MANU RAMOS. El Cerro del Espino llenó su tribuna este sábado 27 de agosto para recibir al Racing de Ferrol y aunque el partido se saldó con derrota del Rayo Majadahonda en el último segundo del partido (0-1) sorprendió la reacción del público: ovación y largos aplausos reconociendo el esfuerzo y la entrega de los jugadores locales. El catedrático de Antropología Social en la Universidad Pablo de Olavide, Alberto Del Campo Tejedor, explica como es posible que unos seguidores estallen eufóricos, sigan resonando los cánticos de la hinchada local y el estadio entero ovacione a los suyos tras perder, En este caso, saludaron desde el centro del campo a toda la afición y se acercaron a la peña CUM para corresponderles: «La grada más efusiva se queda aún más tiempo y despide a sus jugadores con aplausos, mientras entran por el túnel de vestuarios. Aun con el césped vacío, siguen cantando gozosos. Minutos más tarde, en la calle, los aficionados charlan animadamente. Las terrazas están llenas. El partido merece una última cerveza, a pesar de que son más de las once de la noche», describe el catedrático para narrar una escena habitual en los campos de fútbol.
Y este experto también en psicología de la conducta, que ha escrito varios libros sobre este tema, añade a su reflexión lo siguiente: «Algunos psicólogos afirman que la infelicidad tiene que ver con un desajuste continuo entre la realidad y las expectativas. Los seguidores de los equipos grandes, como el Real Madrid, se acostumbran a gratificar neuronalmente su organismo con cada victoria. Se ha demostrado que los goles desatan la euforia porque nuestro organismo libera dopamina, oxitocina y endorfina, responsables de la sensación de placer, las mismas hormonas que disminuyen el riesgo de depresión. A más goles de tu equipo, más descargas de los neurotransmisores de la alegría, que compensan las sensaciones negativas. Sin embargo, cuando no se alcanzan los objetivos, la frustración deriva frecuentemente en ira. Entonces, se anula la parte más lógica y congruente del cerebro y se busca un culpable de nuestra sensación de malestar, una especie de chivo expiatorio: tal o cual jugador, el entrenador, incluso el equipo entero».
Por último concluye: «Creo que el hincha del Rayo es lo que los psicólogos llaman un «pesimista positivo». Prevé el peor de los escenarios y se acostumbra a hallar goce aun cuando las cosas no salgan bien. Las posibilidades de disfrute y de felicidad a largo plazo son mayores que las del «optimista negativo», es decir, el que cree que hay que intentar cualquier empresa porque se ve con posibilidades de triunfar, pero se cabrea cuando se frustran sus expectativas«. Se refiere al Rayo Vallecano pero bien podría aplicarse también a lo visto con el Rayo Majadahonda.
Bueno tampoco es para tanto porque va a parecer que a la afición estaba encantada con la derrota.
En todo caso, los tímidos aplauso (había aficionados del Ferrol repartidos por todo el campo aplaudiendo a los suyos y se mezclaban, no nos equivoquemos), iban dirigido a la entrega y al esfuerzo. En este equipo la lucha no se negocia y si hay buen futbol también entonces perfecto.
A pesar de la desconexión total que hay entre afición y dirigentes / propiedad es absoluta por sus nefastas decisiones o falta de estas, y que veo difícil de recuperar por la actitud cerrada de estos, prepotencia y su peseterismo, estamos siempre con los jugadores los actuales y los anteriores que son los que han llevado al club a donde esta ahora partiendo de la nada y todo ello sin los actuales dirigentes.
Me ha encantado el video de la piña en vestuarios que ha colgado el club en su twiter. Vemos el compromiso de los jugadores, cuerpo técnico y demás miembros del equipo y se lo devolveremos sin duda con más aplausos y agradecimiento.
Grande Casado auténtico capitán, por sus palabras en vestuarios y animo a todos los jugadores, estamos con vosotros sin duda pero como somos exigentes, hay que mejorar mucho.
Vamos Rayo.
Nos han pasado todos los clubs de Madrid….
¡Fuerza equipo! 💪🏽 #VamosMiRayo⚡️
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No se me olvidan los 25€ que nos clavaron el año pasado por cada niño pequeño para entrar al “Estadio”. Cada uno acaba donde se merece…
Los merecimientos se ganan jugando al fútbol en el terreno de juego, no por el precio de las entradas… y si te refieres al año pasado donde terminamos fue jugando play offs de ascenso… de todas formas los niños tenían que tener precios económicos en todos los campos.