emigración

José Mateos Mariscal en Alemania

JOSÉ MATEOS MARISCAL. Este artículo está dedicado a quien tuvo que cerrar con llave la puerta de su casa su ciudad y su barrio y tuvo que abrir otra cerradura a cientos o miles de kilómetros. La emigración es el panorama histórico de un tema que hoy se ha convertido en una emergencia humanitaria. En España pasamos de ser un país de emigrantes a un destino de inmigrantes, así como esa pérdida de memoria de los españoles, que parecían no recordar que ellos también habían tenido que abandonar su país para labrarse una vida en otros. Por eso mi idea es sensibilizar sobre la situación actual de los migrantes en el mundo. Ayudar a concienciar y sensibilizar a la población, sobre todo cuando muestra fenómenos como el de la emigración, que casi nunca es voluntario. Son contados los casos de quienes dejan su país porque sí, y no ‘forzados’ por las circunstancias, sean estas económicas, medioambientales, por catástrofes como guerras, hambrunas, paro desahucios.


“Se viaja, no para buscar el destino, sino para huir de donde se parte”, escribió Miguel de Unamuno. Por ello estoy empeñado en ayudar a que comprendamos mejor el drama que se esconde tras estos ‘viajes’ que pocas veces prometen finales felices. Nuestras pieles no son como las de los turistas que pasean por nuestro Mediterráneo. En Alemania vemos como los emigrantes españoles se vieron inmersos en condiciones durísimas de trabajo, como su alojamiento consistía en unos barracones al lado de las fábricas, porque lo que interesaba era  «que rindiesen”. Sus dificultades con una lengua que desconocían por completo, con jornadas maratonianas de trabajo, con la necesidad de ahorrar todo lo posible para enviar dinero a España y a sus familiares porque, ante todo estaban los míos, «costase lo que costase”, marcaban la realidad cotidiana de la emigración. También la solidaridad entre los propios emigrantes y el tener que hacer frente a un racismo y a un desprecio latente hacia los inmigrantes latinos por parte de los alemanes que poco ha cambiado.

Lucharé hasta que nuestras vidas importen porque ahora ninguna vida importa. Todos somos importantes, las vidas de los de color realmente importan, las vidas de los de latinos realmente importan, las vidas de los emigrantes realmente importan… Los alemanes buscaban broncearse en la Costa Brava, pero nuestra piel, la de los pobres, es piel curtida al sol. Y tuvimos que abandonar el campo para viajar a esas zonas más prósperas y desarrolladas de centroeuropa a trabajar de sol a sol como albañiles, jardineros, basureros, ayudantes… trabajos que nadie quiere realizar. Adaptarse a un nuevo hogar, a un nuevo idioma, sus reglas y prohibiciones, son algunas de las luchas a las que se enfrentan los emigrantes en Alemania. Pero algunos deciden darle un vuelco a la situación y transformar esos problemas en oportunidades.

Sufriendo racismo, eso sí. El racismo no es sólo una actitud: es una amenaza a la cohesión y a la calidad de la convivencia de cualquier sociedad. Es un virus difícil de eliminar y con consecuencias que pueden ser nefastas. Como en un videojuego que busca visibilizar las adversidades a las que se enfrentan los emigrantes pero en el que sólo tienes una vida. Y ganar no es el objetivo, sino escapar de la hambruna de los desahucios, de la precariedad, de tu país de origen, en mi caso España y más concretamente Majadahonda. Muchos emigrantes llaman a su experiencia «el juego» porque tiene muchas trampas y obstáculos. Deben viajar de noche, deben evitar a la policía, son asaltados, son abusados con frecuencia o sus documentos retirados por la policía. Y muchas veces, o regularmente, son enviados de vuelta a centros o incluso campos de refugiados.

Majadahonda Magazin