AGENCIA EFE. «Yo pedí un control de su medicación, pero los médicos decían que una vez fuera (del centro) el control dependía de la familia», ha declarado la madre, que llegó a intentar trasladar a Bruno a la comunidad autónoma en la que ella reside, sin conseguirlo. Ha explicado además que, en las llamadas diarias de teléfono que tenía con el acusado, este le expresó que dejó de tomar la medicación para tratar su enfermedad «por miedo a que le dejara impotente». «Él estaba enfermo y no quería tomar medicación», ha narrado también una hermana del acusado en su declaración como testigo, que ha añadido: «Lo lógico hubiera sido que estuviera en un centro especializado, de hecho mi madre lo pedía». Tres inquilinos le han descrito como «peculiar» y «a veces incoherente» Según han contado las dos mujeres, la madre de Bruno no supo de su paradero desde que él tenía 3 años, cuando su padre «se lo llevó» con él a Canadá tras el divorcio del matrimonio, y hasta los 16 años de Bruno, cuando el acusado volvió a España. La madre, que llegó a contactar con el programa Quién sabe dónde para intentar encontrarle, ha explicado entre lágrimas que Bruno «tenía miedo a todo» y que «nunca fue violento». Las crónicas de la agencia Efe y La Voz de Galicia revelan como la burocracia falló en el control de Bruno, que de un niño desvalido raptado por su padre y convertido en enfermo mental se convirtió en «el descuartizador de Majadahonda». Resultado: dos asesinatos en La Sacedilla. Leer más.


La Voz de Galicia (Fran Balado): La vista arrancó hace dos semanas con la declaración del acusado, totalmente repleta de inconexiones, y a lo largo de este tiempo han ido desfilando todos los testigos ante un jurado popular. Ayer fue el turno de la madre y la hermana del acusado, Yolanda y Leticia, quienes, a petición de la defensa, se desplazaron desde Lugo para testificar. Antes de empezar a responder a las preguntas de los letrados, Yolanda, convertida en un manojo de nervios y lágrimas, tuvo que abandonar la sala corriendo. Una vez que consiguió tranquilizarse, regresó para denunciar presiones por parte de una supuesta psicóloga de la Guardia Civil para que intentara convencer a su hijo de que se declarase culpable, y que así esta «hablaría con el juez para que le cayese una pena menor», confirmó minutos más tarde su hija Leticia. Ambas se negaron. Tras su último ingreso en un centro psiquiátrico sus padres acordaron su traslado a Galicia, algo que comenzó a torcerse con un problema burocrático entre la sanidad madrileña y el Sergas, acerca de qué entidad debería asumir los costes del desplazamiento. En ese momento recibió el alta y se paralizó todo. Yolanda insistió en que viniese a Galicia, pero, según testificó, su exmarido cambió de opinión y se negó a colaborar económicamente desde la distancia en su manutención, cosa que ella no podía permitirse por carecer de empleo. Leer más.

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