Desde Majadahonda: «La sociedad nos pide a gritos participación real y concreta en la política y no solo ser opinadores en serie a través de las redes sociales»

LISANDRO PRIETO FEMENÍA. *Docente. Escritor. Filósofo. “El incompetente siempre se presenta a sí mismo como experto, el cruel como piadoso, el pecador como santurrón, el usurero como benefactor, el mezquino como patriota, el arrogante como humilde, el vulgar como elegante y el bobalicón como intelectual” (Carlos Ruiz Zafón). “El primer acto de corrupción es aceptar un cargo público para el que no se está preparado”, es un refrán muy citado en redes sociales y medios gráficos, inexplicablemente valorado de manera virtual pero intencionalmente olvidado en el plano de lo fáctico y real. Durante este mes de abril (2023), a un mes de las elecciones municipales en Majadahonda, intentaremos reflexionar en torno al total divorcio, a nivel global, producido entre el oficio del político y la virtud de la idoneidad, entendiendo a la misma como la cualidad de “adecuado” o “apropiado” que se le otorga a una persona por su quehacer en el marco de una tarea muy concreta. En algún sentido, todos somos idóneos para algo, o al menos pretendemos serlo, pero es indudable que no lo somos para todo lo que se nos proponga. Pero cuando se trata de la función pública, la cosa se complica: queda en nuestras manos la decisión de modificar, mejorar, empeorar o entorpecer la vida de otros bajo nuestra responsabilidad (o irresponsabilidad).


Lisandro Prieto Femenía

Jamás en mi vida me hubiese imaginado que un personaje del reality “Gran Hermano” pudiera ser capaz de despertar en mí un ápice de pensamiento, sin embargo, aquí estamos. Resulta que en una entrevista televisiva en un programa de periodismo político se le pregunta a un «ex-integrante» de la casa por una supuesta convocatoria por parte de partidos políticos para que represente a algún distrito en las próximas elecciones. Acostumbrados a ver vedettes, payasos, ex humoristas, cantantes, ex deportistas, etcétera sentados en los escaños del Honorable Senado de la Nación, muchos hubieran naturalizado, e incluso, abrazado la idea incluso de votar al personaje de no ser por su majestuosa respuesta: «Imposible, no soy idóneo para realizar labores políticas», respondió con un grado de honestidad que me dejó perplejo.


La política sigue siendo una actividad, oficio y arte y lo seguirá siendo a pesar de los políticos

Pues bien, resulta que para ser presidente, diputado, senador, gobernador, ministro, secretario o subsecretario de gobierno, intendente, concejal, nada de lo que acabo de mencionar en el párrafo precedente tiene sentido alguno. Y no, porque evidentemente la política como actividad, como oficio, como arte, dejó de ser un trabajo calificado para quienes tengan el interés y la preparación correspondiente, para convertirse en un concurso de popularidad mediática medida permanentemente mediante encuestas carísimas realizadas por consultoras de dudosa procedencia. Lo importante, lo esencial, son likes, seguidores, views y millones de comentarios inútiles que nadie lee como capital simbólico fundamental para posicionarse como potencial elegible representante del pueblo.

Política: «Tampoco se puede exigir a un representante del pueblo rasgos divinamente distintivos y loables que no están presentes en la sociedad que pretende representar»

Dicho esto, es preciso señalar que tampoco se puede exigir a un representante del pueblo rasgos divinamente distintivos y loables que no están presentes en la sociedad que pretende representar (en nosotros mismos). Hasta donde sabemos, los representantes políticos no son importados de otro planeta ni nacen de un repollo: en muchísimos casos, son un reflejo a grandes rasgos de la comunidad que los puso en ese lugar. Así que, pues, a no lavarnos las manos: no es posible exigir ética y moralidad intachable y estricto cumplimiento de la legalidad al mismo tiempo que se nos hizo costumbre evadir impuestos, cruzar el semáforo en rojo, arrojar basura en cualquier parte, etcétera. Si, de alguna manera notamos que la vara está demasiado baja, es porque tal vez nosotros estamos tomando mal las medidas en nuestro accionar cotidiano. Con ello no pretendemos de manera alguna justificar las salvajadas y atrocidades que 2 o 3 impresentables toman en nuestro nombre, pero nunca perdamos de vista nuestro rol en cuanto agentes activos de una sociedad que nos pide a gritos participación real y concreta que exceda nuestra capacidad de ser opinadores seriales en redes sociales.

Política: «Las críticas a los políticos caen en saco roto si nosotros mismos nos comportamos como egocéntricos, disociados, individualistas y superfluos»

Consecuentemente, es necesario que reflexionemos sobre este asunto, puesto que las denuncias que proferimos permanentemente hacia los políticos de egocentrismo, disociación de la realidad, falta de compromiso y accionar ante problemas acuciantes que requieren de urgente tratamiento y de seriedad en el desarrollo de las gestiones pertinentes para apuntar a un «bien común», si bien son lícitas y necesarias, caen en saco roto si nosotros mismos nos comportamos como egocéntricos, disociados, individualistas y superfluos: quien firma las resoluciones y toma las decisiones llegó allí con cierta anuencia nuestra, a pesar de haberlo olvidado al día 1 de su gestión, y fuimos y somos nosotros (y espero que no sigamos siendo) quienes hemos decidido ser representados durante décadas por ese paradigma de funcionario. No se confundan, él no es «un otro distinto a mí, con más poder», es un «igual a mí, con poder». (Continuará). *Artículo enviado a MJD Magazin este mes de abril (2023) por Lisandro Prieto Femenía, docente, escritor y filósofo argentino de 34 años, papá de Pilar. Sus escritos son publicados en toda Hispanoamérica, España, EEUU y Canadá y en ellos pretende acercar la filosofía a la lectura cotidiana de todos los ciudadanos de a pie, convocando a reflexiones que interpelan nuestra cotidianidad que nos invitan constantemente a repensar críticamente nuestra existencia.

Majadahonda Magazin