«La Línea de la Concepción (Cádiz) es el municipio español con menor esperanza de vida, el único en el que sus habitantes no llegan, de media, a los 80 años. El informe ‘Indicadores urbanos’ que publica cada año el Instituto Nacional de Estadística (INE) cifra en 79,7 años el tiempo que viven los linenses. Un dato que resume a la perfección el estado de emergencia social y económica que viven sus 63.278 habitantes censados y los cerca de 10.000 que no aparecen en ningún registro. Ellos son los españoles con menor renta anual (7.777,23 euros) y con menor tasa de educación. En Majadahonda (norte de Madrid) la estampa es bien distinta. Los 18.627 euros de renta media anual de sus habitantes son palpables en los impecables coches de alta gama que circulan por sus tranquilas calles. Nunca se topan con un semáforo, reflejo de una ciudad concebida para el disfrute y donde las urbanizaciones se suceden unas a otras, salpicando el paisaje de piscinas, jardines y terrazas. El ‘boom’ inmobiliario ha elevado la población a 72.000 habitantes y ha transformado lo que era un pueblo de las afueras de la capital en un resort urbano con todas las facilidades de ocio y servicios a minutos de distancia. Aquí, las casas son las más grandes de España y la esperanza de vida de sus habitantes, la mayoría con formación superior, se extiende hasta los 85,19 años, seis más que en La Línea. Entre ambos mundos hay mucha más distancia que los 660 kilómetros que los separan». Este resumen pertenece al exhaustivo informe que acaba de elaborar «El Confidencial» y que el periodista David Brunat titula: «Viaje a lo peor y mejor de España: seis años de vida separan La Línea de Majadahonda»


El informe es demoledor: David Brunat lo explica así: «La Línea y Majadahonda les separan mucho más que 660 km. Renta, vivienda o sanidad son realidades opuestas en las ciudades con mejor y peor calidad de vida» en España, ya que Majadahonda posee «entre dos y tres veces más renta anual». El único error en que incurre el informe es semántico al aludir al gentilicio: llama «majareños» a los «majariegos», aunque a los habitantes de La Línea los menciona correctamente: «Un 36% de los lineses deja la escuela sin obtener el graduado escolar. El municipio que ejerce de frontera entre España y Gibraltar se ahoga mientras los clanes de la droga se hacen fuertes en el lugar y captan la mano de obra local, pobre y sin estudios. Un combinado letal que convierte estadísticamente a La Línea en el municipio con peor calidad de vida en España. La tasa de paro en La Línea es del 32%, pero la realidad es mucho peor. Centenares de personas ni siquiera están apuntadas al INEM y otras tantas sobreviven gracias a la economía sumergida, es decir, al contrabando. Gibraltar es la principal y casi única industria del municipio. Emplea a 13.251 trabajadores transfronterizos, de los cuales 8.167 cruzan cada día la verja. En Majadahonda tampoco hay industria, pero no la necesita. Su economía se basa en los servicios y es un polo de atracción de ocio entre los pueblos de la zona. En total, existen 4.753 empresas dedicadas a este sector, comparadas con las 949 de La Línea. “Aquí la principal actividad es la comercial y de ocio, porque la gran mayoría trabaja en Madrid y cuando vuelven a Majadahonda lo que quieren es eso: un sitio donde estar bien, zonas verdes…”, explica su alcalde, Narciso de Foxá, del Partido Popular.

Los vecinos «son exigentes con la limpieza y el orden en sus calles», dice el informe con foto de M. Z.

Economía: «El paro en Majadahonda roza el 8,4% y la crisis llegó más tarde a los comercios de la zona, que dentro de sus posibilidades han mantenido un producto acorde con el nivel de vida de la localidad. “El género que tengo yo aquí no podría tenerlo en Fuenlabrada, eso está claro. Por ejemplo, en invierno no traigo nada que no sea de piel, porque es lo que demandan”, comenta rodeada de chanclas de colores y clientas que prueban distintas tallas en los pies de sus hijos. «Hasta cinco grandes centros comerciales custodian las afueras de la localidad, aunque también su Gran Vía, en pleno centro histórico, se convierte en un bullicio de terrazas en cuanto el sol de julio empieza a conceder una tregua. En la zapatería Pisotón, en plena avenida, no dan a basto nada más abrir el turno de tarde. “Llevamos aquí 50 años, es una empresa familiar y con el tiempo nos hemos ido especializando en zapato infantil”, explica Cristina de Mingo, una de las dueñas. Aunque parte de la clientela se mantiene fiel, en los últimos años están empezando a notar el relevo del comercio tradicional por el electrónico y las grandes superficies. “Antes la gente se dejaba aconsejar más, ahora vienen más a tiro hecho. Y si antes se llevaban unas sandalias de cada color, ahora compran un solo par más neutro y ya”, añade.

«Un campamento de verano para dos semanas cuesta 175 € en Majadahonda» dice el informe con esta foto de C. Castellón

Educación: «El fracaso escolar en La Línea alcanza el 36%. Solo un 46% de la población tiene estudios secundarios y un escaso 7,8% cuenta con estudios superiores, según datos oficiales recogidos por el sociólogo linense Daniel Chacón.“Si pasa un padre por una librería y el niño o niña se para para ver un cuento en el escaparate, la madre o padre le pega un tirón gritándole: ‘¡Tú qué quieres, ¿eso?! Ya te regaló uno tu abuela por Reyes, ¿no te acuerdas?’. Eso lo dice todo”, explica Juan José Uceda, veterano activista local. “Los jóvenes se comunican con móviles pero no saben leer ni escribir bien. No pueden buscar trabajo porque no saben hacer un currículo, no saben rellenar un documento, ni la solicitud para meter al niño en la escuela o pedir una prestación”. En Majadahonda, el 64% de la población ha estudiado una carrera en la universidad y el fracaso escolar de la comunidad se sitúa en el 12,6%. La oferta educativa del municipio abarca todos los gustos y es habitual ver niños de uniforme en temporada escolar. De los 15 colegios que existen, siete de ellos son privados. Raúl y Sonia, un matrimonio que lleva toda la vida viviendo en la localidad, han llevado a sus hijas a todo tipo de centros: “Han pasado por el privado, público y concertado, y ahora están en la universidad, siempre han estado muy bien, y en general aquí la gente está contenta con la educación”.


«Raúl y Sonia viven en un chalé de tres plantas con piscina», pone de ejemplo el informe

Sanidad: «Aun con todo, el tiempo de espera para ser atendido en La Línea es inferior al de Majadahonda: 47 días frente a los 69 del Puerta de Hierro, el hospital de referencia de la localidad. De hecho, desde el centro madrileño reconocen que las listas de espera suponen la principal —y casi única— reclamación de sus pacientes. El hospital es uno de los más nuevos de Madrid, inaugurado en 2008, y cuenta con todas las especialidades en su cartera de servicios. Además, es el único centro sanitario público de la comunidad donde sus 613 habitaciones son individuales. Hasta el acompañante cuenta con un sofá-cama para pasar las noches de ingreso en un amplio espacio de 20 metros cuadrados. “Los medicamentos que más se venden en La Línea son ansiolíticos, tranquilizantes y benzodiazepina. La gente en este pueblo lo pasa muy mal, la mayoría de familias apenas tiene para llegar a fin de mes, muchos de ellos con niños chicos”, revela José López San Luis, que regenta una farmacia junto al recién cerrado hospital. “También he notado un repunte en la venta de jeringuillas, y eso me preocupa. Espero que no volvamos a caer en la espiral de la droga de los ochenta y noventa, que destruyó una generación entera de linenses”.

«En La Línea, los índices de bronquiolitis y piel atópica son alarmantes», dice el informe

Nuevas Tecnologías. “A nivel tecnológico, tenemos lo más puntero porque su creación es muy reciente”, explica Ricardo Herranz, su gerente. De los seis municipios a los que les corresponde este hospital, cuatro acaparan el ‘top’ de las rentas más altas de España, aunque hasta este centro también se trasladan muchos madrileños ante la satisfacción que genera. El 90% de los usuarios están contentos, solo por detrás de la Fundación Jiménez Díaz (93%). “En general, el perfil de los pacientes que vienen es exigente, de alguien que sabe lo que quiere pero también es agradecido”, añade Herranz. En 2017 tuvieron solo 61 agresiones a sanitarios, de las cuales el 96,7% se limitaron a ataques verbales, una situación muy alejada de la que viven los sanitarios de La Línea, donde algunos reconocen que viven con botes de gas pimienta en el bolsillo y sopesan pedir el traslado a la primera oportunidad.

«En esta casa gran parte de la economía familiar se va en alimentación para cuatro», dice el informe

Vivienda: «Gallinas desplumadas y escuálidas corretean por el solar junto a los edificios. Las alcantarillas están embozadas, llenas de aguas fecales y porquería. “Aquí hay ratas, hay bichos, y nadie del ayuntamiento viene a arreglarlo. A la que caen cuatro gotas se inunda el solar de aguas negras”, se queja una vecina en su camino a casa. Es la manzana de las conocidas como ‘casas prefabricadas’ de la calle Sevilla, pero el problema del alcantarillado es general. La mugre invade, literalmente, La Línea. Majadahonda tiene los hogares más grandes de España (con 3,19 personas de media) y La Línea los más pequeños (2,68). El alquiler de un piso de las mismas dimensiones —unos 90 metros cuadrados— cuesta en el norte de Madrid unos 1.400 euros, mientras que en La Línea ronda los 600. Eso sí, sin piscina, pista de pádel, tenis, ni portero: la equipación básica del conjunto de urbanizaciones que componen el municipio que en 30 años ha duplicado su población. “Todo el mundo quiere vivir aquí, da prestigio”, reconoce Cristina, la dueña de la zapatería y hermana de Sonia».

«El caos en la casa de Sonia y Raúl es solo temporal. Están haciendo obras para remodelar la cocina y los botes de conserva y especias se reparten por los huecos del salón. Llevan 19 años viviendo en un chalé con jardín y piscina de una de las zonas residenciales de Majadahonda. En el porche, una mesa de cocina antigua aguarda ser devuelta a su lugar habitual, y un perro corretea por entre los bártulos y el césped buscando quien le lance la pelota. “Creo que vivimos en una zona privilegiada, tenemos el monte al lado, zonas verdes, supermercados de todo tipo, y estamos a 15 minutos de Madrid”, explica Sonia, que es majareña (sic) de nacimiento. El tiempo de ocio que le permiten sus trabajos —ambos son empresarios— lo dedican a pasear junto a su perro por la zona o por el casco antiguo del pueblo, con una amplia oferta gastronómica: desde cadenas a italianos, nepalíes o heladerías. No les gustan demasiado los centros comerciales pero reconocen que es una ventaja tenerlos a tiro de piedra. En la economía familiar, dedican gran parte de sus ingresos a la alimentación, para lo que prefieren el comercio de toda la vida. “La calidad es mucho mejor, y además tengo la sensación de que aquí las cadenas son más caras que en otras zonas”, cuenta Sonia. De media, gastan unos 2.000 euros al mes para dar de comer a cuatro personas y ni la carne ni el pescado faltan nunca en su nevera. “Y solo desayunar y cenar, porque no pasamos mucho por casa”, reconocen.

«Majadahonda fue pionera en sus rotondas y sistema de recogida de basuras» señala el informe con esta imagen.

Transporte: «En Majadahonda hay un solo semáforo, en una de las entradas. Fue pionera en introducir un sistema de circulación basado en las rotondas y en una planificación urbana a medida para el perfil residencial y familiar que la caracteriza: un casco histórico donde se concentra la actividad de ocio y restauración, y decenas de urbanizaciones a su alrededor componen la ciudad. “Hay muchas zonas verdes, avenidas amplias, y está todo muy limpio y cuidado porque los que vinieron a vivir aquí buscaban eso, y son exigentes en ese sentido”, explica Narciso de Foxá, su alcalde. En las calles principales no hay farola que carezca de sus jardineras en flor, y no se ve basura por sus calles. De hecho, Majadahonda fue también pionera en incorporar un sistema de recogida neumática de basuras, que ha acabado con los antiestéticos contenedores de sus calles. Las únicas quejas surgen de una asociación de vecinos diminuta —de tan solo 100 miembros— que reclama mejoras, como más participación ciudadana, aumentar la capacidad de los centros culturales, las bibliotecas o el edificio consistorial. “El ayuntamiento ha hecho de la ciudad un municipio de ese tipo, de ocio, y va en la línea de la renta de la gente de aquí. Si soy un empresario de la restauración de lujo, lo pongo aquí, no en Getafe, porque aquí hay dinero. Y el ayuntamiento con sus políticas ha fomentado eso”, explica Enrique Gutiérrez, su vicepresidente. “Es una ciudad pensada para el disfrute, que ha crecido mucho, pero también hay que afrontar inversiones. Además, hay dinero, el consistorio cuenta con 51 millones de superávit, pero hay miedo a gastar por la herencia de la Gürtel, que hizo estragos”.

El informe menciona los 38 años de cárcel para el ex alcalde Willy Ortega

Política: «En Majadahonda ha gobernado el Partido Popular durante 28 años, y la trama de corrupción madrileña la salpicó de lleno cuando su ex alcalde Guillermo Ortega fue condenado a 38 años de cárcel por los regalos y mordidas que recibía. En La Línea gobierna un alcalde independiente, aunque también con el respaldo de los populares. En Majadahonda no hay esquina que no esté custodiada por una cámara de vídeo para evitar que los ladrones se cuelen entre los jardines, aunque la sensación de inseguridad entre sus habitantes es prácticamente inexistente: “Yo suelo dejar todo abierto, y nunca hemos tenido ningún susto en 19 años”, confiesa Sonia. Tampoco en la zapatería donde trabaja junto a su hermana han sufrido nunca un asalto, más allá de alguna cartera sustraída en los días de mercadillo».

«Las cámaras de vigilancia son habituales en las urbanizaciones del municipio madrileño» apunta el informe con esta foto.

Seguridad: «Sin embargo, el municipio del norte de Madrid gana a La Línea en hurtos y asaltos. Hay tres veces más delitos de los amigos de lo ajeno (1.481 frente a 543), aunque menos robos de vehículos (134 contra 98), según datos del INE. Si nos ceñimos a los números, hay bastante más criminalidad en Majadahonda que en La Línea, pero en la localidad más humilde entra en juego un factor que lo cambia todo: el tráfico de drogas. “Aquí siempre ha habido contrabando, pero era tabaco y productos que en España no existían, sobre todo en el franquismo. Esto era un hervidero de gente, se parecía a la imagen actual de las porteadoras de Ceuta, llevaban manteca, medicinas… Pero en los últimos años se ha dado un salto cualitativo y cuantitativo al hachís y otras drogas. Antes había respeto a la población y contención con la autoridad, pero ahora alardean del tráfico ilegal y retan a la policía. Hasta los verdaderos traficantes están hartos de la actitud de los chiquillos que quieren parecerse a un mafioso de película y alardean ante la prensa de ganar un dineral que no es cierto. Es mentira que ganen 1.000 euros por vigilar”, concluye Álvarez. Lea el informe completo.

 

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