David Felipe Arranz en fotos de ©Victoria Iglesias

LIDIA GARCIA. «España sin resolver. Crónicas de la postransición» (Pigmalión, 2021) es el último libro de David Felipe Arranz y en esta entrevista el autor continúa su colaboración con MJD Magazin que comenzó espontáneamente con la sinopsis de un artículo sobre la corrupción del PP en Majadahonda y Boadilla y continuó con los elogios a este modesto medio de prensa local, del que llegó a escribir: «Majadahonda Magazin es un excelente digital con un bonito diseño y dinámico». En esta ocasión, aborda la situación económica y declara: «España es el único país cuyos políticos se van de viaje con fondos públicos a poner a parir su país: como Pablo Casado, que le soltó en 2018 en Salzburgo al entonces presidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker que él estaba bien, pero que España era un desastre; o la que acaba de liar Alberto Garzón con las macrogranjas y la carne española de mala calidad en The Guardian, lo cual es peor, porque tienes a un ministro del propio Gobierno escarneciendo al país. De todas formas, a ninguno de los dos se les ven muchas luces y, como el resto, son difíciles de definir, porque no hay uno de cada uno, sino muchos de cada uno y al mismo tiempo».


Lidia García

¿No es la decadencia económica un síntoma o causa de la decadencia democrática? -Creo que es al revés, si acaso un síntoma. La decadencia democrática conlleva la decadencia económica. El PIB, que es el indicador más fiable del poder económico de un país, muestra una gráfica descendiente con respecto a la participación de la industria en las cifras de esta década: el de la agricultura es constantemente paupérrimo y el del sector servicios es máximo. España es un Estado de servicios públicos, hostelería, turismo y cabaret: no produce, no genera ni transforma bienes materiales, sino que satisface necesidades inmediatas que van y vienen. Esto es muy significativo y define a una sociedad que ha vivido del ladrillo y a un Estado que no invierte demasiado en I+D+i (en 2014, el sector tocó fondo con Rajoy): la media europea es del 27% y hasta de un 99% en China, por ejemplo. La “nueva normalidad” es un bar abierto que cierra de madrugada, un presidente que quiere que le pongan un chuletón al punto e imbatible, el karaoke nocheriego en el que Díaz Ayuso canta por Raphael con su peluquero…


David Felipe Arranz en el Congreso con su libro ©Sara Ropero

¿Se deberían regular las puertas giratorias de los periodistas como en el caso de los políticos o sería peor el remedio que la enfermedad y sería mejor ahondar en la transparencia, la declaración de intereses y la libertad de expresión como antídoto? -Estas puertas giratorias no se van a regular ni falta que hace, y son indecentes, porque el periodista es un servidor de la verdad, un informador de la trastienda del poder: las sociedades que gozan de un sistema de medios saneado son las más sanas democráticamente. Allá cada uno con su conciencia, porque comer del periodismo está cada día más difícil, pero tampoco está la cosa como para que te prostituyas sirviendo a los amos de la política. Las emociones que ofrece la política al periodista se hacen espectáculo cuando el político compra al repórter, al cronista parlamentario. Antes, la emoción del periodismo en España estaba ser la mosca cojonera del gerifalte de turno, con estilo y metáfora, con cultura y temeridad, en la radio y en la prensa escrita sobre todo: se enseñoreaban y endiosaban y ahí estaba uno para sacarle las vergüenzas y levantarle las alfombras o abrirles el armario para que saliesen los cadáveres y las queridas.

¿Quienes mandan ahora? –Ahora mandan Mark Zuckerberg, los piratas informáticos y los “youtubers” de Andorra, pero la opinión pública es ciclotímica y olvidadiza. Basta echar un vistazo al catálogo de «Espejo de España» y de Sedmay para ver cómo tenían de bien amueblada las cabezas los políticos del establishment transicional. En esta línea y contestando a su pregunta, el mítico periodista Antonio Álvarez Solís publicó un esclarecedor volumen al que bautizó «51 historias políticas, 19 relatos inmorales y 2 cuentos indecentes» (1976). Francisco Umbral, Eduardo Haro Tecglen, Juan Marsé son figuras irrepetibles y a ninguno se les hubiese ocurrido ser portavoces de ningún partido, ni mucho menos cobrar de ellos… Manuel Vicent, Rosa Montero y Ángel Antonio Herrera continúan esa tradición, y pensadores-creadores como César Antonio Molina o Javier Gomá trascienden esa actualidad y la regurgitan en forma de aforismo sapiente.

Majadahonda Magazin