J. FEDERICO MTNEZ. No pudo ser. 60 días ha tardado el pacto PP-Vox en echar abajo una de sus propuestas «estrella» en materia de regeneración democrática y transparencia: la neutralidad del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento. Y el incumplimiento de la promesa electoral, realizada ante el Colectivo de Prensa y Medios de Majadahonda (CPM), antes y después de los comicios del 26-M, tiene 4 nombres propios: José Luis Alvarez Ustarroz (alcalde), Angel Alonso (portavoz PP), José Rodríguez (portavoz de Vox) y Pablo Pérez (concejal de Vox). Los dos representantes del PP participaron directamente en las conversaciones con CPM, asociación a la que le prometieron asumir esta petición. Podían haber dicho «no», pero dijeron «sí» y empeñaron su palabra. Era campaña electoral. Incluso el propio Ustarroz lo ratificó en una posterior entrevista en prensa, ya pasadas las elecciones. Igual ocurrió con José Rodríguez (Vox), que asumió «al 100%» las peticiones de CPM delante de sus cuatro interlocutores. Sesenta días después no solo no queda ni rastro de aquella promesa, sino que han defendido ardorosamente lo contrario. La nueva jefa de prensa, Laura Pérez de Ziriza, que ya se autotitulaba como «directora de Comunicación del Ayuntamiento de Majadahonda» el 19 de julio, seis días antes del debate en el pleno que debía discutir el asunto (25 julio 2019), ejerció de jefa de prensa del PP durante la campaña electoral. Y Vox la ha aceptado como ejemplo de «neutralidad», lo que da a entender que ambos partidos han interpretado la «coalición» como una «fusión» y no solo en Comunicación: Vox ha renunciado también a intervenir en la mayoría de los debates de los plenos con su propia «voz», también abdica de su programa electoral con el que se presentó a las elecciones cuando este colisiona con las acciones de Gobierno e incluso redacta las enmiendas que el Grupo Popular sugiere para las mociones de los demás grupos. ¿Todo ello a cambio de qué? Nada se sabe, toda vez que el pacto de Gobierno sigue siendo secreto.

Desde CPM ya se conocía días antes el resultado de la votación sobre la moción de Ciudadanos (Cs) que iba a tener lugar en el pleno, tan solo la duda era saber como se iba a argumentar el paso del «sí» al «no». Y se hizo con todo desparpajo y menos rubor incluso del que parecía esperar. El que más morro le echó fue Angel Alonso (PP), que llegó incluso a proclamar que la jefa de prensa de su partido era «neutral»: «y tanto es así, que si intentáramos llegar a un consenso sobre el portavoz, nosotros propondríamos a la misma». Y entre inusuales balbuceos (el habitualmente buen orador está muy torpón desde que se conoció su imputación en el «caso Las Matas» cuando era concejal en Las Rozas), vinculó su posición al hecho de que Cs no votara lo que su grupo había propuesto en el caso del tanatorio de Roza Martín.

La comparación sonó algo chusca: parecía hacer suyo aquel dicho que se extendió en el mundo de los hampones de Chicago años 30: «el mejor periodista es el periodista muerto«. Por su parte, Pablo Pérez (Vox) también esgrimió un discurso muy entrecortado y por ello algo caótico, y aunque es cierto que él no participó en las reuniones con CPM donde su jefe de filas, José Rodríguez, sí se comprometió a hacer suya la propuesta de neutralidad informativa institucional, finalmente demostró quien manda de verdad en su grupo y a la postre, aunque no sea el candidato y líder, quien posee mejores relaciones con Vox Madrid, jactándose con su intervención de haber echado abajo la propuesta aunque intentando culpar a Cs del sentido de su propio voto.

Quien sorprendió con un discurso brillante, llamativo y en ocasiones demoledor fue el concejal de Cs, Ismael Rastoll: «No estamos hablando solo de neutralidad en la comunicación institucional, estamos hablando de haber dado la palabra en una campaña electoral, estamos hablando de honor«. Su metáfora sobre los trileros del juego y la política con una bolita que cambia de cubilete resultó memorable. Y preguntó a Vox si iban «a renegar de las promesas que hicieron en campaña ahora que están en el Gobierno». Igualmente fino estuvo el socialista David Rodríguez, que dijo que con su voto pretendía evitar que «la revista municipal, redes sociales y página web sean un permanente album de fotos del alcalde» y reivindicó la figura de «un profesional independiente elegido siguiendo los principios de objetividad, pluralidad y transparencia» y «sin intereses partidistas«, por lo que citando a Joseph Pulitzer dio a entender que un portavoz de prensa institucional con sesgado color político origina un daño de incalculables consecuencias: «una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico».

J. FEDERICO MTNEZ (OPINION). Un letrado experto en Derecho Administrativo y en instituciones municipales, sabedor de la propensión del político a ejercer de tahúr, realizó un dictamen jurídico para CPM, que fue entregado a los 4 grupos del Ayuntamiento de Majadahonda a la semana siguiente de las elecciones. En el texto señalaba que un profesional elegido como asesor a propuesta del alcalde y previo consenso con los grupos políticos, seleccionado por criterios de mérito, capacidad y arraigo, con baremos públicos y transparentes, era la fórmula que mejor garantizaba la neutralidad institucional. PP y Vox se reunieron con CPM y lo aceptaron antes y después de las comicios. Hoy, si te he visto no me acuerdo.

Era lo previsible, más en el PP que en Vox, que era nuevo en estas lides del arte donde habita el olvido, que diría Joaquín Sabina. Sus socios de Gobierno le han dado un curso intensivo de «aprenda en 60 días». Ya se las saben todas. A la espera del pronunciamiento de CPM, desde nuestro medio no insistiremos más en la cuestión. Las votaciones democráticas son sagradas y el resultado aún más. Guste o no guste. Y lo demás ya es futuro: mi padre solía decirme que si te engañan una vez es quizás fruto de un malentendido. Si ese mismo mentiroso lo hace dos veces es ya culpa palmaria del que lo hace. Y si son tres veces es culpa tuya por haber sido tan tonto. El periodista, sabedor muchas veces de que se la están «colando», tiene que aguantar hasta esas 3 ocasiones. Otros intelectuales sostenían que debía esperar incluso hasta 5 para cargarse de razones, como Ramón Gómez de la Serna en su célebre discurso sobre «El Orador». PP y Vox ya han gastado la primera bala. Quedan varias peticiones más comprometidas por ambos partidos con CPM, que les obligarán a seguir gastando el cargador. Y al contrario que un medio de comunicación, que mide su audiencia a diario, ellos son sabedores de que hasta los comicios de 2023 no se les puede pasar factura por el desengaño. Queda pues una larga travesía del desierto por delante: 4 años en política son 4 siglos y eso lo saben ellos y todos.

El alcalde del PP y su socio portavoz de Vox (aunque no tenga voz en los plenos), que son coétaneos y muy jóvenes, creen que el futuro es solo suyo. La célebre arrogancia de la juventud tantas veces cantada por los poetas. Yo también lo creía y aún estoy purgando errores por ello. El problema es que sus partidos y militantes van a tener que cargar con estos pecados de juventud y no se les puede pedir también a ellos un suicidio colectivo. Vox ha supeditado su comunicación a la del PP (y parece que no es lo único): por lo poco que sabemos de su trayectoria, estoy seguro de que Laura Pérez de Ziriza sabrá cumplir con su función, no es Laura Nistal ni se le asemeja, aunque ejerciera en Pozuelo el mismo cargo que la primera. De hecho Nistal le llegó a organizar al actual alcalde su primera «rueda de prensa», que en realidad fue un acto propagandístico con militantes cuyo audio hoy daría rubor escucharlo, mientras que la segunda ya solo convocó a los medios locales de Majadahonda. Algo es algo. Dentro de cuatro años habrá que hacer balance y comprobar si el pecado original provoca el destierro del paraíso o, muy al contrario, se puede alcanzar el cielo arrastrándolo. Yo soy creyente. ¿Ellos? Dicen que lo son también, pero…