Federico Utrera en la exposición de Buckminster Fuller

FEDERICO UTRERA. «Hay algún malentendido y ese malentendido será nuestra ruina» escribió Kafka y la vida de los genios se proyecta siempre así. Cervantes pasaba por ser un escritor cómico de Alcalá de Henares cuando en realidad nació en la Mancha, Shakespeare se cree que era un actor de reparto y no el más noble y sagaz escritor y/o lector de todos los tiempos. Su singularidad estuvo oculta al menos dos centurias y sus biografías permanecieron –y aún siguen– sepultadas. Ramón Gómez de la Serna no fue el mejor crítico de las vanguardias europeas (léase su libro «Ismos» y su ensayo sobre Picasso) sino el autor de las greguerías. Fernando Arrabal pasa por protagonista de comedias en TV y no como el dramaturgo vivo más representado en el mundo. ¿Juan Goytisolo? Un «arabista» y no la mente hispánica más luminosa después de Américo Castro, admirado por Márquez Villanueva (U. Harvard). ¿Luciano y Samuel Rubio? unos curas y hermanos desconocidos. ¿Bill Viola? un videoartista «kitsch». Y así todo. Hasta que «reaparece» la verdad.


Buckminster Fuller en la Fundación Telefónica (Madrid)

En 2011 tuve el honor de traducir al español unas breves ideas de Nikola Tesla, de quien supe por Bill Viola mientras investigaba su biografía y catálogo razonado para mi tesis doctoral. El fogonazo de su genialidad me deslumbró. Por fortuna, una década después ya existe bibliografía en nuestro idioma. Por el videoartista norteamericano también sintonicé con otros anticipadores vivos como Fujiko Nakaya (hoy expuesta de forma permanente en las afueras del Guggenheim de Bilbao), Seyyed Hossein Nasr o Alex Dea. Y otros ya inmortales como Coomaraswamy o Moholy-Nagy. Pero ninguno como Buckminster Fuller. De él traduje también parte de su prólogo al libro «Expanded Cinema» (1970) de Gene Youngblood, la «biblia» de los tecnólogos del Mass Media Art. Tampoco hoy existe el libro en español, salvo una traducción de una universidad argentina que por desgracia no está disponible. Diez años después asoma por la Fundación Telefónica una extraordinaria muestra que da continuidad a la que inauguraron en Madrid (2010) Norman Foster y Elena Ochoa con su editorial artística «Ivorypress«. Si quieren anticipar la existencia del ser humano en el siglo XXI, como la vislumbraron los genios mencionados, no se la pierdan. Fundación Telefónica (Gran Vía, Madrid). Hasta el 14 de marzo de 2021.

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