Yugoeslavia, donde Serrat había sido presentado como cantante antifranquista, ganando en cambio el voto alemán, por un asunto de patentes televisivas; quítame allá el “secam” galo y ponme el “pal” germano. Algo así.

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