ANA RUIZ CASADO*. Hoy, día 19 de octubre de 2019, celebramos el Día del Cáncer de Mama. Sabemos que cada vez más mujeres sobreviven a esta enfermedad. Sin embargo, la supervivencia al cáncer es una realidad muy compleja y no bien conocida. Entre un 30% y un 40% de las supervivientes a un cáncer de mama siguen sufriendo una fatiga invalidante años después de haber sido diagnosticadas y tratadas, incluso aunque no exista una recaída. En condiciones normales, la fatiga es un síntoma de alerta que normalmente desaparece con el sueño y el descanso. Pero en las personas que han padecido un cáncer de mama, la fatiga no desaparece con el sueño. Esa fatiga tiene unas características específicas, con mucha trascendencia para la calidad de vida y para la reincorporación de las supervivientes a la vida normal. En su caso, se trata de una condición asociada con el insomnio, la depresión y el dolor. ¿Es el ejercicio y la mejora de la forma de la forma física una forma de atenuar el problema? En un proyecto financiado por la Sociedad Española de Oncología Médica y Fontvella, estudiamos diferentes factores sociodemográficos, clínicos, biológicos y relacionados con el ejercicio físico con relación a la fatiga en una muestra de 189 mujeres a los dos años del diagnóstico. La fatiga asociada al cáncer no responde al paradigma de la medicina tradicional en el que una causa (por ejemplo anemia o hipotiroidismo) crea un síntoma (cansancio o fatiga). La mayor parte de los estudios sobre fatiga en las supervivientes al cáncer de mama se han desarrollado desde los ámbitos de la enfermería y la psicología. Probablemente, porque no tiene una explicación causal ‘lógica’ en el paradigma tradicional de la medicina. 


Nuestro proyecto se centró en comprobar si tener mejor forma física (medida a través de la capacidad cardio-respiratoria, y de la fuerza muscular) y hacer más ejercicio físico semanalmente se asociaba con tener menos fatiga entre nuestras pacientes. Para ello utilizamos medidas objetivas del ejercicio semanal, una prueba de esfuerzo submáxima para medir su condición cardio-respiratoria y otra de fuerza muscular. Para medir la fatiga utilizamos tres cuestionarios estandarizados distintos normalmente utilizados por los expertos. Se trata de herramientas multidimensionales que recogen las dimensiones físicas, cognitivas y emocionales asociadas a la fatiga. La posición de las participantes en cada uno de los tres cuestionarios era fundamentalmente similar (la correlación entre los tres cuestionarios estaba por encima del 80%).

¿Mejor forma física, menos fatiga?: Para esta población, hacer más ejercicio físico semanalmente o tener mejor forma física (condición cardio-respiratoria y fuerza física) no parecen estar asociados con menos fatiga. El efecto medio que tiene mejorar la capacidad cardio respiratoria, tener más fuerza muscular o hacer más ejercicio físico semanalmente no tienen un efecto sobre la fatiga distinto de cero. En los tres casos intervalos de confianza, que miden la incertidumbre en la estimación, cortan el valor cero, lo que los hace no significativos estadísticamente). La reincorporación a la normalidad de las supervivientes al cáncer de mama: Debemos repensar qué significa sobrevivir al cáncer de mama y ser comprensivos y empáticos con las dificultades que representa. Necesitamos entender la supervivencia al cáncer más allá de los correlatos patológicos que nos ofrece la medicina clásica. Que en torno a 1 de cada 3 mujeres que han tenido cáncer de mama tengan una limitación invalidante que no depende de su forma física, es un hecho poco conocido para el gran público pero que tiene gran trascendencia para la reincorporación de las supervivientes a la vida laboral y para su calidad de vida

¿Por qué sucede esto? Las investigaciones más recientes ponen el foco en citoquinas inflamatorias que condicionan cambios en la actividad neural y conductual de las pacientes. Se han descrito también asociaciones con el principal eje hormonal del organismo (hipotálamo-hipófisis-adrenal) y el sistema nervioso autónomo. Aunque la fatiga asociada al cáncer de mama tiene asociaciones innegables con aspectos psicológicos y emocionales, como la ansiedad y la depresión, el catastrofismo y actitudes ante la adversidad, debemos profundizar en los mecanismos biológicos detrás de ello. Y evitar responsabilizar a las mujeres por tener un síntoma cuya fisiopatología compleja no hemos sido capaces de describir. Debemos trasladar la responsabilidad a la ciencia-medicina y no estigmatizar a las mujeres que lo padecen. Lea el artículo completo.

*Ana Ruiz Casado es oncóloga médica, doctora en medicina y está especializada en cáncer gastrointestinal. Trabaja en el Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda donde ocupa el puesto de jefa de sección. En los últimos años ha investigado diferentes aspectos del ejercicio físico en relación con el cáncer, tanto en el papel que éste tiene en la prevención como en el manejo de los efectos adversos del tratamiento. Actualmente su equipo trabaja en conocer los diferentes aspectos socio-demográficos, conductuales, clínicos y biológicos que determinan la aparición de la fatiga asociada al cáncer.

Majadahonda Magazin