PALOMA PÉREZ ALONSO-CASTRILLO. Soy una joven de 22 años que tras acabar la carrera de Pedagogía decidió coger una mochila y pasar una larga temporada en África, concretamente en Kenia. Ahora mismo trabajo como profe de inglés en horario extraescolar en el IES Santa Catalina de Majadahonda y llevo 4 años siendo profe de debate y oratoria en algunos coles de la zona también, como el Bousoño o el San Jaime. Conocí la revista MJD Magazin a través de alguien de Majadahonda que me la recomendó y deseaba dar a conocer un caso. Estuve como voluntaria en Kenia colaborando en distintas realidades, todas ellas relacionadas con la educación, y como quería conocerlo todo, pasé de un orfanato donde había 23 bebés a otro donde había 50 niños/as de todas las edades. Estuve también en un colegio ordinario observando cómo era la educación en Kenia, y también en uno de educación especial donde había alrededor de 2.000 niños/as con síndrome de down, alguna discapacidad motora, sordomudos, albinos, niños microcefálicos, etc. Una gran parte de los menores se quedaban allí durante años ya que no tenían ningún familiar cercano que quisiese responsabilizarse de ellos, es decir, les abandonaban allí y a veces tardaban años en volver a por ellos. Si quería aguantar los 3 meses que tenía previsto estar allí a ese ritmo, debía tomarme pequeños descansos de vez en cuando y hacerme alguna escapadita turística con voluntarias que iba conociendo por el camino. Y en una de estas escapadas descubrí Kinondo, un pequeño poblado en la costa sur, cuyos habitantes pertenecen a la tribu Mijikenda, con una lengua propia, por lo que apenas saben swahili o inglés, las dos lenguas oficiales en el país, quedando así totalmente excluidos de la sociedad.


Niño de Kinondo (Kenia)

Esta comunidad está asentada cerca del bosque Kaya Kinondo, muy cerca de una de las playas más bonitas de todo África, Diani Beach. Los habitantes de Kinondo mantienen la creencia de que el bosque es místico, lo consideran sagrado y es por lo que más de 4.000 personas viven asentadas en condiciones muy deplorables con el fin de protegerlo. Durante mi visita al bosque entablé una larga conversación con Hamza Abu-Bakari, un joven habitante de la aldea, de unos 25 años, que me habló de un sueño: el de construir algo para los niños y niñas de su aldea, los cuales apenas tenían para comer, a veces ni siquiera una alimentación diaria, y sólo los más afortunados podían acudir al colegio.

El bosque sagrado de Kaya Kinondo (Kenia) no se puede tocar y no permite alimentar a sus habitantes

Me contó que había heredado una tierra y no sabía qué hacer con ella, no tenía ni los medios ni las influencias para cumplir su sueño, y me pidió ayuda. Yo, recién salida de la universidad, tampoco tenía ni idea de cómo hacer realidad ese sueño, que en parte también hice mío. Pero al ser consciente de la zona en la que vivía y trabajaba aquí en Las Rozas y Majadahonda, y de la suerte que tenía de haber nacido en Occidente, supe que aun no teniendo ninguna base de la que partir, tenía al menos la posibilidad de lograr mayor influencia que él. Así que no me lo pensé dos veces y me puse manos a la obra. Busqué todo el procedimiento necesario para fundar una ONG y poder llevar a cabo una recaudación de fondos para ayudar a la población de Kinondo, construyendo allí un nuevo centro educativo.


140 niños de Kinondo no comen todos los días

Es así como surgió la ONG Kids Worth It (Los Niños Valen la Pena) para construir un lugar donde, con ayuda de los padrinos y madrinas que se interesasen en el proyecto, pudiésemos dar de comer al menos 1 vez al día (para algunos era la única) a los más de 140 niños que pude contar en la aldea. Asímismo, en este centro y con la ayuda de los interesados, podríamos ofrecer a los niños que no pueden ir al colegio, una educación de calidad realmente gratuita, donde puedan aprender lo mínimo para luego incorporarse al sistema educativo keniata. Como bien dijo Pitágoras: «Educad a un niño y no tendréis que castigar a un adulto«. Yo creo que ningún niño/a debería tener menos derechos que otros simplemente por haber vivido en una zona distinta. A día de hoy, 3 meses después del propósito que me hizo Hamza, ya estoy trabajando en los planos de lo que a finales de verano será un nuevo centro educativo en la aldea de Kinondo.

La tribu Mijikenda, con una lengua propia, los tiene incomunicados y en extrema pobreza

Como el terreno se encuentra en medio de la Shamba africana y está rodeado de palmeras, árboles de mango y plantaciones de café, nuestro propósito es construir una especie de eco-escuela, donde todos los habitantes saquen el máximo potencial de sus tierras para poder subsistir, mientras los más pequeños reciben una educación de calidad y una alimentación diaria, creando así un espacio sostenible para la población de Kinondo y cambiando poco a poco, el futuro de sus niños/as. Somos una ONG que ofrece refugio, alimentación y educación de calidad a los niños/as más vulnerables de las calles de Kenia, empezando por Kinondo, pero este mes de febrero se celebró además el Día Mundial contra el Uso de Niños Soldado. Y es que África todavía cuenta con decenas de miles de niños soldado. Los continuos disturbios en Somalia, Sudán del Sur, República Democrática del Congo, República Centroafricana y otros países hacen que los niños estén cada vez más expuestos al reclutamiento.

En todo el mundo, más de 240 millones de menores viven actualmente en zonas de guerra; muchos de ellos en contextos de violencia, desplazamiento, hambre y explotación por parte de grupos armados. El número de cuenta de la ONG Kids Worth It es ES82 2085 9721 2103 3042 4960 y aceptamos donaciones de todo tipo, ya que necesitamos partir de un presupuesto de 5.000 euros y aún sólo hemos recaudado 1.000. Para más información sobre la ONG, nuestra página web es www.kidsworthit.com y nuestro instagram @kidsworthit. También aceptamos como donaciones cualquier tipo de material escolar (lápices, cuadernos, bolis, libros de inglés para niños…) todo lo que nos pueda ser útil en el cole de allí. De nuevo muchísimas gracias a MJD Magazin y a todos sus lectores por su atención y su ayuda.

El bosque místico de Kenia da a una de las playas más bellas de Africa

El poblado keniata está muy aislado del mundo

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Majadahonda Magazin