Julio Iglesias y la autora del reportaje, Mónica Arrizabalaga

LIDIA GARCIA. «La segunda vida de Julio Iglesias. Un accidente de tráfico en su juventud lo dejó paralítico durante año y medio y truncó su carrera de guardameta en el Real Madrid» es el título de otro de los reportajes de Mónica Arrizabalaga en ABC que tienen por escenario Majadahonda. En el texto recuerda que este miércoles 23 de septiembre de 2020 Julio Iglesias cumplió 77 años… y 58 de su segunda vida, la que comenzó tras el accidente de tráfico que sufrió en su juventud casi en la misma fecha. «Estaba de fiesta con sus amigos, celebrando su 20 cumpleaños, cuando a las dos de la madrugada del 22 de septiembre de 1962 el coche en el que viajaban se estrelló contra unos arbustos en Majadahonda, al norte de Madrid. Para este joven estudiante de Derecho, que había fichado como guardameta por el Juvenil B del Real Madrid, nada volvería a ser igual».


EL HOSPITAL: «Despertó horas después en el hospital Eloy Gonzalo. El parte médico fue demoledor: no podría volver a andar. Mariano Méndez Vigo, que conoció a Julio Iglesias al poco de su debut triunfal en 1968, contó que aquel desgraciado accidente automovilístico «quebró las ilusiones y las muchas esperanzas de este muchacho, que jamás se entregó a la desesperación, dejándole paralítico por más de un año e inútil, de por vida, para la práctica del deporte. Todo un mundo se había venido abajo, pero… En la cama de una clínica madrileña Julio se aferró a la vida, la contempló con esperanza y despreciando dolores y desalientos cogió una guitarra y comenzó a cantar. ¡Qué ejemplo, Dios mío, para tantos y tantos que se hunden moralmente ante la menor adversidad! Julio estaba enterado de todo. Sabía de su imposibilidad física y perdurable para volver a jugar al fútbol y, sin embargo, allí, en la cama de una clínica madrileña, cantaba, hacía versos y tocaba la guitarra…».

LOS DOS MEDICOS Y EL ENFERMERO. El propio Julio Iglesias se lo confesó a Donald un año después en la revista «Blanco y Negro»: «En efecto, estuve paralítico durante año y medio. Y esto ocurría hace cuatro años. ¡Yo tenía unas enormes ganas de vivir, de vivir sin trabas físicas! Me operó el doctor Urquiza. Y mi recuperación se la debo al doctor Blanco Arguelles». El enfermero que se encargaba de su rehabilitación, Eladio Magdaleno, le regaló una guitarra para que ejercitara sus dedos. Fue su tabla de salvación. Sentado en la cama del hospital e inspirado en los pacientes de su alrededor compuso «La vida sigue igual», canción con la que ganó en 1968 el Festival de Benidorm. «Una canción moderna, de melodía grata, expresada con pasión y alegría por este licenciado en Derecho y ex guardameta juvenil del Real Madrid», la calificó Ángel Laborda en ABC. Desde entonces su fama creció como la espuma hasta llegar a convertirse con los años en el artista que más discos ha vendido en más idiomas en el mundo, el hispano que más discos ha vendido en la historia o el cantante europeo con más éxito comercial a nivel internacional. Afirmaba, sin embargo, que nunca había soñado con cantar. «Hace ocho años, si me hubieran dicho que tenía que cantar en público, habría reído de lo lindo. Pero ¡si me echaron del coro del colegio porque desafinaba como nadie!», le aseguró a Julián Cortes Cavanillas en 1975.

LA REHABILITACION. Las secuelas de su accidente le han acompañado de por vida. A Tico Medina le confirmaba en 1982 que la espalda le dolía y que usaba unas plantillas especiales para mitigar su sufrimiento, aunque en una conversación con José Eduardo Arenas subrayó que «la conocida debilidad que padecen mis piernas tras aquel suceso no representa ningún obstáculo para pisar fuerte, para mantener los pies sobre la tierra». Ya lo decía en la canción que a lo largo de su carrera ha cantado con tanto cariño: «Siempre hay por quién vivir y a quién amar, siempre hay por qué vivir, por qué luchar». EL PADRE. Tal y como recordaban Ana Mellado y Martín Bianchi con motivo de una nueva operación a la que se sometió en 2015, «su padre, Julio Iglesias Puga, ya por entonces un reputado ginecólogo, cerró su clínica para dedicarse en cuerpo y alma a la recuperación de su hijo. Los pronósticos de sus compañeros médicos no eran muy esperanzadores, pero padre e hijo protagonizaron una gran historia de superación. «No te he traído a la vida para que te quedes en una silla de ruedas», le espetaba una y otra vez su progenitor». No resulta extraño que en 1975 afirmara en una entrevista que el hombre más extraordinario que conocía era «sin duda alguna» su padre y que la muerte le daba «un miedo tremendo, porque la he visto muy cerca».

Majadahonda Magazin