La Dra. Blanca Tarragón Estébanez felizmente recuperada aunque no al 100%

LIDIA GARCIA. «La cefalea es uno de los males más comunes ya que infinidad de factores pueden causarla, ya sean motivos clínicos, como una infección, u ambientales, como el estrés o las obras del vecino de enfrente. El pasado 11 de marzo, Blanca Tarragón Estébanez, médico pamplonesa de 28 años que actualmente está terminando la residencia de Nefrología en el Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda, en Madrid, comenzó a sufrir un dolor de cabeza, algo que todavía le resultaba «soportable». Cuatro días después, los síntomas fueron más allá y la pamplonesa empezó a padecer malestar general, dolores articulares y musculares, algo de tos seca y la pérdida completa del olfato y el gusto. «Por esas fechas aún se establecía que la fiebre o una tos importante eran síntomas necesarios para el diagnóstico del coronavirus, por eso tardé ingenuamente un par de días en admitir que tenía un proceso gripal y que, como sanitaria, tenía que dejar de trabajar inmediatamente. Por suerte no llegué a tener fiebre ni síntomas de neumonía. En mi caso fue un cuadro gripal bastante leve», explica Tarragón que finalmente dio positivo en COVID-19 que, «por suerte», presentó «una infección bastante leve», y pudo permanecer en casa durante el desarrollo de la enfermedad».


El diario «Noticias de Navarra» entrevista a la Dra. Blanca Tarragón Estébanez, que cuenta como lejos de resignarse, la joven navarra pasó los primeros tres días de la enfermedad descansando y, cuando fue recuperando las energías, asegura que empezó a ser «más productiva» otra vez: «Lo primero que hacía todas las mañanas era dedicar una o dos horas a estudiar los protocolos, publicaciones y demás información acerca del manejo del COVID-19 para estar preparada a la vuelta. Esa era mi manera de contribuir con mi tiempo y de sentirme implicada con la causa aunque fuera en la distancia. También pude dedicar tiempo a terminar de escribir una artículo científico que tenía entre manos y es que, de dentro de una situación tan desafortunada, da mucha fuerza encontrar pequeños logros personales como este», explica. Asimismo, Tarragón dedicó sus horas a cuidar de sí misma y de su pareja con la que convive, que continuaba teletrabajando 8 horas diarias, y al que «con mucho mimo» se esforzaba en prepararle la comida, aunque ella misma no pudiera apreciar «ni un poquito» el resultado de la misma. Hoy, felizmente recuperada a pesar de no haber recuperado el olfato al 100%, se ha reincorporado el 2 de abril de este fatídico año 2020 y puede contarlo.

 

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