JOSE MATEOS MARISCAL. Las historias de la emigración española a Alemania en los años sesenta (siglo XX) siguen estando grabadas a fuego en la piel de sus protagonistas. Pero en quien las vivió, esa huella, que es por momentos una herida, se hace más profunda todavía. Admítelo: «como en España en ningún sitio», ¿verdad? Si has pronunciado esa manida frase durante las familiares fiestas navideñas es probable que pases demasiadas horas adquiriendo incalculables conocimientos en el bar de Pepe. O que seas uno de los 2,5 millones de españoles que oficialmente residen en el extranjero (en realidad son muchos más) y que hayas vuelto temporalmente a casa por Navidad, como siempre nos recuerda esa marca de turrón. Y estas Navidades 2020, a pesar de los pesares, no va a ser distinto.
Es verdad: vivir en Berlín está bien, pero ni en Charlottenburg ni Dahlem saben como una de esas cañas fresquitas que sirve Pepe. Cancún mola, pero en Zamora no tienes que andarte con cuatro ojos por si estalla una balacera en cualquier esquina. Praga no tiene mar, en Zambia no ponen tapas, en Nueva York te soplan 7 dólares por una cerveza y cada vez que vuelas a casa desde Tokio son 14 horas y 700 euros menos. Y sí, Lisboa tiene mucho rollo, pero ningún fado de Amalia Rodrigues podrá animar una fiesta como ‘Mi gran noche’ de Raphael o ‘Tu Calorro’ de Estopa. Ser español no es estar a favor de la tauromaquia. Ser español no es llevar la bandera, ni gritar como un berraco frases de odio que espero que no sientas. Tampoco lo es ponerse una pulserita en la muñeca, ni cantar el cara al sol. El concepto de ser español es algo totalmente distinto, o al menos lo debería ser, porque a estas alturas de la historia yo ya no sé qué decirte. Como español que soy en el exilio económico te voy a contar lo que para mí es ser español emigrante en Alemania. Ser español es arder cuando arde Doñana o temblar cuando tembló Lorca. Es sentarte a escuchar historias de meigas en Galicia y llegar a creértelas. Es ir a Valencia y no sentir rabia por leer un cartel en valenciano, sino que te agrade poder llegar a entenderlo. Y es presumir de que las Canarias nada tienen que envidiarle al Caribe.
Orgulloso de ser español
Sentirse español es sufrir por no haber podido vivir la movida madrileña, enamorarte del mar al oír Mediterráneo de Serrat, es pedirle borracho a tu amiga catalana que te enseñe a bailar sardanas. Querer ir a Albacete para comprobar si su feria es mejor que la de Málaga y sorprenderte al ver lo bonita que es Ceuta. Para mí ser español es presumir de que en Andalucía tenemos playa, nieve y desierto. Sentir casi mérito mío que un alicantino esté tan cerca de un Nobel, pedirle a un asturiano que me enseñe a escanciar la sidra y morirme de amor viendo las playas del País Vasco en Juego de Tronos. También es español la cervecita de las 13.00, el orujo gallego, la siesta, el kalimotxo, la paella, la tarta de Santiago, las croquetas de tu abuela y la tortilla de patatas.
Lo son las ganas de mostrarle lo mejor de tu ciudad al que viene de fuera y que tú le preguntes por la suya. Es hacerte amigo de un vasco y pedirle que te enseñe los números en euskera, por si pronto vuelves a por 2 ó 3 pintxos. Es enorgullecerte de ser el país ejemplo a nivel mundial en trasplantes, de formar parte de la tierra de las mil culturas y de ser los del buen humor. No hay nada más español que se te pongan los vellos de punta con una saeta o con una copla bien cantá. Atardecer en las playas de Cádiz, descubrir casi sin querer calas paradisíacas en Mallorca, hacer el camino de Santiago en septiembre maldiciendo el frío, ver el río Duero al paso por Zamora al ocaso. Que Salamanca, Soria y Segovia te enseñen que no hay que ser grande para ser preciosa.
Si, señor Mateos Mariscal! Así se demuestra cómo se debe y se puede querer a España! No a gritos y a insultos como se ve aquí, en el suelo patrio, con otros compatriotas porque no piensan como tú. Lo que hemos vistos aquí en estos últimos meses en el Parlamento y por las calles de Majadahonda es propio de cafres sin educación, de verdad. Me duele mucho España cuando veo esto.
Aún con todo: ¡amemos a España y a nustros compatriotas!