JOSÉ Mª ROJAS CABAÑEROS. Este sábado 13 de junio de 2020 publicamos mi conversación con el poeta Antonio Gamoneda, enorme escritor y testigo sensible de nuestro tiempo. Premio Nacional de Poesía en 1988, European Prize for Literature, Premio Reina Sofía de Poesía y Premio Cervantes en 2006. Gamoneda define la poesía como «el arte de la memoria en la perspectiva de la muerte». Tal vez por eso es más interesante que nunca conversar ahora con él. Realizo esta entrevista por email, conectando con su domicilio en León. En primer lugar, muchas gracias por aceptar esta entrevista ¿qué tal se encuentra y cómo está viviendo esta pandemia? –Gracias a ustedes. Si no tengo en cuenta los normales achaques de la vejez, debo decir que estoy bastante bien. Vivo en la clausura que conviene ante la agresión del «bicho coronado» y no se me hace insoportable. Trabajo cuanto puedo y quizá algo más. Una terapia preventiva que recomiendo en modo general para no impacientarse o deprimirse. También leo y veo películas de mi «cartelera» particular: bastante cine asiático, que también recomiendo. No quiero ni debo quejarme. Parece que la crisis económica generada por la Covid-19 puede dañar al mundo de la cultura, ¿cómo ve usted ese horizonte, incluyendo posibles oportunidades? –Esta crisis ya está dañando cuanto concierne a la proyección y distribución de la cultura. El remedio podrá ser paralelo o no al que habría de superar la crisis general. Con sus rasgos especiales, claro es. Pero ¿habrá ciertamente una superación y será social y moralmente correcta? No lo sé. Debiera producirse. En cuanto a la creación, no creo que tenga que ser fatalmente dañada, pero no puedo asegurarlo. Casos habrá de creación suscitada que supondrán un valor. El sufrimiento puede, no siempre, potenciar la creación cultural.


Jose Mª Rojas

Usted suele encontrarse inmerso en su actividad literaria, ¿qué tiene ahora entre manos? ¿ha podido influir este confinamiento en sus enfoques creativos? –Sí, creo que la pandemia «pesa» en mi escritura. No como tema. El pensamiento literario no es –no debe ser– ajeno a vida. Él mismo ha de ser vida. He recuperado algunos relatos breves, inacabados desde hace más de cuarenta años, y trato de acabarlos. También estoy cerrando, creo, un libro de poemas, breve a su vez, Imaginario del vértigo, que se publicará con la magnífica compañía de pinturas de Carlos Piñel. ¿Qué función puede tener la poesía en tiempos de incertidumbre, si es que se puede buscar una función especial a la poesía o a cualquier arte? –La poesía no puede modificar directamente estructuras ni circunstancias objetivas. La poesía sí puede intensificar la conciencia y la sensibilidad, y puede hacerlo en términos positivos. Son esa conciencia y esa sensibilidad «mejoradas» las que podrán actuar sobre la realidad objetiva. Incluidas las particularidades de nuestro «tiempo de incertidumbre».

¿Piensa que esta pandemia cambiará la forma de entender la vida en sociedad? –Pienso que debería cambiarla, y como la cultura, no de cualquier manera. Pero entender ciertamente de otra forma la convivencia, sea en un país, sea en el planeta, comporta una nueva trama estructural básica que si no tiene signos más igualitarios y solidarios, no merece la pena. ¿Van a ser, por ejemplo, patrimonio de la humanidad, igual que el Partenón, las ciencias y las tecnologías? ¿Va a tener el Camerún posibilidades de explotar por sí mismo sus recursos, pesca o petróleo, por ejemplo? No lo sé. Tendríamos que preguntar al Politburó correspondiente de China Popular o a Wall Street, supongo.

¿Hay alguna lección para extraer de todo lo sucedido? –Sí, una gran lección que contiene muchas lecciones también grandes. Si la pandemia es un mal igualitario y universal, iguales y universales son las necesidades y las carencias que ha creado. ¿No le parece que han de serlo también la satisfacción y el remedio? ¿Es que la vacuna del Covid 19 puede ser objeto de comercio lucrativo al alcance de sólo una parte de la población y producir así beneficios privados? Digo la vacuna pero podía haber dicho el agua para lavarse, o vivir cuatro personas en un piso de más de 80 metros cuadrados para que puedan guardar la distancia sanitaria y que uno no contagie fatalmente a los otros tres.

Para terminar, ¿nos puede sugerir lecturas para estos tiempos difíciles? –Como Camus o Defoe están muy recomendados, sugeriré los libros que estoy releyendo y que no están nada mal: El siglo de las luces de Alejo Carpentier, y la trilogía de “El ruedo ibérico” de Valle-Inclán. «El Caribe y España» y «Tiempos difíciles» también. Gamoneda es un literato autodidacta que, por su fecha de nacimiento, se le ha relacionado con la denominada “Generación de los 50”, en definición de Juan García Hortelano, aunque aparte de su amistad con algunos de ellos (especialmente Ángel González y Claudio Rodríguez) su poética es diferente, también a la de José Angel Valente. Entre las obras principales de Gamoneda destacan Descripción de la mentira (1977), Lápidas (1987), Edad (que le valió el Premio Nacional de Poesía), El libro del frío (1992), Frío de límites (2000), Arden las pérdidas (2003), Cecilia (2004) y Esta luz: poesía reunida (2004). Además de los premios ya mencionados, ha recibido los siguientes reconocimientos: Premio Castilla y León de las Letras (1985), Premio “Leteo” (2001), Premio de la Crítica de Castilla y León (2004), Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid (2005), Premio Quijote de las Letras Españolas (2009), Premio Rosalía de Castro en lengua castellana (2010), Premio de las Letras de Asturias (2014), Medalla de Oro de la ciudad de Pau, la Medalla de Plata del Principado de Asturias, la Medalla de Oro de la Provincia de León y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, “Hijo Adoptivo” de León y de Villafranca del Bierzo, Doctor “Honoris Causa” por la Universidad de León y por la Universidad de Autónoma de Santo Domingo. En 2015, fue nombrado académico correspondiente en León de la Academia de Buenas Letras de Granada.

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