Crescencio Bustillo (2º por la izquierda)

CRESCENCIO BUSTILLO. Podría narrar y enumerar la vida de otros personajes célebres de Majadahonda, pero prefiero esbozar de pasada los hechos más interesantes de alguno de ellos. Por ejemplo, el caso de la “Tía Bombona”, que se murió de repente y como no tenía a nadie de familia, el juez se hizo cargo de lo poco que tenía, algunas cabras y los muebles del hogar. Cuando descubrieron el cadáver, ya estaba descompuesto, y como ya era muy gorda de por sí en vida, no podían taparla bien con la caja, la tapa de arriba no ajustaba: al echarla en la sepultura y recibir las primera tierras explotó como una bomba. El caso del “Tío Puente”, que era un hombre muy alto y desgarbadote, tenía dos burritos y un carro pequeño que le servían para entre otras cosas portear la fruta y la verdura de huertito que tenía al mercado de Madrid. Una noche, un coche lleno de juerguistas le embistió y se lo “cargaron. Había quien decía con humor macabro que como era tan grande había llenado de huesos la carretera.


Los juzgados de El Escorial juzgaban los delitos de Majadahonda

El caso del “Tío Sancho” y la Clara de Mauricio, que estando viudo el “Tío Sancho” tenía unas ganas locas de mujer y vio que en el huerto vecino estaba la Clara cogiendo tomates o judías agachada. No se lo pensó más, se acercó sin decirla nada, la embistió por detrás como un toro y medio la atravesó, pues el dichoso Sancho era famoso por el “miembro” que tenía. Este Sancho no veía tampoco mucho, por lo que en lugar de metérsela por la vagina, se la metió por el culo. Y al sentir aquello en su interior, la Clara creía que la había reventado. La Clara y su marido Mauricio denunciaron el caso y creo que fue el juicio más chistoso que se pueda recordar.


Juicio en Toledo (1932)

El juez era el “Tío Chile”, muy de la broma, y la hacía a la Clara reproducir los hechos, en medio de las risas de los asistentes. Le preguntaba señalando con una regleta que cuanto la había metido, y cada vez que alargaba el espacio, decía: “Más, más, más…”. Parece ser que ella que tenía fama de “putona” y de guarra, cuando sintió que el envite iba más dirigido, protestó diciendo: ”Por ahí no, Sancho, por el otro…”. Pero Sancho estaba embalado y no se vino a razones, allí descargó como un “poseso”. Cuando Clara vio el “miembro” lleno de mierda al sacársela, se desmayó, pues creía que la había reventado.

Juez magistrado español de principios del siglo XX

Esta Clara se entendía con varios, le daban unas monedas y ella no se hacía de rogar. Uno de ellos era el “Tío Levita”, que con frecuencia la visitaba, como era tan puta. Le decía al “Tío Levita”: “León, cuando terminemos este me echas otro, ¿No?”. El “Tío Levita” la contestaba: “Espera que echemos este…, luego ya veremos”. Había otro famoso por su miembro en el pueblo. Decían que para poderla dominar se la tenía que atar con un pañuelo. Este elemento se llamaba Quintín, de apodo «el Moro”, era solterón, muy raro, pues vivía solo, muy bruto. Y contaban que alguna vez que había querido ir con mujeres de “vida”, estas le habían rechazado, asustadas al ver el “miembro” que calzaba. Cuando se juntaban varias mocitas por el campo y tenía que pasar cerca de donde estaba él, una vez que lo habían rebasado, creyéndose seguras, le provocaban. Este les enseñaba el famoso “miembro” y con risa salvaje le decían:” ¡Si te pillara!… Peder, peerías…Pero lo que es mear…”.

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