Antonio Bustillo Hernández de 91 años.  A la derecha, Secundino Bustillo Bravo, primo hermano de Lucía Bustillo Descalzo y padre de Antonio Bustillo Hernández, con su nieta (hija de Antonio Bustillo Hernández).

TONY DEL VALLE. Apuntes de nuestra historia majariega. Antonio o “Macario” Bustillo Hernández tiene 91 años en el momento de escribir estas líneas en el mes de marzo de 2023. De Majadahonda, casado con María Antonia Labrandero Gala, hija del alcalde Julio Labrandero Descalzo, cuñado del recién fallecido Pedro Labrandero, es el único testigo directo que queda vivo y puede narrar lo ocurrido en Majadahonda recién terminada la guerra civil (1936-39). Tenía entonces 7 años. Antonio o “Macario” es el único majariego que se le puede llamar por dos nombres sin ser compuesto. En el Registro figura su nombre oficial Antonio y lo de “Macario” le viene por el parecido físico que tenía con su tío Macario. Aquí en estas líneas de historia viva de Majadahonda le llamaremos por su nombre de pila: Antonio. Y es que Antonio Bustillo Hernández, a pesar de sus 91 años, posee una memoria privilegiada y es el único testigo directo que aún vive y puede contar lo ocurrido en Majadahonda en el mes de octubre de 1939. Sin pausa y con detalle nos cuenta Antonio: “Recién acabada la guerra civil, pudo volver al pueblo la población que fue evacuada durante la contienda. Regresaron mujeres, niños y ancianos, y el panorama que se encontraron era desgarrador, no sabían ni tan siquiera ubicar dónde estaban sus casas, cada familia buscaban espacios y cobijos para pasar la noche e iniciar una vida precaria de supervivencia. La mayoría de la población se desplazó por las zonas de Huerta Vieja y el Abajón, dónde cada uno podía hacerse una chabola para refugiarse de las inclemencias del invierno que se avecinaba”.


Tony del Valle

Un grupo de mujeres, la mayoría casadas con niños que cuidar, alimentar y dar cobijo, quedaron en el pueblo para salir al campo en busca de unas ramas de leña para hacer fuego y pasar la noche. Entre otras, estaban Petra Montero Moreno, de 15 años, su madre Juana Moreno Rodríguez de 53 años, Virgilia Díaz Montero de 43 años, Alfonsa Morales Hizuela, de 29 años, Modesta Hernández Hernández de 67 años, Lucía Hernández Menéndez, de 39 años y que llevaba de la mano a su hijo Antonio Bustillo Hernández con 7 años, Apolonia Díaz Montero, de 39 años y Lucía Bustillo Descalzo, de 26 años -abuela de la concejal socialista Michelle del Valle-. De vuelta a Majadahonda, les dio el alto un guarda forestal llamado Tomás Rolán, persona con fama de “muy mala gente y hacer daño”. Las registró advirtiéndolas que no se movieran, que las acusaría del delito de “llevar entre los refajos de la ropa un poco de leña”.


Lucía Bustillo Descalzo, abuela de la concejal socialista Michelle del Valle. A su lado Lucía Hernández Menéndez madre de Antonio Bustillo Hernández

Le suplicaron, le rogaron que por favor no dijera nada y que solo llevaban un poco de leña para poder hacer la comida y calentarse durante la noche. Haciendo caso omiso de los ruegos, les dijo que no, dio parte a las autoridades pertinentes, fueron detenidas y llevadas a la cárcel de mujeres de Yeserías de Madrid, acusadas de robar leña en el Monte del Pardo, algo totalmente falso. Después de permanecer allí detenidas durante 24 horas, -nadie supo ni nunca contaron lo que les hicieron en las dependencias de la cárcel de Yeserías-, fueron condenadas a raparles las cabezas como castigo al delito anteriormente detallado, dejándolas salir de las dependencias carcelarias a altas horas de la noche. Todas volvieron llorando a Majadahonda de noche y andando por los caminos de la Casa de Campo, Monte del Pilar y El Plantío. Durante el trayecto, fueron paradas varias veces por parejas de la Guardia Civil que se quedaban muy extrañados de ver al grupo de mujeres todas ellas con las cabezas rapadas.

Foto de Majadahonda 1936

Solo hubo una de ellas que se libró de ser detenida: fue Alfonsa Morales Hizuela, que estaba amamantando a su hijo Juanito “Ubanillo”. Tuvo que demostrar que era cierto, la dieron un bote para que expulsara la leche y que efectivamente estaba amamantando a su hijo, librándose de ser detenida y rapada, con la advertencia de que la próxima vez no se libraría. (Continuará).

Majadahonda Magazin