Crescencio Bustillo recogiendo calabazas en Barcelona (años 50)

CRESCENCIO BUSTILLO. Retrocediendo en el tiempo que empezó mi vida y conviví en el pueblo de Majadahonda, he aclarado creo que lo suficiente su sistema de comunicaciones. Ahora trataremos otros temas, empezando por su economía y lo relacionado con ella. La economía del pueblo se basaba principalmente en la agricultura y sus derivados. Se labraba todo el término municipal sin excepción, si bien todo el terreno no era igual, pues mientras en la parte suroeste era una tierra negra, gredosa, que se daba bien para los cereales y leguminosas, en el resto era tierra suelta que, si no se le abonaba bien, daba escaso rendimiento. En esta parte principalmente se encontraban los viñedos, bastante importantes para la economía del lugar, que representaban un 30% de la ocupación en la superficie de todo el término. También había muchas higueras, algunos olivos y bastantes huertos aprovechando las márgenes del río, de los arroyos y otros sitios húmedos de sus valles, pues el terreno en sí era bastante ondulado y desigual. Había además una Dehesa Forestal de la comunidad del pueblo, que recuerdo que siendo yo pequeño la roturaron para su explotación los vecinos, tocándole a cada uno un lote de algo menos de una fanega de superficie.


Los primero años fueron bien, como era un bosque cerrado de matorral se aclaró hasta poderlo labrar, sacando grandes cantidades de leña. Se podaron sus encinas o carrasca, el trigo y la cebada se dieron muy bien, todo ello por una renta módica. Pero a los pocos años la tierra empezó a cansarse, ya no producía igual. Al mismo tiempo la gente acometía al arbolado, por lo que de nuevo se la dejó descansar yerma para pastos del ganado lanar. Y últimamente se la cedieron a la Diputación Provincial, que la repobló de pinos acotándola definitivamente.

Crescencio Bustillo

Entre los cereales que se sembraban estaba el trigo, que se hacía sobre los barbechos y el rastrojo de los garbanzos. Igualmente se hacía con la cebada pero en menor cantidad, pues solo se sembraba calculando cada uno lo que se pudiese cosechar para alimentar el ganado todo el año: mulas, burros y cerdos. Esto otro tanto sucedía con la avena, para los mismos fines, pero esta en rastrojos de la algarroba. El centeno se sembraba muy poco y en rastrojos de estos otros cereales. Únicamente las casas de labor fuertes solían sembrarlo con objeto de apilarlo en las heras en verano, a fin de que comieran las caballerías tranquilamente en las horas de descanso. El sobrante se utilizaba para moler y envolver los piensos con que se cebaba al ganado de cerda.


Algarroba dulce para chocolate © Dria Peterson

La leguminosa que más se sembraba era la algarroba, que se hacía sobre rastrojos del trigo y la cebada. El año que venía la primavera lluviosa era grande la cosecha, servía para desentrampar las deudas de los labradores y quedar buenos beneficios. Pero si no era así, estos se encontraban taciturnos y preocupados para poder pagar. La algarroba esta que se sembraba allí no es la otra del árbol, que se confunde y que lleva por verdadero nombre el Algarrobo. Aquella es pequeña como la lenteja, un poco más oscura. Y molida es uno de los primeros alimentos para piensos del ganado vacuno. También se empleaba para la fabricación de chocolate en una porción de mezcla razonable, por ese motivo siempre se cotizaba a buenos precios. La paja o deshecho de ella era igualmente cotizable, pues el ganado vacuno se la comía como una verdadera golosina.

Majadahonda Magazin