ALFREDO 20032. Hace 50 años, en mi época de estudiante universitario, solo había dos opciones de titulación: la licenciatura y el doctorado, no había, salvo contadas excepciones muy específicas, ningún máster que pudiera complementar tus conocimientos. La inmensa mayoría de los universitarios nos conformábamos con obtener una licenciatura, solo unos cuantos, habitualmente porque querían dedicarse a la docencia o a la investigación, optaban por seguir los cursos de doctorado. En los últimos años ha aparecido una gran oferta de títulos de máster para completar los estudios de grado (la antigua licenciatura). Las razones de esta oferta son variadas y de distinto tipo. La diversidad de conocimientos que no se pueden abarcar en una licenciatura típica. La necesidad de mejorar el currículum para obtener mejores ofertas de empleo. La búsqueda de financiación por las universidades públicas y privadas. Si se presenta un título universitario o un máster en una oferta de empleo o en una oposición, se tiene que presentar también la documentación que acredita que han realizado los correspondientes estudios pero si, como parece cada vez más frecuente en algunos responsables políticos, el interés del título es solo adornar el currículum, puede caerse en la tentación de auto adjudicarse un título que no se posee pensando que nadie se va a tomar la molestia de comprobarlo.


El primer caso que tuvo notoriedad fue el de Luis Roldán, que antes de que empezaran sus aventuras por el mundo con el dinero robado, se adjudicó en su currículum un título de Ingeniero Industrial que nunca había obtenido. Recientemente el periódico Infolibre publicaba algunos casos de personajes relevantes que habían engordado su currículum con titulaciones que no poseían. No es fácil descubrir estos engaños, si no se filtra la información por algún medio, un chivatazo, normalmente de «fuego amigo» originado en las propias filas. En alguna otra ocasión, «por la boca muere el pez» como fue el caso de un responsable político local que, después de tener publicado durante varios años que poseía un título universitario, confesó en una entrevista de prensa que no había terminado sus estudios.

El caso de Cristina Cifuentes, que todas las informaciones apuntan a que es una falsedad, no es por tanto en si mismo extraordinario aunque si lo es el hecho de que no se haya limitado a inventarse el máster sino que, además, parece que ha contado con la complicidad de algunas autoridades académicas de la Universidad Rey Juan Carlos y eso es mucho más que un engaño, es un fraude y quizá un delito que, de no dar explicaciones convincentes debe acabar con su dimisión, arrastrando de paso a sus cómplices académicos. * Comentarios, desde la izquierda, de la actualidad política y social, con referencias esporádicas a otros temas más o menos relacionados. Socialistas de Majadahonda con Pedro Sánchez.

 

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