osoro2«Recordad aquellas palabras de san Juan Pablo II cuando le eligen Papa y se asoma al balcón, y le dice a toda la gente que ve allí, a toda la humanidad: abrid, no temáis, abrid vuestras puertas, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo. Él hablaba a los fuertes, él hablaba a los poderosos que tienen miedo de que Cristo les quite algo de su poder. Y es cierto que Cristo, cuando entra en nuestra vida, quita el dominio de la corrupción, quita el dominio del quebrantamiento del derecho y de la arbitrariedad, quita las esclavitudes. Porque es esclavo el que no tiene libertad. Si a un ser humano le tapamos los ojos o los oídos, no oye bien, algo o mucha libertad le quitas. Si a un ser humano le cierras la dimensión trascendente, no le das la posibilidad de que pueda vivirla públicamente en la vida real, le quitas la libertad. Y todo el que hace eso es un dictador para los demás, crea la mediocridad en nuestro mundo». Con estas palabras, Monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, sorprendió a su auditorio de la Parroquia de San Tomás Moro de Majadahonda cuando la visitó el pasado domingo día 28 de febrero. El texto completo de su homilía decía así:


 

osoro1«Querido don Pedro, párroco de esta comunidad cristiana de Santo Tomás Moro; querido Joaquín, vicario parroquial. Queridos seminaristas. Hermanos y hermanas todos. Como podéis comprender, para mí es una gracia inmensa el poder estar aquí celebrando la Eucaristía, porque dice san Agustín que cuando el obispo se reúne en torno al altar del Señor, donde se hace presente realmente Nuestro Señor Jesucristo, hace ver a los cristianos que es de quien nos reúne de quien tenemos que hablar, que es de quien se hace presente de quien tenemos que alimentarnos. Que no son ideas. Es una persona. Es una persona que rehace siempre nuestra vida y que nos espera permanentemente para abrir nuestro corazón y nuestra existencia en las mismas dimensiones y medidas que lo abrió nuestro Señor, que siendo Dios se hizo hombre y nos enseñó a estar en esta tierra abriendo la vida entera y el corazón para que puedan entrar en el mismo todos los hombres».

osoro3«Queridos hermanos: hoy hemos proclamado esta palabra que acabáis de escuchar. Una palabra que nos da la oportunidad de descubrir la fuerza que tiene para la vida de los hombres lo que juntos acabamos de cantar en el Salmo 102 que se ha recitado, y en el canto al inicio del salmo y al final que hemos escuchado y acompañado. En el fondo, es una maravilla que hoy nos reúna a nosotros un Dios que nos dice que es compasivo y misericordioso, que tiene pasión por el hombre, por el ser humano, y que quiere abrazar a los hombres en la condición en la que estén, quiere hacerles ver que nos quiere, que nos ama. Queridos hermanos: esa pasión por el hombre, ese amor incondicional, es lo que el Señor quiere y desea que todos nosotros vivamos. Es importante que hagamos verdad en nuestra vida lo que nos decía el Señor en esa escucha que hemos hecho del Salmo: bendigamos siempre al Señor, nunca olvidemos todo lo que Él hace por nosotros, nunca olvidemos la cercanía de Dios, nunca olvidemos que dejarle entrar en nuestra vida supone dejarnos curar, dejarnos rescatar de cualquier situación que comprometa nuestra existencia, dejarnos abrazar por la ternura y por el perdón de Dios, dejarnos colmar por la gracia de Dios. Porque es Dios el que nos enseña los caminos reales, los verdaderos, los que tenemos que seguir todos los hombres. Por eso, nos dice el salmista al final del Salmo algo que a mí me sobrecoge: «Él nos levanta con su bondad». Y no creemos en un Dios tonto, en un Dios que pasa. No. Pero no nos levanta a la fuerza, no nos levanta regañándonos, no nos levanta echándonos. Nos levanta con su bondad. Él y su amor nos convence«.

osoro«Por eso, en esta mañana querría deciros tres cosas que creo que son especialmente importantes, y que acabamos de escuchar en la palabra de Dios. La primera de ellas, queridos hermanos: el Señor nos llama en estos instantes de nuestra historia y de nuestra vida a hacer experimentar la cercanía de Dios a los hombres. El Dios en quien creemos no es un Dios lejano, no es un Dios extraño a la vida de cada uno de nosotros. Como le pasó a Moisés -lo acabáis de escuchar en la primera lectura que hemos proclamado-, también a nosotros, como a Moisés pastoreando, el Señor se nos acerca en nuestra vida cotidiana. A veces es cierto que no nos damos cuenta de que es Él. Recordad cómo nos decía la primera lectura que Moisés vio arder una zarza: estaba ardiendo y a él la simple curiosidad le llevó a acercarse para ver qué pasaba, le impulsó a ir a ver qué sucedía. Y allí el Señor le manifestó tres realidades, como nos las manifiesta a nosotros también en el día a día, en lo ordinario de nuestra vida. Le manifestó por una parte: Mira, Moisés, descálzate, no seas terco, descálzate, vacíate de ti, quita tus egoísmos, relega tus intereses personales, no hagas que haya gente indiferente, no lo hagas. Es precioso después ver cómo el Señor le dice a Moisés: veo la opresión y la esclavitud de mi pueblo. Dios se fija en todo. Moisés no se había fijado en eso. No descartes a nadie, descálzate«.

osoro6«Queridos hermanos, es la única manera de escuchar a Dios, que nos sigue diciendo lo mismo que a Moisés: yo soy tu Dios, yo soy el Dios que es la verdad y te sitúa a ti en la verdad. Hace un rato he estado con unos jóvenes que se estaban preparando para la confirmación, y les he dicho que acercarse a Jesús es descubrir el verdadero carnet de identidad que tenemos nosotros. El gran drama de nuestro mundo es que el ser humano va sin carnet de identidad. Sí, tiene el que nos dan, y eso hace que no nos detengan. Pero las esclavitudes, los descartes, no los quita ese carnet, los quita el sabernos lo que Jesús nos dice que es el ser humano. Por eso, acercarnos a Jesús es comprender quiénes somos de verdad, qué es lo que tenemos que hacer. Acoger un carnet de verdad, con identidad verdadera, esto que nos dice el Señor: yo soy el Dios que es la verdad».

osoro9«En segundo lugar, fijaos que la cercanía de Dios, que es la que tenemos que hacer experimentar a los hombres, le hizo ver a Moisés aquello que Dios dice: he visto la esclavitud de los hombres, sus quejas, sus opresiones, sus sufrimientos. Qué maravilla, queridos hermanos. Qué maravilla. No somos una cosa más de las muchas que hay en el mundo. Para Dios, somos irrepetibles; Él se fija en nosotros, nos quiere, nos ama, nos abraza, somos sus predilectos, desea que salgamos de las esclavitudes que tenemos. Y por eso el Señor envió a Moisés a Egipto, para que con la fuerza de Dios, con la gracia de Dios, quitase las esclavitudes que padecía el pueblo. Hoy somos nosotros, queridos hermanos: lo mismo que envió Moisés a liberar con la fuerza de Dios, Él nos envía a nosotros a este mundo a sacar a los hombres de la esclavitud. La mayor de ellas, como os decía hace unos instantes, es no saber quiénes somos. No saberlo. No saber quiénes somos nos quita libertad, nos cierra las dimensiones más esenciales que un ser humano tiene que tener».

osoro7«Recordad aquellas palabras de san Juan Pablo II cuando le eligen Papa y se asoma al balcón, y le dice a toda la gente que ve allí, a toda la humanidad: abrid, no temáis, abrid vuestras puertas, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo. Él hablaba a los fuertes, él hablaba a los poderosos que tienen miedo de que Cristo les quite algo de su poder. Y es cierto que Cristo, cuando entra en nuestra vida, quita el dominio de la corrupción, quita el dominio del quebrantamiento del derecho y de la arbitrariedad, quita las esclavitudes. Porque es esclavo el que no tiene libertad. Si a un ser humano le tapamos los ojos o los oídos, no oye bien, algo o mucha libertad le quitas. Si a un ser humano le cierras la dimensión trascendente, no le das la posibilidad de que pueda vivirla públicamente en la vida real, le quitas la libertad. Y todo el que hace eso es un dictador para los demás, crea la mediocridad en nuestro mundo. Por eso, queridos hermanos, es cierto que el Señor nos dice: mirad, acercarse a mí, descubrir quién soy yo y quiénes sois vosotros, ¿es algo malo para el hombre?, ¿es que eso estorba a la sociedad, o es precisamente esa luz que quita toda la oscuridad, indiferencia, descarte, esclavitud…? ¿es que no merece la pena entregar esto? Por eso, hermanos, el Señor hoy nos invita en primer lugar a que hagamos experimentar la cercanía de Dios a los hombres. Hoy tenemos que salir de aquí todos, empezando por el arzobispo, diciendo: soy Moisés. Dios me manda como a Moisés, a entregar la cercanía de Dios, la libertad que Dios da«.

osoro10«En segundo lugar, el Señor nos ha dicho, como habéis visto en la segunda lectura de la carta de San Pablo a los Corintios, que vivamos con fundamento, que nuestra roca sea Cristo. Mirad, la vida se puede construir sobre arena o sobre roca. El Evangelio nos lo dice: construida sobre arena, cualquier viento o lluvia la hace caer; construida sobre roca, es firme, es segura, tiene apoyo, y tiene posibilidad también de dar apoyo a los demás. No ignoremos a quien da fundamento a la vida. No dan fundamento verdadero solo las ideas. Y éstas pueden ayudar a darlo si hay algo que es previo, que las hace surgir y que las pueda sostener. Solo las ideas pueden enfrentarnos, creyendo que la mía es mejor que la de los otros. Por eso, es importante que descubramos que aproximar a Jesucristo a quien da fundamento a la vida, a quien es roca, lo hagamos nosotros. Qué bien lo entendió san Juan de la Cruz. Al final de la Noche oscura, después de muchas dudas que él presenta, san Juan de la Cruz cuando se encuentra con Jesucristo dice una expresión maravillosa. Dice: «al fin encontré la dichosa salida». Esta es Cristo, es mi roca. Por eso, queridos hermanos, Cristo nos hace ver que Él nos da el camino, que Él nos da la vida, que Él nos regala la verdad. El apóstol San Pablo es un maestro en esto. Él experimentó la dirección de su vida, cómo cambió: cuando vivía de ideas, cuando vivía de estrategias, hizo cosas terribles, hasta mató; sí; o por lo menos ayudó a eliminar a cristianos de los primeros tiempos. El apoyo en Cristo le llevó a decir: todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo, con tal de ser, con tal de existir en Él».

osoro11«Queridos hermanos: en nuestra cultura, en la que estamos viviendo en estos momentos, en todas las partes de la tierra, no es un problema nuestro, en todas las partes de la tierra urge, para nuestra convivencia, para dar respuesta a la emergencia educativa de la que hablaba el Papa Benedicto XVI, para dar respuesta a la tremenda crisis antropológica de la que nos habla el papa Francisco en la Laudato si’ que padece nuestra cultura. Urge buscar roca, buscar fundamento. Seamos valientes los cristianos para vivir en este fundamento, que es Jesucristo. No es una idea. Aquí estamos muchos, podemos tener ideas distintas. Y solo a veces pueden ser legítimas. Pero cuando te acercas a Jesucristo y te dejas captar por la persona del Señor, esas ideas se van recomponiendo. Seamos cristianos no de ideas, aunque las tengamos, que es legítimo, sino de hombres y mujeres que dejamos entrar la persona de Cristo en nuestra vida, y que se hace verdad en nuestra vida aquello que san Pablo tan maravillosamente dice: «No soy yo. Es Cristo quien vive en mí»».

osoro13«Y, en tercer lugar, queridos hermanos, regalemos el amor mismo del Señor. Esta es nuestra misión. Lo habéis escuchado en el Evangelio que hemos proclamado, que es una maravilla: el Señor nos hace escuchar esas palabras que Él dice… ¿pensáis que eran más pecadores?, ¿pensáis que eran más culpables? Y el Señor dice: sed como el viñador de la parábola. Ese es Jesucristo, el viñador de la parábola. Cuando ve la higuera que no da fruto, el viñador es el que dice: aunque todavía no haya dado fruto, déjala, yo cavaré alrededor, le echaré estiércol a ver si da frutos, no la cortes ahora. Queridos hermanos: qué canto más maravilloso es esta página del Evangelio para nosotros. Para descubrir la paciencia y la misericordia que Dios tiene con los hombres, y que tiene con todos: conmigo, con vosotros. Es la paciencia de un Dios que cava, que nos da su gracia, que nos envuelve en su amor. Y cuando nos hacemos conscientes de ello cambiamos nuestra vida, nos convertimos. Él lo hace siempre amando; no lo hace insultando, lo hace con un corazón grande en el que caben todos los hombres. Nadie es indiferente para Dios, nadie puede ser tirado. El Señor sabe esperar, sabe dar oportunidades. Sabe. Anoche tenía una oración con jóvenes -esa oración de Luces en la Noche-, y yo salí muy tarde y me marché solo a casa. Iba de sotana, con el abrigo y con una bufanda tapado, sólo se veían las faldas de la sotana y el fajín. Y dos chavales que pasaban por allí, ya muy tarde, dicen: la Iglesia tiene que cambiar mucho. Y yo me vuelvo y les digo: pues claro que sí, ¿por qué no me ayudáis a hacerlo? Se quedaron los pobres… Les dije: si me invitáis aunque sea a una manzanilla, u os invito yo, charlamos y hablamos de los cambios que tenemos que hacer. Se quedaron un poco volados, los pobres. Y me fui con ellos. No hay nadie malo. Dios hace buenos a los demás. Si yo hubiese pasado de largo -es verdad que a veces hay que tener cuidado- pero si hubiese pasado de largo…».

osoro16«Hermanos: regalemos el amor del Señor. Quienes mejor entienden esto son las personas que creen que la persona puede cambiar. Y eso lo cree Dios. Lo cree ciertamente Dios. Nos lo ha revelado Jesucristo. Sabemos que Dios no puede faltar, acerquemos a Dios a los hombres, cavemos para que nosotros podamos ayudar a entrar en profundidad en la vida de las personas. Demos lo necesario para que experimenten el amor de Dios y la misericordia. Démoslo con fuerza. Esto es lo que hace el Señor con nosotros esta mañana, queridos hermanos. Es evidente: nos ha hablado y ahora se va hacer presente aquí, en este altar. Este Dios se hace presente en el misterio de la Eucaristía. Se acerca a nosotros, nos ama y nos da su vida. Por eso, esta mañana, yo, con vosotros, tengo que decirle al Señor: gracias, Señor, por darnos a todos esta oportunidad de convertirnos y de dar una versión nueva, no solamente a nuestra vida, sino a todos los que tengan contacto con nosotros y nos encontremos por el camino. Esta fue la versión que dio santo Tomás Moro a la vida. Esta. En la vida social, en los problemas de su tiempo. Queridos hermanos: tenéis un patrono importante, en el que hay que fijarse. Pero sobre todo tenemos un Dios que viene a abrazarnos, haciéndose presente. Acojámosle. El primero el arzobispo, para que sea alguien que indique caminos. Yo estoy seguro de que si tenéis un obispo santo, haremos algo. Si tenéis alguien que desorienta o que os confunde y crea enemistades entre unos y otros, no hacemos nada. Pasaremos por la vida… Ahora que ya me conocéis y veis la pinta, rezad por mí. Yo rezo siempre por vosotros. Amén».

Fuente:

Archimadrid

Majadahonda Magazin