FRANCISCO ORENGO GARCÍA. MJD es el órgano informativo on line más consultado en la zona Oeste de Madrid, según nos informaban recientemente. Por esta razón me animo a escribir estas líneas que pretenden hacer reflexionar sobre el “estilo”, “el tono” y la intencionalidad informativa (llamémosle así) de lo que se publica por los medios de comunicación (TV, radio y prensa en general). Resulta que llevamos una muy larga temporada soportando una actitud informativa que en muchas ocasiones resulta realmente repugnante. Se trata de continuos artículos, notas informativa y “realities” de todo tipo que denostan, insultan, menosprecian y criminalizan a personas, organizaciones y partidos políticos. Un auténtico “hooliganismo” en el todo parece valer, se nos ha instalado en la vida informativa, en la comunicación.
Actualmente prima el ataque “ad personam”, sin entrar en análisis alguno de conductas, ideas o pensamientos. No: solo se pretende agredir de manera chabacana y de bajar el nivel a lo ínfimo, a la agresión provocadora y al ataque personal descalificador. Esta actitud deletérea para la vida en comunidad, para la preservación del respeto, la cultura y el buen trato, es enormemente nociva para la convivencia social, familiar y política. No es solo un problema local. Esta plaga está extendida en el ámbito internacional en todos aquellos países con un mayor auge “populista”. Pareciera que las masas enfadadas deben o tienen el derecho a insultar, a chillar y a molestar de todas las formas posibles.
Se extiende el imperio de los sin-ley y las democracias van perdiendo paulatinamente margen civilizado de maniobra. Este retroceso continuo se manifiesta en la osadía de los que se atreven a atracar, a drogarse con todo tipo de drogas legales o no, también a saltarse las leyes porque creen que están en su derecho y pueden hacerlo. Ante este estado de cosas, creo fundamental que los medios de comunicación, como el mismo MJD, cuiden de manera extrema estas cuestiones. Sobre todo, porque si terminamos haciendo el ambiente convivencial irrespirable, vamos a terminar mal, muy mal.
O nos va a caer una nueva dictadura, nacional o internacional, o nos van a poner contra la pared virus y enfermedades. Hay que respetar y darse a respetar. Aquí en Majadahonda, en España y en otros muchos lugares donde la corrupción ha arrasado con la decencia, florecen secuelas a medio y largo plazo de un ambiente gansteril, de un nivel ínfimo que no puede ser mostrado una y otra vez por los media. Por todo ello, les ruego filtren bien lo que se publica u obliguen a los que publiquen en su medio a cumplir con unas normas deontológicas que no dañen a la población machacando la sensibilidad, la estética y sobre todo la confianza en los demás. Gracias.
J. FEDERICO MTNEZ. Hace unas semanas tuve la oportunidad de ejercer como anfitrión de una masterclass en Next IBS, la Universidad de la Zona Oeste de Madrid cuyo posgrado mayor arraigo posee en América Latina. Por su Máster Oficial de Comunicación Política Avanzada, adscrito a la Universidad de Lleida, han pasado políticos de Majadahonda como Borja Cabezón, Narciso de Foxá, Zacarías Martínez Maíllo o Ismael Rastoll. Y en esta ocasión junto a Jesús García, ex director de Comunicación de Iberdrola y pionero en la información de Bolsa en España, intervino Jesús Cacho, fundador de «El Confidencial«, con el que tuve el privilegio de trabajar como primer diario digital en español, aunque ahora ejerce como editor y director de «Voz Pópuli«, que sigue sus pasos.
Jesús Cacho realizó una intervención extraordinaria, como plasmaron numerosos alumnos en sus trabajos, y uno de ellos mencionó «un soplo de esperanza para los que pretendemos ejercer como periodistas en los próximos años». Cacho habló de la “tormentosa y difícil relación” entre los medios de comunicación y el panorama económico y político, unido por un constante nexo de conflicto y cooperación. Y quiso dar varios consejos a los futuros periodistas: al Periodismo no se viene a hacer amigos, sería el primero. A los periodistas les tienen que temer y eso implica que les respeten, por eso tienen que elegir de qué lado de la barrera están, entre los lectores/espectadores/oyentes o en el lado del poder. Además les tiene que gustar lo que hacen, porque el periodismo es la «profesión total”, se es periodista las 24 horas del día y todos los días del año. Y debe hacerse sin prejuicios ni anteojeras para saber alternar al tiempo con príncipes y mendigos.
A los políticos (y al resto de las fuentes en general) les instó a ser sinceros con la prensa porque “las mentiras tienen las patas muy cortas”. Que no intenten nunca engañar al periodista o se convertirá en su mayor enemigo, le labrará una mala fama y les perseguirá hasta el fin de sus días, lo que además redundará negativamente en la organización a la que representan. Todo ello, junto con la fidelidad perruna a las fuentes y su compromiso de confidencialidad e inviolabilidad, es lo que hace de esta profesión un «oficio de titanes», que luego se ejerce con mejor o peor fortuna ante casos diarios concretos, que anualmente son cientos o miles. Tras muchos años -quizás demasiados– ejerciendo el periodismo como corresponsal parlamentario a la sombra y cobijo del poder en el Congreso de los Diputados, el derrumbe de los medios analógicos hizo «tabula rasa». El vedettismo, para la mayoría de los informadores, había terminado.
Tuvimos que empezar por el principio: la humildad que significa reducir nuestra función simplemente a contar noticias e historias, solo con el ojo puesto en la frente del lector, nunca del poderoso. Y recibir a cambio un modesto óbolo nunca mayor que el de un indigente a la puerta de una iglesia. O la incomprensión generalizada del vulgo inculto o ignorante, cuando no el desprecio de los prepotentes y de los cobardes. Si no es así, no se estará haciendo bien el trabajo. A mi admirada Carmen de Burgos «Colombine», primera mujer periodista española a quien tuve el honor de biografiar, la parafraseo con sus hermosas palabras: «Detesto la hipocresía y como soy independiente, libre y no quiero que me amen por cualidades que no poseo, digo siempre lo que pienso. Así, los que me quieren, me quieren de veras. Los que me detractan por la espalda, se quitan el sombrero delante de mí. Jamás pensé en el medro personal a costa de mi libertad o de abjurar de mis convicciones”. Este es solo otro punto de vista, ahora que vienen tiempos recios. O que nunca se fueron y ahora nos tocan de cerca. Y pretende ser el contrapunto a una visión más cómoda y placentera (que conozco porque también la practiqué) de lo que otros legítimamente piensan que debe ser la labor del Periodismo.