PAULA BERBELL. «El ‘‘Alcorconazo’’ nos puso a todos un poco en el mapa, pero lo que más nos ayudó fue el ascenso a Segunda», recuerda Borja Gómez. Entonces era un central de 19 años que aspiraba a todo. Ahora, recuperado de una lesión de rodilla que le tuvo varios meses parado, trata de encontrar equipo a través de las sesiones AFE, un grupo de jugadores sin equipo seleccionado por la asociación de futbolistas que durante unos días se ha concentrado en Alfás del Pi, entrenando y disputando amistosos a la espera de que alguien se fije en ellos. «Para mí es el único escaparate. Si no es por esto nadie me podría ver jugar», reconoce Borja. El año pasado, cuando jugaba en el Oviedo, se rompió el tendón rotuliano en un partido contra el Leganés. Después de un duro trabajo de recuperación llegó a tiempo para la pretemporada, pero el club lo despidió cuando se cerraba el mercado de verano. Regresó a Madrid y durante estos meses ha estado entrenándose con el Rayo Majadahonda y con un entrenador personal. «Pero no es lo mismo entrenar que competir», asegura. «Esto es bonito porque vienes aquí, juegas partidos y vuelves a ser futbolista», declara al diario «La Razón».


Borja es consciente de que ahora es más complicado encontrar equipo. «En verano las plantillas tienen que hacer diez fichajes, en enero tienen que fichar dos», asume. Pero no le asustan los retos. Después del Alcorcón jugó en el Rayo Vallecano, donde sufrió problemas de impago. El club le permitió irse al Karpaty ucraniano con la carta de libertad junto a Lucas Pérez, ahora en el Arsenal. «Eso me hizo mejor persona y me ayudó a madurar. Lo recuerdo con mucha alegría. Nos valió para hacernos un nombre, jugamos en Primera, en UEFA y nos hizo mejores futbolistas», recuerda.

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