DR. FRANCISCO ORENGO GARCÍA. Psiquiatra (Majadahonda). «Populismos, Narcisismos y Paranoias» (II). Previamente, interesa aquí comentar lo que también escribe el Sr. Vásquez en relación con el ensayo contenido en el libro “Falso espejo” de Jia Tolentino que se refiere a la relevancia psicológica de las redes sociales en los siguientes términos: “… se ha dado cuenta (Tolentino) que detrás de muchos de nuestros enredos contemporáneos está la misma causa: la hipertrofia de las identidades, que corresponde también a su fragilidad o a su incertidumbre”. Así que, como veíamos anteriormente, la llamada “herida narcisista” sería la expresión de “los déficits, incapacidades y deficiencias de las personas que la padecen”, mientras que: “… detrás de muchos de nuestros enredos contemporáneos está la misma causa: la hipertrofia de las identidades, que corresponde también a su fragilidad o a su incertidumbre”. Por tanto, la hipertrofia del Yo, la necesidad de alabanza continua y la consciencia en mayor o menor grado mesiánica, todas ellas provienen de una carencia y/o de unos traumas infantiles que ha generado en la persona un malestar profundo que debe ser compensado para sobrevivir. Eso sí, en algunos casos mediante una sobrecompensación que lleva prácticamente a la deificación terrenal de la persona herida. Es la parte que llamamos psicopática del narciso.
Veamos ahora el caso del ex presidente de los EE.UU Donald Trump. Su papel en la política presenta además una característica que es típica de las democracias actuales: la utilización al servicio de su persona y partido de las redes sociales con capacidad de crear histerias colectivas con fines políticos, así como de los programas de televisión tipo “reality shows” para impactar al público, al que ya no se denomina “pueblo”. Se hace de esta manera histerificante, es decir, con fines electoralistas que vehiculizan la capacidad de movilizar además lo que podríamos llamar las “reservas paranoides” de las personas. En otras palabras, el mensaje es: “A Vd. le va mal, está mal y el o los culpables de su malestar son los adversarios políticos “nuestros”. Vóteme a mí y a mi partido y erradicaremos a los responsables de su / nuestra desgracia”.
Esta proyección sobre el adversario político, sobre el enemigo a destruir, parte de la propia experiencia del líder narcisista que, como en muchos de los casos de los mayores dictadores y sátrapas de la historia, padecieron historias infantiles de abuso y maltrato que causaron un gran daño psíquico, como mencionaba más arriba. En estas personas y en muchas otras que ejercen la violencia desatada, el desarrollo de un narcisismo maligno es una reacción a la profunda humillación y desconsideración que sufrieron de niños. Desde el propio Julio Cesar, pasando por Hitler y, desde luego, en el caso de V. Putin que sería el caso más flagrante de lo analizado hasta ahora. Próximo capítulo: (Política y Narcisismo): «traumas y heridas psíquicas de nuestros lideres políticos»