CRESCENCIO BUSTILLO. Otra leguminosa es el garbanzo, aunque este no se daba con frecuencia cada año, porque inciden en su desarrollo varias causas. Primero, todo el terreno no vale para ello, ha de ser una tierra gredosa, fuerte, bien acondicionada, no permite ninguna clase de abonos y que la tierra esté bien mullida por las labores precedentes. Se siembra a principios de primavera y requiere poco agua después de su nacencia, pues enferma enseguida la raíz por exceso de humedad, se ponen amarillas las plantas y se mueren. También le perjudican mucho los rocíos cuando está en flor y empieza a cuajar el grano. En pocas horas con una mañana fuerte de rocío se los empiezan a caer los brazos de la planta y se quedan mochas. No obstante estas dificultades, siempre se cogían garbanzos para el resto del año y algo más. Ahora bien, el año que las circunstancias atmosféricas le venían favorables, se cogía una gran cosecha y como eran rentables, por su precio, dejaban unas ganancias muy saludables al agricultor. El garbanzo que se cosechaba por allí era de una calidad inmejorable, pudiendo competir en suavidad y blandura, después de cocidos, con los más afamados de Fuentesauco, Mejicanos, etc. Por tal motivo, por muy grande que fuera la cosecha, siempre había demandas superiores a las existencias del mismo.

Cultivo de garbanzos

Otra de las peculiaridades del garbanzo que se sembraba por allí era que todos los años había que cambiar de simiente: la que se cosechaba allí no daba resultado empleándola de un año para otro. La próxima cosecha era inferior en calidad y tamaño, también resultaban más caros, ya que el garbanzo duro con el que se cambiaba de simiente valía a mitad de precio que el otro. Por tal motivo, se cambiaban todos los años. Había “corredores” que venían todos los años ofreciendo las “muestras” o variedades, según el tamaño y la clase, así variaba también el precio. En esto de escoger la “muestra” no todo el mundo entendía, era necesaria una cierta experiencia para no dejarse engañar. Aun así había muchos “fraudes”, sobre todo a veces no coincidía la “muestra” con la partida que se había adquirido y que venía envasada en los sacos correspondientes. Este garbanzo duro o de siembra procedía de Andalucía y últimamente, para evitar mitificaciones, había “agentes” comerciales que desde allí servían directamente los pedidos.

Cultivo de judías

Otra leguminosa, la judía, para cosecharla tierna se hacía igual que con el garbanzo y se cambiaba de simiente cada año porque daba mucho mejor resultado. Para ello había también “agentes” que ofrecían “muestras”, aunque también se desplazaban a León en comisión por parte de todos, porque allí hay una variedad de judía “pinta”, llamada del “cuerno”, que daba unos resultados excelentes por su frondosidad al desarrollarse en la mata, dando un fruto grande, largas y curvas las vainas, que eran la sensación en el mercado madrileño, principal consumidor de este producto, cotizándose siempre más alto su valor que el de las demás remesas enviadas desde otros sitios.

Judías pintas

Claro que la judía solo se sembraba en según qué huertas, todas no valían para ello, pues esta planta requiere estar al abrigo de los vientos, sobre todo los del sur y el 0este, que son secos y calientes en el verano, produciendo en las matas una enfermedad llamada “arañuela”. Donde más se sembraban y mejor se prodigaban era en los huertos de las márgenes del Río Guadarrama, o en los arroyos con mucha vegetación en sus orillas, por estar ensombrecidas la mayor parte del día y así eludir los rayos directos del sol. Las demás leguminosas, habas, guisantes, etc., tenían poca importancia su sembradura, únicamente se hacía en los huertos de invierno y nunca para una gran explotación.

Majadahonda Magazin