VICTORIA GARCÍA PASCUA. “El trabajo de soporte psicológico que estoy realizando me reporta una satisfacción infinita desde varios puntos de vista. Trato con personas en una situación vital comprometida a las que doy un apoyo que consiste en escucharles y entender por qué se sienten así. El voluntariado me ha dado la oportunidad de desarrollar distintas facetas. Es la ventaja de una organización como Cruz Roja”. Quien así se expresa es Oscar Torresano, voluntario del equipo de salud de la Asamblea Comarcal de Cruz Roja Majadahonda-Las Rozas. Es psicólogo educativo desde 1999, técnico en prevención de riesgos laborales, Seguridad, Higiene y Ergonomía, psicólogo clínico legal y forense. Oscar realiza talleres de bienestar emocional, en los que se abordan temas como la ansiedad y la expresión de emociones. Además, da charlas para colegios sobre diversos temas, como las adicciones sin sustancia.
TALLERES DE BIENESTAR EMOCIONAL: Los talleres de bienestar emocional los inició en el Centro de Mayores “El Baile”, en Las Rozas. Son talleres presenciales, aunque hay la posibilidad de hacerlos online. Explica que muchos de los que acudieron a los talleres eran cuidadores de personas mayores o de enfermos: “Hay que poner mucho en valor la labor que están haciendo. Es un trabajo poco o nada agradecido, pero que exige una dedicación muy plena y una responsabilidad muy grande”. Para Oscar, el cuidador debe vigilar cuanto se involucra en el cuidado de una persona, a nivel emocional. Si no es familiar o amigo, el fallecimiento de esa persona puede impactarle mucho porque se trata de seres con los que establecen lazos emotivos. La reacción es más fuerte si el cuidador es pariente de la persona que fallece. Puede sufrir un bajón tremendo. “La única forma de ayudarles es con formación, acompañamiento y reconocimiento a la labor que desarrollan. Necesitan descargar y acompañamiento emocional”, subraya.
LA PANDEMIA: Para Oscar, la pandemia ha incidido en nuestra salud emocional. “Somos personas sociales y sociables que necesitamos relacionarnos. Y, aunque nos hayamos relacionado en nuestras casas, nos han robado una parte muy importante de nuestra vida social y nos han cambiado las rutinas. Y eso se refleja en el aumento de gente que acude al psiquiatra o al psicólogo y que presenta trastornos pequeños o grandes, incluidos intentos de suicidio”. Aunque es verdad que muchos han salido reforzados, hay otros que necesitan ayuda. “El colectivo que más ha sufrido las consecuencias es el de las personas más vulnerables, como gente mayor, personas solitarias, dependientes y niños”. Los que tienen menos capacidad de digerirlo acaban rallando la incomprensión y viven una situación que no controlan. Y ahí se disparan las alarmas: depresiones, ansiedad, manías… Ante estas situaciones se aconseja: compartir, jugar, estar al aire libre, establecer rutinas, ejercicio etc…: “Hay un grave problema de salud mental derivado de la pandemia. Y lo que no paguemos ahora lo pagaremos mañana”. Oscar añade que, cuando un daño psicológico dura más de 2 años sin que se aplique un tratamiento, las posibilidades de que se convierta en secuela son mucho mayores: “Hay que volver, en la medida de lo posible, a las costumbres que siempre hemos tenido. Lejos de las pantallas, sin tablets ni teléfonos, que han sido nuestro refugio en la pandemia».
TALLERES EN LOS COLEGIOS: “El primero en el que trabajó el equipo fue uno de adiciones sin sustancia, Se trata de un problema bastante desconocido. Se producen con pantallas y pueden estar relacionados con el ciber acoso, el bullying, el juego online, compras, pornografía e incluso adicciones a personas. Con estos talleres hemos hecho gira por varios colegios y hemos llegado a unos 1000 alumnos del colegio Zola de Las Rozas y el de las Reparadoras en Majadahonda. Han sido muy bien recibidos, especialmente por los profesores, ya que se imparten en horario escolar. Para detectar si un chico o una chica tienen una adicción, es fundamental que los padres estén atentos a su comportamiento y hablen mucho con él o ella. Hay que controlar el tiempo que pasan delante de una pantalla. Al principio la usan para satisfacción y luego se cambia de esa fase impulsiva a una compulsiva, en la que están delante de la pantalla para no sentirse mal. Porque no saben qué otra cosa hacer. Se disminuye el entorno social y puedes detectar que mienten, porque pierden la concepción de la realidad y del tiempo. Eso es la dependencia. Para terminar, Oscar indica que hay que enfrentarles con la realidad de las horas que dedican a los juegos, mediante una comunicación fluida y estableciendo normas entre las dos partes. A veces se hace un contrato escrito con un horario, por ejemplo y es bastante efectivo. Sirve para enfrentarles con ellos mismos», concluye.
Sin duda, estoy de acuerdo con el articulo.
En general, con la pandemia, nuestro comportamiento cambió, y ya no volvemos atrás.
A mi me dijeron que me llamarían en una semana y sigo esperando. Yo me pregunto ¿hasta cuando aguantaré?