Bernardo Matías Djana había emigrado de Angola a Portugal tras quedarse huérfano y con 16 años cruzó la frontera. En Madrid fue acogido por los Padres Mercedarios. El Atlético le reclutó mientras aprendía carpintería en el barrio de San Blas y jugaba al fútbol “en los ratos libres”. Uno de sus profesores en la escuela le animó a probar con el Atlético y superó la criba, sin sospechar nunca el elevado precio que alguien le había asignado. Fue cedido al Rayo Majadahonda, pero pronto comprendió que no se ganaría la vida con la pelotita. “Cuando todo terminó, se olvidaron de nosotros”. Jugaba por 50.000 pesetas (300 euros) al mes más el abono transporte”. El periodista deportivo Miguel Gutiérrez entrevistó al jugador africano Bernardo Matías Djana e incluyó su testimonio en el libro “Parecía un buen fichaje”. No fue el único: “Lo que el fútbol se llevó: Hacienda y fútbol: una asignatura pendiente”, el libro de Anabel Blancas González-Corroto, Gregorio Martín Benítez y Gregorio Martín Quetglás, también recoge su testimonio. Por último, el “caso Djana” y su extraña cesión al Rayo Majadahonda fue investigado por el periodista Diego Torres de “El País”, ya que solo jugó después 3 partidos en el Alcalá de 2ª B y 1 en el Badajoz de 2ª A. Estas fueron sus conclusiones:


“En España, además del Atlético, otros clubes como el Levante y el Valencia trabajan habitualmente con chicos africanos. Lima, Lawal, Maxi y Djana son una excepción. La mayoría de estos jugadores; y la gran parte de los 350 juveniles del Atlético, no pertenecen al Atlético. Son propiedad de los agentes”. Bernardo Matías Djana llegó a España procedente de Angola «en calidad de refugiado político, en septiembre de 1996. Quería jugar al fútbol como profesional pero no tenía ficha federativa. Tenía 16 años y se dirigió al Atlético, a probarse en las divisiones inferiores. Allí supo que por medio de una empresa holandesa podría cumplir su sueño: «A través del Atlético, por referencias, o porque me lo recomendaron algunos colegas que sabían de esto, me puse en contacto con una empresa holandesa. Yo quería jugar y me dijeron que esa era la única manera de tener mi ficha. Me cité con unos agentes, que dijeron que eran representantes españoles de esa empresa. Me ofrecieron firmar un contrato por el cual yo cedía unos derechos que en ese momento ni sabía lo que eran y, a cambio me ofrecían la posibilidad de jugar en el Atlético. Puse mi firma. No tenía ni idea lo que eran los derechos de imagen. Y hasta el día de hoy no sé cómo se llama esa empresa».

Djana es uno de los cuatro futbolistas cuya adquisición se hizo de forma irregular, según el auto que elaboró el fiscal Castresana, que investiga el caso Atlético. El documento asegura que Gil pagó por él 350 millones de pesetas (2,1 millones de euros). Djana, que juega en el Rayo Majadahonda, asegura que no sabía que el Atlético lo había comprado a la firma holandesa» por esos 2,1 millones de euros: «Hasta que me llamaron a declarar ante el juez no supe que el Atlético había pagado por mí. Llevo al Atlético en mi corazón porque me ha hecho un contrato por el que cobro 130.000 pesetas al mes (780 euros). Incluye techo y comida en el colegio mayor en el que vivo, y el transporte… pero no sabía que mis derechos eran del club».

 

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