«Con poemas relativos a Majadahonda, un amor, una inclinación, que viene de lejos, ya se ve, que cómo no amar a quien habitas y te habita, te acoge y recoge, con ese amor transitivo que se prodiga al paso, o paso a paso, seguramente. De manera que de un libro jamás publicado, “La niebla es donde se pierde el horizonte”, hoy, desaparecido, salvé catorce poemas que son los que aparecen en “El deseo aislado”: poemas unidos por un afán/ amor majariego, con títulos como “Callejón del Gato (Majadahonda)”, “Norias, viñas, huertas, eras” o “Pablo de la Torriente (Con Miguel Hernández)”.

VICENTE ARAGUAS*. Titulo mi poesía entera en español (combino con total naturalidad los dos idiomas en los que me muevo desde pequeño, el otro, el gallego, por supuesto, nací en Neda) como “El deseo aislado”. Un deseo no de apartarme de nada ni de nadie, soy muy sociable o, como decía mi amiga Erundina “muy social”, sino de aislarme de o bien aislar el ruido ambiental. También porque siendo mi poética en gran parte amorosa, lo que fue, lo que es, lo que pudo haber sido, ahí sí que cabe, con o sin la clásica palmerita, y la estela del barco que pasa a cierta distancia, la isla de dos del poeta aquel. Y ya vamos entrando en materia. Creo. “El deseo aislado” (Sial/ Pigmalión) abarca mi poesía en su totalidad, en español o castellano, todo para el caso lo mismo, desde 2010 a 2024. Siendo mi primera aparición, la del 10, en un libro colectivo, “A los cuatro vientos”.


Vicente Araguas

Con poemas relativos a Majadahonda, un amor, una inclinación, que viene de lejos, ya se ve, que cómo no amar a quien habitas y te habita, te acoge y recoge, con ese amor transitivo que se prodiga al paso, o paso a paso, seguramente. De manera que de un libro jamás publicado, “La niebla es donde se pierde el horizonte”, hoy, desaparecido, salvé catorce poemas que son los que aparecen en “El deseo aislado”: poemas unidos por un afán/ amor majariego, con títulos como “Callejón del Gato (Majadahonda)”, “Norias, viñas, huertas, eras” o “Pablo de la Torriente (Con Miguel Hernández)”. Este último poema, y quien me honra leyéndome bien lo sabe, trata de un tema recurrente mío, como la muerte del poeta cubano, De la Torriente, en diciembre del 36, en Romanillos (Boadilla-Majadahonda). Luego, después, nuestro pueblo (casi prefiero que llamarle ciudad, aunque lo sea; mi corazón está anclado en los fundamentos pastoriles de la “Majada”) ha seguido en mí, entrañado, aunque extrañado yo a veces de lo enamoradizo que soy, también con los lugares. Desde esa colectividad poética, con Polo, Cadenas I, Cadenas II, Boicha, Araguas, que miraban los cuatro vientos. Después, ya en solitario, náufrago intentando llegar a la isla de la palmera, poblada por quien menos se esperaba, ¡y mira por dónde!, fueron saliendo ocho libros. Con la salvedad de que los dos últimos, “Variaciones Goldstein” y “En la hora violeta”, ven ahora luz primera, en “El deseo aislado”, precisamente, Siendo así que “En la hora violeta” sale al alimón en checo, en versión de Klára Goldstein. Y “No se llora con la boca llena” y “Basiliio de Brito ha vuelto a Lisboa” tuvieron ya versiones italiana y portiuguesa, respectivamente, de mano de Sabrina Lembo y Viale Moutinho.

Y es que la poesía es, o debiera ser, un don universal, cambiable como la moneda. Aparte, naturalmente, la falsa moneda, aquella de la copla “que de mano en mano va y ninguno se la queda”. Pero yo estaba hablando de la poesía, ese misterio que –no me canso de repetirlo- es como el pájarillo que se halla en la palma ahuecada de un niño, esa ave temblorosa hasta que el muchacho, compasivo, la deja marchar y -entonces- se produce un vuelo firme y –entonces- hay Poesía, así con msayúsculas. Que no conozco, que lo otro, no lo es, que no, que no. Que para que el poema sea de verdad tiene que poseer misterio, es decir, temblor. Y que el poeta, como el niño de mi cuento, deje volar el ave. Que entonces, sí. O así lo veo. Y si se me permite acabo esta reflexión invitando a quien lo desee a encontrarse conmigo este sábado 15 de junio (2024) por la mañana en El Retiro, Feria del Libro, Caseta 106. Con poemas como este: “Quimera”: “Se fueron las palabras, puro hastío/ de competir con los naipes, las fichas/ del dominó son más que nunca hueso/ de santo, relicario/ su caja y humo el papel matamoscas/ que a la luz amarilla/ refleja goteras e incertidumbres./ Sin embargo qué imán para los jóvenes/ este bar de los sábados/ en donde las copas saben a niebla, *Poeta y escritor majariego, autor de “Enseñando Poesía en la Escuela” (Magíster/ Pigmalión).

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