J. Federico Mtnez Utrera votando

J. FEDERICO MTNEZ UTRERA. El análisis electoral de los resultados del 26-M en Majadahonda arroja un panorama bastante diáfano para los próximos 4 años porque la inapelable decisión de los electores no deja lugar a dudas: el PP gana las elecciones a pesar de la pérdida de un concejal. Cs se consolida y aumenta en 1 acta su representación superando así su convulsa y nada fácil legislatura. Vox irrumpe desde 0 a 3 escaños en un fenómeno de idéntica magnitud sísmica que sustituye al que tuvo Somos/Podemos en la anterior legislatura. Y el PSOE aumenta 2 concejales, éxito personal de Manuel Fort pero romo en lo colectivo por parte de la estructura de su partido, ya que hace muy remota cualquier posible alianza o estrategia cara al Gobierno. Ideológicamente el resultado ha sido además aplastante: el bloque conservador y moderado gana 15-5 al progresista y tras tamaña goleada las excusas solo suenan a dislates de mal pagador. Y un axioma más que casi siempre se olvida: la culpa de nuestros éxitos y fracasos depende siempre de nosotros mismos y no de las imaginadas culpas de los demás. Sin embargo, escuchamos muy pocas autocríticas públicas en las formaciones que concurrieron a las elecciones.


La salida de Somos, Podemos e IU, condenados por los electores al extraparlamentarismo, fruto de su errática singladura en estos cuatro años (escisiones, cambios de portavoz, escándalos, liberticidios…) al igual que Centristas, que desoyó el clamor por la limitación de mandatos que incluso había aprobado el propio pleno, es fruto también de una decisión soberana y democrática. En el primer caso, la descomposición de este otro «tripartito» del que se habla menos (y parece lógico dado su resultado) es similar al que se está produciendo en el resto de Europa y que ya se experimentó en el mundo anglosajón hace décadas. Harían bien en mirar allí las alternativas menos ideológicas y de mayor anclaje en la sociedad civil que se están diseñando, dado el tamaño del desastre. Y en el caso del partido centrista, la necesaria renovación ya se ha convertido en obligación por mandato de los votantes, siendo un aldabonazo la irrupción de «Vecinos por Majadahonda», un partido que ha alcanzado con solo 1 año y pico de vida casi los mismos sufragios que el centrista, con 23 años fajándose con la política a sus espaldas y con 40 años desde que naciera aquella ya mítica Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez. Y un reconocimiento especial con ello a Mercedes Pedreira, que al igual que ya le ocurrió a Zacarías Maíllo (PSOE) y aún antes a Carmina Madrigal (UPyD), salieron de la política por la puerta grande de la dignidad personal.

El movimiento electoral de los que entran y se quedan deja pues una legislatura propicia para los pactos, que si bien ya se experimentaron en la pasada legislatura, terminaron entonces como el rosario de la aurora. Basta ver como quizás la batalla más cruenta de la campaña se dio entre PP y Cs, en términos tan fraticidas como la que protagonizaban Podemos y Somos. Algo más ejemplar o edificante fue la disputa entre PP y Vox o entre Centristas y Vecinos por Majadahonda, que deja abiertos caminos de concordia, al igual que la campaña de IU, que fue el menos beligerante entre los afectados por la fragmentación. Serán pues esos mimbres los que construyan los futuros caminos del diálogo con nuevos protagonistas y quizás nuevas plataformas. Pero ya a partir de ahora me voy a detener en los que han gozado del favor de los electores: en primer lugar el nuevo alcalde, José Luis Ustarroz (PP), al igual que Ana Elliot (Cs) y José Rodríguez (Vox), que parecen destinados a ejercer el papel de reforma o crítica constructiva, dejando la también necesaria función de pepito grillo a Manuel Fort (PSOE).

Quiere esto decir que se abre una inesperada oportunidad para pensar Majadahonda primero y abordar después los grandes retos que la ciudad dejó aparcados en una legislatura anterior y que ahora puede retomar con el impulso que las urnas han fijado: el sostén del privilegiado modelo de ciudad es común, pero los 3 partidos del bloque moderado con influencia sobre la acción de Gobierno (en la autonomía y en la capital parece que confluirán sin demasiados reparos) tienen que afrontar una meta. Y quiero hacer una propuesta: Majadahonda como capital o referente de la Zona Oeste de Madrid. Lo es ya por su sociedad civil, también en su estructura económica, empresarial y profesional, lo son sus clubes deportivos y sus deportistas, también su modelo tecnológico, su sanidad y su educación (pública y privada), su gastronomía o su comercio. Y en muchas cosas más. Por ello también debe serlo su modelo de vertebración política para abordar las necesarias reformas que todo organismo vivo necesita. Esta singularidad electoral (que no lo es tanto si observamos otros lugares de España) puede abordar con más músculo sus problemas, que no son pocos.

Propongo aquí 5 objetivos, compendio y resumen de los programas electorales:
1-La vivienda sobre todo para los hijos de los que ya vivimos aquí y para ello la regulación de la expansión de la ciudad en los páramos desérticos que la circundan quizás sea el primero, sin perder el modelo y diseño de baja altura y horizontal del resto de la urbe. Y además del «tipo lujo», que tanta prosperidad trae al entorno, otro más social que reduzca quizás megalómanas dimensiones en favor del acceso a apartamentos individuales o compartidos para jóvenes.
2-La modernización y eficacia de los servicios –siempre mirando el dinero público como si fuera propio para evitar dispendios, despilfarros, caprichos o arbitrariedades con la gestión de los impuestos– sin perder tampoco la externalización que tan buen resultado en costes y eficacia ha dado en la mayor parte de los casos, siempre llevada de un necesario y eficaz control municipal.
3-La mejora de la seguridad, que exige una reorganización del cuerpo local y una mayor presencia y vigilancia del nacional. Aquí se incluye tanto la seguridad personal, como la del patrimonio, la seguridad vial (que tras el caso del atropello y muerte del general Montes resulta ya una exigencia) o los ruidos e incivismo, que crispan de manera brutal la convivencia.
4-El problema del atasco y colapso en las horas punta del transporte, sin ocurrencias ni malabarismos (ocurre en todas las grandes ciudades del mundo), sino con estudios integrados en la zona donde se vive y una presión sostenida y común sobre las instituciones extramunicipales que los regulan, además de estrategias locales muy a pie de calle y con datos colectivos objetivos para mejorar los servicios.
5-La regeneración democrática junto con la constante y persistente lucha contra la corrupción y en favor de la moralidad y ejemplaridad públicas, que exigen arbitrajes independientes y profesionales en la opinión pública, neutralidad institucional y un papel severo de los poderes y contrapoderes constitucionales que las regulan (justicia y prensa). Puedo avanzar que voy a velar personal y colectivamente para que los compromisos adquiridos por los partidos durante la campaña, (cuya síntesis podrían ser estos cinco puntos), sean cumplidos. Y lo haré con la misma firmeza, tenacidad y exigencia que he mostrado hasta ahora. Y en ese camino espero que nuestros lectores y seguidores sigan acompañándonos de manera tan masiva como hasta ahora.

Majadahonda Magazin