LIDIA GARCIA. Víctor Hernández Moya es el chef de un restaurante de Majadahonda singular: está ubicado en el Club Social de la Urbanización Virgen de Icíar y aunque su postre estrella es la tarta de queso (que ha logrado un punto de cremosidad inigualable) tanto el menú como la carta o las raciones son muy originales. Si a ello le unimos el esmerado servicio, la opción de terraza, interior, barra o barril con taburete y la excelente relación calidad/precio ya tenemos las razones por las que Víctor ha triunfado con esta nueva apuesta tras pasar por «El Nuevo Fogón«. Se ha formado en el María de Zayas de Majadahonda, la escuela culinaria que tantos buenos cocineros aporta a la gastronomía española, y lo cuenta a MJD Magazin: «A lo largo de mis 20 años de experiencia, he pasado por muchas cocinas. He aprendido mucho de ellas pero también he aportado mucho. Así que en los últimos años llevaba estudiando la posibilidad de emprender algo por mi cuenta. De poder aplicar todos mis conocimientos culinarios en un sólo espacio. Lo que tenía muy claro es que para dar el paso tenían que darse las circunstancias ideales para poder plasmar mi trabajo como yo quiero. Sin cortapisas y sin ningún tipo de limitaciones. Y esa oportunidad se presentó cuando me enteré de que la gestión del Club de Virgen de Iciar iba a salir a concurso. Un club en una de las urbanizaciones más longevas de Majadahonda y que yo conocía bien pues me he criado aquí».


¿De dónde te viene la pasión por la gastronomía? –Descubrí mi vocación a través del oficio. No me motivaba estar sentado todo el día tras un pupitre oyendo lo que un profesor me tuviera que decir. Yo necesitaba hacer cosas. Probar cosas. Y por ello, tras mi paso por la escuela del María de Zayas, empecé una larga andadura por un sin fin de cocinas que me llevaron a apreciar lo increíblemente duro que puede ser este mundo pero a la vez lo satisfactorio que puede ser y que no lo cambiaría por ninguna otra cosa. ¿Dónde está la originalidad de tu cocina? ¿En qué se parece y en qué se distingue del resto de restaurantes de Majadahonda o de Madrid? –Mi cocina se sustenta en dos puntos: uno, el género. Empleo mucho tiempo y esfuerzo en escoger el mejor producto posible. Parece un cliché, pero cuando llegas al Club de Virgen de Iciar y pruebas mi cocina, sabes al momento que tienes una buena materia prima delante. Y dos, el cariño con el que hago mis elaboraciones. Cuido y mimo mucho la materia prima para que el resultado esté a la altura de las expectativas. Y me gustaría pensar que eso es lo que diferencia mi cocina del resto: el alto grado de exigencia con el que trato el alimento. Mi objetivo es elevar la cocina tradicional. Que la gente realmente disfrute con los guisos y con la cocina de toda la vida, sin descuidar hacer derivaciones más modernas, que es lo que yo creo que distingue unos sitios de otros.

Recomiéndame tres platos. Un primero, un segundo y un postre. –Un primero: el cocido madrileño. El mío lleva una elaboración lenta de tres días. Es algo que en el momento que lo pruebas, sabes reconocer todo el trabajo que tiene. Otro plato: me atrevo a proponer mi ensaladilla rusa. Creo que un plato es más difícil de hacer bien cuánto más habituados estamos a él. En el caso de mi «Ensaladilla Rusa con Ventresca Blanca y Gambas«, es un plato que destaca por la cuidada selección de la materia prima y por el cariño con el que se ha realizado. No deja a nadie indiferente. ¿Y un postre? Mi Tarta de Queso. Es una receta derivada de tantas otras que he ido probando a lo largo de mi carrera hasta que he perfeccionado mi propia receta. El queso viene cremoso, muy suave, sobre una base de galleta horneada. Muchos clientes me reconocen que no se parece a ninguna tarta de queso que hayan probado antes. De hecho hay días que parece que hay una peregrinación al Club de Virgen de Iciar para probar la Tarta (Risas).

El Club de Virgen de Iciar ¿es ideal para comer, cenar o para el aperitivo? –En esta primera fase hemos arrancado orientándonos sobre todo a las comidas y las cenas. Pero está abierto todo el día. Así que te puedes imaginar que hay gente a todas horas tomándose algo. Además nos gusta crear lazos con nuestros clientes y solemos tener detalles de aperitivos calientes con nuestros clientes asiduos. ¿Ves los programas de televisión sobre gastronomía?. ¿Enseñan algo? –A mí no me gustan. Si bien es cierto que han contribuido a que la gente en general aprecie y valore más la cocina en términos divulgativos, creo que estos programas describen una situación anómala que no se adecua con la realidad de lo que es el oficio de la cocina. No es algo que se aprende durante los meses de grabación de un programa. Es algo que se suda, día a día, con clientes reales: los que te llegan con hambre, los que pagan. Los que te exigen. Los que quieres salir por tu puerta satisfechos. Los que esperas que mañana vuelvan. Ellos son la verdadera prueba de la cocina. Por eso, estos chicos que llegan a los programas con un montón de sueños y aspiraciones, no sé hasta que punto luego esto tiene una prolongación en la vida real.

Dame tu ficha. Nombre, apellido, proyecto, sueño, frustraciones.
Nombre: Víctor
Apellido: Hernández Moya
Proyecto: El Club de Virgen de Icíar.
Frustraciones: Todas. En el mundo de la cocina, las frustraciones te llevan a aprender, a mejorar. Quien no se frustra, no aprende.
Sueño: Poder seguir realizando mi cocina durante muchos años más.

Majadahonda Magazin