
El escritor Federico Utrera (Majadahonda) coincidió con Mario Vargas Llosa en un acto en la Feria del Libro de Madrid. Los presentó el editor Juan Cruz y fruto de aquel inesperado y espontáneo encuentro surgió este artículo, que recoge su libro «Cordel de Extraviados (Literatura y Arte)»
FEDERICO UTRERA. *Artículo recogido en el libro «Cordel de Extraviados. (Literatura y Arte)», que recoge sendos encuentros en la Feria del Libro de Madrid con el escritor Mario Vargas Llosa y en el «Congreso Internacional Surrealismo Siglo 21» con el pintor y escultor peruano Fernando de Szyszlo. El torrencial genio creador de Mario Vargas Llosa ha sido comparado con los de Balzac, Víctor Hugo, Sartre, Tolstoi, Flaubert, Dostoievski y Faulkner y la dicha de sus primeros 13 años como español nos permite alborozarnos más de cerca por la fecundidad de nuestro compatriota. Pero dejemos al gran público aplaudiendo sus grandes éxitos y quedémonos por un momento con sus equivocaciones. No tuvo fortuna como poeta, a pesar de sus versos en «Estatua viva», tampoco como político, en su aventura —o más bien desventura— como aspirante a presidir su Liliput llamado Perú, y ni siquiera consiguió acariciar su sueño de pintor. A cambio, nos deja interesantes incursiones sobre la pintura, desde las más recientes acerca del desquiciado Paul Gauguin y su abuela, la heroína feminista y obrerista Flora Tristán en «El Paraíso en la otra esquina», hasta sus esfuerzos más célebres por reunir literatura y pintura en una ficción, como «Los cuadernos de don Rigoberto», donde a través del casi medio centenar de artistas que asoman, deja entrever sus filias por Egon Schiele, Balthus, Botero, Chillida, Grosz y Szyszlo y sus fobias por Warhol, Matta, Kahlo y Tapies.
PERO ES EN UNA DE SUS OLVIDADAS OBRAS DE TEATRO, «OJOS BONITOS, CUADROS FEOS», donde aborda sus mejores reflexiones a través de Aldo Zanelli, crítico de arte homosexual y armarizado, que admite como los pintores fracasados suelen ser excelentes analistas. Zanelli a veces aprovecha su estatus como líder de opinión para lanzar reproches a otros pintores mejores que él sólo por envidia. De hecho, le dice a sus alumnos que se puede ser pintor con sólo dedicación y disciplina, cuando él, por experiencia propia, sabe muy bien que es falso y que se debe tener talento para ser artista. Pero como es acusado de embaucador y farsante, nunca queda claro del todo si este bien formado y amargado crítico dice la verdad sobre sus denostados compañeros de gremio. Esto nos lleva de pleno a Fernando de Szyszlo, arquitecto inacabado y el pintor peruano vivo más relevante del momento, al que el azar objetivo me ha imantado junto al cubano Jorge Camacho y la colombiana Patricia Tavera.

Mario Vargas Llosa fue un pintor frustrado, pero dejó en algunos de sus libros su gusto por la pintura, según recoge este ensayo de Federico Utrera que también dibuja su amistad con el artista peruano Fernando de Szyszlo
TAMBIÉN A VARGAS LLOSA, QUE LE HA DEDICADO COMENTARIOS con tanto corazón y tino como los que ha dirigido a Vermeer, Picasso, Mondrian, Rothko, Tamayo, Zadkine y Motherwell, otro sureño californiano del que, por cierto, se expone ahora obra gráfica en la madrileña Galería Estiarte. Szyszlo estaría de acuerdo con el Zanelli de Vargas Llosa, pues fue un pintor que necesitó mucho tiempo para aprender bien el oficio y en esto le gusta parafrasear a Balzac cuando compara a los seres humanos con las plantas que requieren ser podadas, cuidadas y regadas para no marchitarse. En su admirable libro de ensayos titulado «Miradas Furtivas», que confirma la regla de todo buen pintor como excelente escritor (Leonardo, Dalí, Chirico, Balthus, Barceló, etc…), asegura Szyszlo que no todos los artistas tienen el don del talento como Velázquez o Rafael, pues si Cézanne hubiera muerto a los cuarenta años, hoy no existiría en las enciclopedias. “Tenía una mano pesada y su aprendizaje fue lento y difícil”, concluye.

«De su amigo Fernando para Federico Utrera en recuerdo de una amistad tan bien iniciada en Tenerife». Szyszlo, Tenerife, junio/2006
IGUAL LE OCURRIÓ A SZYSZLO CUANDO LEYÓ «ISMOS» (1931) DE RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA y ahí supo que debía abandonar la pintura racional. Por eso quizás acompañó a Vargas Llosa en su experiencia política peruana, porque pensó que su país podía darle la vuelta al siglo XX con un solo trazo. Su derrota electoral se asemeja así al día en que el pintor decidió abandonar París y regresar a Lima, dejándose llevar por una sensación de atracción, amor, odio y frustración, “la misma que se siente cuando una mujer nos defrauda, no nos abandona, nos insiste”. Por suerte, la desilusión no alcanzó a la economía, porque “si algo dejó la campaña de Mario Vargas Llosa es que destruyó para siempre ciertos mitos sobre la importancia del Estado y mostró la incapacidad de las industrias nacionalizadas para crear bienestar”, dice Szyszlo. Las miradas furtivas de este pintor lanzan por ello una pregunta: si Hispanoamérica ha producido obras como las de Borges y Vallejo en poesía, Rulfo, Vargas Llosa y García Márquez en novela, Niemayer y Barragán en arquitectura, Villa-Lobos y Revueltas en música, Tamayo y Lam en pintura: “¿Por qué este desarrollo no alcanzó también a nuestra clase política y en este aspecto siguen dolorosamente vigentes todos o casi todos los problemas del siglo XIX?”. La respuesta desde nuestra ínsula Barataria hispana, que vivió su última asonada militar hace sólo 26 años, se incorporó a la Unión Europea apenas dos décadas atrás, y desde la que pocas lecciones podemos dar, la encontramos en sus mismas palabras cuando apela a la moralidad de los gobernantes:

Fernando de Szyszlo acompañó a Vargas Llosa en su experiencia política peruana, porque pensó que su país podía darle la vuelta al siglo XX con un solo trazo. Su derrota electoral se asemeja así al día en que el pintor decidió abandonar París y regresar a Lima, dejándose llevar por una sensación de atracción, amor, odio y frustración,

Vargas Llosa estaba escribiendo sobre Flora Tristán y su nieto Gauguin e invitó a Szyszlo a seguir los pasos de ese incesante viajero. Estuvieron en el lugar donde vivió con Van Gogh en Arlés… Fueron al asilo de Saint-Remy, allí les parecía que se hubiera detenido el tiempo. Pasearon más tarde por Auvers, al noroeste de París, donde se pegó el tiro: “Fue un itinerario maravilloso»
“OJALÁ QUE LA SEVERIDAD CON QUE ESTOS COBRAN IMPUESTOS LA TUVIERAN CON LAS PERSONAS PÚBLICAS Y PRIVADAS QUE DEFRAUDAN al país y al hacerlo lo hacen a cada uno de nosotros. Desgraciadamente después de tantas palabras no vemos ni a uno solo de los ladrones entre rejas, nos contentamos con interminables procesos”. La democracia no es sino cuestión de paciencia para apreciar como el gota a gota del aburrimiento y el desencanto es el bálsamo menos malo contra las bravas soluciones para arreglar el mundo. Aunque a veces, como hoy, sea necesario alternarlo con rociadas de ilusión y cambio. Cuando este pintor aprende del arquitecto y escultor Frederick Kiesler que la poesía y el arte, precursoras de las revoluciones sociales, deben ahora ponerse a la cabeza y establecer el nuevo contenido de esta época de fronteras que desaparecen, está abriendo un mundo nuevo. Correlacionar el libre albedrío con el destino o perecer, es su máxima, junto con la de Eugenio d’Ors: todo lo que no es tradición, es plagio. Y el lema se lo adjudica también al arquitecto egipcio Hassan Fathy, autor parangonable al de «Arquitectura inédita», el libro más hermoso de César Manrique sobre Lanzarote.

«De su amigo Fernando, estas «Miradas Furtivas» para Federico Utrera con un abrazo».Szyszlo. Lima, febrero de 2007
SÍ… VARGAS LLOSA ESTABA ESCRIBIENDO SOBRE FLORA TRISTÁN Y SU NIETO GAUGUIN E INVITÓ A SZYSZLO A SEGUIR LOS PASOS DE ESE INCESANTE VIAJERO. Estuvieron en el lugar donde vivió con Van Gogh en Arlés… Fueron al asilo de Saint-Remy, allí les parecía que se hubiera detenido el tiempo. Pasearon más tarde por Auvers, al noroeste de París, donde se pegó el tiro. “Fue un itinerario maravilloso. Luego Mario fue a Tahití, e incluso a Las Marquesas, que son el lugar más isleño del mundo, en el sentido de más apartado de cualquier continente, para ver la tumba de Gauguin. Y allá fue donde el Koke, como lo llamaban, intentó encontrar el paraíso”, ha contado Szyszlo. Vargas Llosa recrea sus vidas como cazadores de quimeras, su abuela Flora “persiguió la utopía socialista y Gauguin un sueño estético, que pagaron muy caro porque los dos fueron devorados por sus búsquedas”. Puede que esas novelas y cuadros de Vargas Llosa y Fernando de Szyszlo sólo sean también un intento de merodear por el edén para burlar así la muerte. Pero yo creo que, como Zanelli y gracias a todos los cielos, para las demás labores son un desastre y no saben hacer otra cosa de forma tan divina.
!!! Que experiencias tan extraordinarias !!!! Gracias por compartirlas
Este es el mejor obituario que he leído hasta ahora de los muchos que he leído tras la muerte de Vargas Llosa. Os enviaré el mio basado en su novela de bioficción «El sueño del celta» no me atrevo a decir que es su mejor novela porque no he leído toda su inmensa producción, pero sí en mi criterio la mejor de lo que he leído incluyendo «La fiesta del chivo».
Muy buen texto Federico, precioso artículo
Excelente recorrido por el imaginario de Vargas Llosa y los sueños del artista, pintor, escribidor y soñador de la política en malos tiempos para los decentes. También coincidí con el premio Nobel y Juan Cruz en una Feria del Libro en Madrid, en la que Leopoldo Panero firmó más libros que nadie… Ambas situaciones y su artículo me recuerdan que los sueños de la literatura reaparecen de vez en cuando de forma espontánea, como aleteos de mariposa que pretenden impregnar el viento de sabiduría, pero sólo contaminan la atmosfera con un aire de esperanza. Cada vez escribe usted mejor.
Cara y cruz de este imperecedero escritor que ha sido -y queda para siempre en su legado- Vargas Llosa. Gracias, Federico.