Fernando de Ágreda
«He colaborado con el grupo de emigrantes marroquíes, a través de la atención que les ha prestado la Parroquia Santa Catalina en el Centro de atención que se viene organizando en este terreno. Respecto a la vida cultural de Majadahonda, creo que no es muy activa. De todas formas asisto a algunos conciertos y exposiciones en la Casa de la Cultura y en la Biblioteca «Francisco Umbral» de nuestra ciudad». Con estas palabras, el arabista Fernando de Ágreda contesta a las preguntas de MJD Magazin a propósito de una entrevista mantenida con nuestro diario.
Presentacion del libro de Sergio Castellano en la librería Diwan
¿Cuanto tiempo lleva en Majadahonda?
–Llevo viviendo en Majaadahonda unos cuarenta años. Estaba en la Facultad de Filología, en el Departamento de Estudios Árabes e Islam, como profesor no numerario (PNN) que se decía entonces, cuando se anunció una promoción de viviendas en Majadahonda, promovidas por el Ministerio de Educación, entonces en la Plaza de Salamanca en Madrid, en una zona nueva y en condiciones económicas muy asequibles. La cercanía de la universidad y el estar recién casado me animó a venirnos aquí. Era otra Majadahonda, con mucho campo, un pequeño mercadillo y muy tranquila, con el aire de «pueblo» todavía. Acababan de inaugurar el «Pryca» como se llamaba entonces, en contra de los pequeños comercios, y allí realizábamos las compras más habituales con la comodidad de acceder en coche. Mis hijos han estudiado en los colegios e institutos majariegos y aquí están sus amigos, por lo que hemos decidido echar raíces en esta bendita ciudad.
¿Por qué el arabismo?– Cuando terminé mis estudios de licenciatura inicié mi proyecto de tesis doctoral y dejé la literatura marroquí para dedicarme al estudios del arabismo y los arabistas españoles, tema tan desconocido para mi entonces. Así pude presentar la tesis sobre Don Ángel González Palencia y su época. Se trata de un sabio y humanista conquense (fallecido en 1949) que inició sus trabajos como investigador del Archivo Histórico Nacional. Luego fue catedrático de la Complutense, e ingresó en las Academias de la Historia y de la Lengua. Era un trabajador incansable y además buena persona. La guerra civil le afectó como a tantos profesores y marchó a Estados Unidos donde impartió varios cursos de literatura. También participó en el Crucero Universitario por el Mediterráneo de 1933.
¿Por qué le dio por investigar al arabista Sergio Castellano?–Quizá por su proximidad me interesé por los arabistas de aquellos años, que eran muy pocos en la universidad y en la Escuela de Estudios Árabes madrileña, y encontré la figura de este joven arabista canario que fue Sergio Castellano Teixeira, fallecido en el mismo año citado, es decir en 1949. Afortunadamente coincidí con Federico Utrera que me hizo una entrevista que se publicó en el suplemento del diario Canarias 7 en que venía a pedir datos de sus familiares, sin saber si existían. La respuesta de sus primas de Las Palmas (María Esther y Elena Suárez) me animó a hacer un viaje para conocer los lugares donde habitó nuestro arabista. Disfrutamos, mi mujer y yo mismo, conociendo esa preciosa ciudad y la isla en general.
¿Como prosiguió la investigación?–Pude visitar a uno de sus compañeros de estudios que era, ya falleció, don Sergio Calvo, figura de la vida cultural grancanaria, que me facilitó algunos datos de la juventud que compartieron. Ahora, tras varios años de espera, la editorial CantArabia que dirige Carmen Ruiz Bravo, compañera de trabajo en el antiguo Instituto Hispano-Árabe de Cultura, se ha animado a publicar este interesante estudio dedicado a la figura del joven arabista canario y con la colaboración de Maravillas Aguiar y José Antonio González Marrero, profesores de la universidad de la Laguna en Tenerife, hemos podido disfrutar de la presentación de este libro en la librería Diwan de Madrid, el pasado 30 de enero, en compañía de muchos amigos.
