JOSE MARIA BABOT VIZCAINO. Conozco desde hace muchos años, demasiados ya, el desarrollo de los plenos de los ayuntamientos, pues todos suelen ser bastante parecidos, por no decir iguales. Y lo sé por experiencia propia, tras haber tenido el orgullo de ser concejal de un municipio español. Los plenos se suelen cocer en la Secretaría del Ayuntamiento, con la aquiescencia de la Alcaldía, en este caso, de Narciso de Foxá presumiblemente. Una vez se comienza se suele empezar por el punto o tema más importante de todos. Previas discrepancias o admisión se pasa al siguiente punto, y así hasta llegar a los más leves, o a los que el municipio debate a vista y oídas de los ciudadanos presentes, para que vean que el Ayuntamiento oye a la ciudadanía. Es una puesta en escena, ya que de los temas «leves» se habla, incluso se llega a casi los insultos, y los oyentes salen con la cabeza caliente creyendo que se les va a arreglar lo que han pedido a su presidente de la opción política de la que son adeptos.


Al día siguiente, en la Secretaría es en donde se dirimen los puntos importantes, dejando, casi de lado, sí, han leído bien, casi de lado, los asuntos «leves». Y se cuecen, como vulgarmente se dice, las habas, como está ocurriendo con mis cartas de queja sobre la dejadez de Foxá a la limpieza de las banderas. Se habló en el último pleno pero ¿cuál ha sido la solución?. Sin saberlo la digo: ha quedado en agua de borrajas, ya que el resultado no ha sido una simple palabra, un telefonazo, una nota, un memorándum o un simple aviso de que cada mes, o el día 15 de cada dos o tres meses, o en un tiempo prudencial, se limpien y que luzcan limpias, al menos, mientras ondeen en su asta. No es tan difícil de hacer cumplir con su limpieza, aparte que el gasto de su mantenimiento creo que bien lo puede sufragar el Ayuntamiento.

¿Y qué hicieron los partidos políticos?. Se fueron como locos a ver cómo estaban y cuántas había en la localidad. Después dijeron no se qué para captar votantes pero ¿qué se ha hecho?. Las banderas siguen estando decrépitas, horrendas, olvidadas y abandonadas –excepto la de la Plaza Colón– a la intemperie sin que nadie vele por ellas. Los plenos, cuando menos, en todos los asuntos que el que manda no tenga un interés, o sea de vital importancia, o vea que le va en ello el puesto, no suelen hacer nada, pero lo vociferan para que la ciudadanía esté menos enfadada. En esta ciudad, Majadahonda, vaticino que a partir del año 2.019 veremos grandes mejoras, entre ellas el lavado de las banderas, por supuesto, para que Foxá pueda seguir cobrando de los majariegos. Y si no hace nada se va a llevar una gran patada para saltar del sillón. La mía la tiene asegurada. Soy votante del PP, pero desde que tuve unos cambios de impresiones por escrito con Foxá, dejé de votarle y le perdí el respeto. Y él lo sabe porque se lo comuniqué por escrito.

Majadahonda Magazin