JORGE RUBIO. El debate sobre lo que está ocurriendo en Cataluña, que vive jornadas cruciales que se prolongarán hasta diciembre, fecha de las elecciones autonómicas, sigue suscitando el interés de los vecinos de Majadahonda. Desde MJD Magazin hemos dado cobertura a todas las reacciones que se han producido en la ciudad en torno a este tema, desde la inicial concentración a favor de la unidad de España a la manifestación de la marea blanca «a favor del dialogo», y las reacciones de distintas personas vinculadas con Majadahonda que con su criterio querían expresarla. Como medio plural y abierto, también hemos recogido el testimonio que una mujer independentista que vive en la localidad escribió en un medio nacionalista catalán, para que quedase también reflejo de su opinión y su visión de como se percibe este proceso desde otro punto de vista. Ahora, el escritor y experto jurídico majariego Gregorio Mª Callejo, en su condición además de vecino de la ciudad, y el gestor educativo Tony del Valle, ambos colaboradores de MJD Magazin, aportan su experiencia judicial y sobre un reciente viaje a Cataluña desde el lado de la Majadahonda constitucionalista. Y lo hacen a través de dos textos que reproducimos de forma íntegra, siempre fieles a la libertad de expresión y a la pluralidad de ideas como dos pilares fundamentales del orden constitucional:


GREGORIO Mª CALLEJO HERNANZ. El imaginario nacionalista catalán tiene ya un nuevo mito. Un nuevo acontecer épico en su heroica lucha (eso sí, siempre plagada de sonrisas abiertas, flores y voluntad de diálogo) contra el Estado Español (arbitrario y opresor). Desde la noche del día 16 hay presos políticos catalanes en las cárceles españolas. Así lo publicó a toda página el diario Ara el día 17, así se dijo hasta la extenuación desde la noche del día 16 en una tertulia de la TV3 hasta hoy mismo y, lo más sorprendente, el discurso ha contado con el incondicional apoyo de partidos como Podemos (Pablo Iglesias se refirió expresamente con esa terminología de presos políticos a la nueva condición de los Sres. Sánchez y Cuixart), y de políticos como Alberto Garzón. Ada Colau calificó el ingreso en prisión como “barbaridad” y organizaciones como CC.OO. en Cataluña apoyan los paros y manifestaciones solidarias. Más sorprendente aún es que parece desprenderse de las declaraciones antes citadas que ni siquiera se valora la posibilidad de que la magistrada Carmen Lamela haya actuado con independencia y sin tener una suerte de conexión directa con el Gobierno central: “No les han enviado a la cárcel por robar, no les han enviado a la cárcel por llevar a cabo ningún acto violento, les han llevado a la cárcel por organizar una protesta pacífica”, aseveró el líder de Podemos. El inquietante uso del plural revela la existencia de un grupo decisorio que excede de la magistrada. La conclusión sobre los hechos punibles investigados (para Iglesias “organizar una protesta pacífica”) contradice de plano el riguroso relato del auto judicial.

En el colmo del delirio, el mismo día en el que se dictaron los autos, Albert Benach decía sin empacho en la citada tertulia de TV3 que las medidas acordadas en relación con el mayor Josep Lluís Trapero tenían que ver con lo insoportable que le resultaba al Estado español la demostración de profesionalidad que los mossos d´esquadra habían dado al mundo en los terribles atentados de agosto. Es decir, la juez Carmen Lamela (lisa y llanamente y por lo que parece una mera agente del Gobierno) le retiró el pasaporte a Trapero por estar rabiosa al comprobar lo bien que habían actuado los mossos como policía autónoma, sin necesidad de contar con la Policía Nacional o la Guardia Civil. Estas afirmaciones atacan sin tapujos a una de las bases de nuestro sistema constitucional, la independencia judicial que consagra el art. 117 de la Constitución. Por otro lado, la afirmación de que Sánchez y Cuixart son «presos políticos» denigra de forma intolerable un sistema jurídico penal democrático como el nuestro, en el que nadie sufre penas por sus ideas o sus pensamientos, ni por exponerlos en público ni, desde luego, por manifestarse pacíficamente.

El carácter de promotores de una concentración en la que de forma violenta se trató de impedir a la Guardia Civil y a la Letrada de la Administración de Justicia de un Juzgado de Instrucción el cumplir con su obligación, su constitución como interlocutores con la policía estatal (obviando reiteradamente las peticiones que les hacían para permitir la salida de los agentes), unido a hechos objetivos como el destrozo de vehículos policiales por los manifestantes (usados por los investigados como “majestuoso altar”, tal y como dijo Cuixart megáfono en mano) han determinado que estén investigados y presos preventivos como posibles autores de un delito de sedición, delito que incluye un Código Penal democrático y redactado en la época en la que Juan Alberto Belloch (no un ministro de Franco) era ministro de Justicia. Criticar resoluciones judiciales es un derecho de todos. Por eso son públicos los juicios, por eso son públicas las resoluciones.

La publicidad es una garantía del control por los ciudadanos de las actuaciones del Poder Judicial. Los jueces no tenemos otra legitimidad que nuestra absoluta sujeción a la ley: “Sometidos únicamente al imperio de la Ley” dice nuestra Constitución. Sólo mediante esa publicidad del proceso y de las resoluciones pueden los ciudadanos verificar, testar la sujeción de nuestras resoluciones al texto legal. Es pues legítimo discutir por ejemplo si propiamente los hechos del auto se pueden o no enmarcar en el delito de sedición, o en el de desórdenes públicos o incluso sostener que no caben en ninguna figura jurídico penal. Es legítimo discutir la competencia objetiva de los Juzgados Centrales de Instrucción para su investigación, pero es canallesco e intolerable intentar reventar con declaraciones frívolas, interesadas y mentirosas uno de los pilares de nuestro sistema político.

Nos podemos equivocar, lógicamente, y para eso contamos con un sistema de recursos plenamente democrático. Claro que nos equivocamos, claro que no faltan ocasiones en las que los tribunales superiores nos tiran de las orejas, en las que erramos en nuestra interpretación del derecho. Pero desde luego ningún juez en España tolera una intromisión en su independencia, ningún juez español toleraría recibir órdenes del Ejecutivo, ningún juez español soporta dilapidar nuestro gran patrimonio profesional, nuestra independencia y nuestro sometimiento a la legalidad. En realidad todo esto lo saben también Albert Benach, Ada Colau, Pablo Iglesias y los editores del diario Ara. Pero con absoluta irresponsabilidad se encuentran inmersos en un proyecto comunicativo paralelo al “proces”, o más bien parte esencial del mismo: lanzar y repetir hasta el hartazgo eslóganes que, por falsos que sean, puedan tener calado en Europa. Proyectar una imagen desfigurada de nuestro país que pueda dar amparo a sus pretensiones.

Para ello no han dudado en patear la profesionalidad de la jueza Carmen Lamela y la existencia de algo tan consolidado en España como la división de poderes. Para ello no han dudado en decir abiertamente que los jueces (perdón, por lo que parece, el Gobierno) metemos en prisión a ciudadanos inocentes por causa en sus ideas políticas. Lo más alarmante es que ésta sucia técnica de comunicación puede tener éxito. Y entonces nadie recordará las mentiras, ni se prestará atención a quién tenía o dejaba de “tener razón” en sus planteamientos. El excelente documental canadiense “El peso de las cadenas” nos dejó helados al narrarnos minuciosamente la relevancia que tuvieron las mentiras masivamente contadas por los medios de comunicación y por determinadas Cancillerías en la desintegración de Yugoslavia. La desintegración que por ejemplo celebraba Carod Rovira cuando expresó su “sana envidia” por la independencia de Montenegro. Todo eso ya da igual. Kosovo es ahora independiente y sólo cinco Estados de la unión no lo han reconocido aún. Las mentiras, las “medias verdades al revés” que decía la canción de Joaquín Sabina, son un elemento esencial para la construcción nacional*Gregorio María Callejo Hernanz es licenciado en Derecho, escritor, magistrado y vecino de Majadahonda.

Tony del Valle

TONY DEL VALLE*. ¡Sorpresa! Como todas las mañanas me dispongo a leer MJD Magazin  y me encuentro con la noticia de la catalana Anna Alberti Esteba, -parece ser que es vecina de mi pueblo- dando su opinión sobre la concentración de Majadahonda en defensa de unidad de España. Quiero primero responderla y después contar lo que me ocurrió en Barcelona, -que no pasó de ser una pura anécdota, pero graciosa- que ahora viene a cuento publicar. Primero: los derechos de autodeterminación están recogidos por la Asamblea General de la ONU y desarrollados en las resoluciones 1514 XV y 1541, pero en ninguna de ellas encaja la situación social, económica y política de Cataluña para el desarrollo y aplicación de la autodeterminación. Segundo: tienes toda la razón del mundo cuando dices: “vivimos en una realidad muy distinta”. Los nacionalistas siempre han querido una Cataluña única, grande y libre -esa fue la herencia que os dejó y recogisteis del dictador-. Como le aplaudíais cuando os llevaba las mejores empresa productivas del país, erais los mas ricos de España, como le poníais una alfombra roja al dictador en agradecimiento. Mientras muchas regiones españolas pasaban muchas necesidades económicas y sociales, vosotros nadabais en la abundancia con una mano de obra barata venida de los distintos pueblos de España, -visita la hemeroteca NO-DO y lo verás con más detalle-. Tercero: mientras hoy todos los pueblos libres y democráticos del mundo luchan por la unión y desarrollo de naciones sin fronteras, vais vosotros y queréis poner fronteras, dividir, separar, y machacar a los que no piensan ni opinan como vosotros, todo esto, en pleno siglo XXI.

Sería interminable explicarte la realidad tan distinta en que vivimos, deberíais pensar solo un poquito en la fuga masiva de empresas de Cataluña, deberíais preguntaros porque sois un pueblo tan insolidario y tan egoísta con el resto de España. Deberíais preguntaros muchas cosas más, sobre todo por vuestro odio hacia los españoles. Cataluña estuvo doce años bajo el paraguas de Francia y tampoco os aguantaron. Hace unos meses hice un viaje a Barcelona, y, en el trayecto que realice en taxi de la Estación de Sants al Puerto de Barcelona, por la ventanilla del taxi observaba la cantidad de banderas nacionalistas e independentistas que había en los balcones. Le pregunté al taxista que si era fiesta local. Me me quedé impactado, no solo por la respuesta sino también por su convicción. Me contestó que no era fiesta ese día, que estaban allí para reivindicar la independencia de Cataluña porque España les robaba. Me quedé atónito ante lo que me estaba manifestando el taxista. No volví a cruzar palabra con él hasta el final del trayecto.

La persona que me acompañaba –mi mujer-, sí tenía unos conocimientos exactos e históricos de su país: la República de Irlanda. En presencia del taxista le hice tres preguntas muy claras en responder. La primera: Joan, en tu país, ¿qué porcentaje de Irlandeses había a favor de la Independencia de Irlanda?. Contestación: «el 99,90 por ciento de la población irlandesa era favorable a la creación de la República Independiente de Irlanda». Muy bien, le dije, aquí en Cataluña tienen un apoyo para el derecho a la autodeterminación del 48,50 %. Segunda pregunta: ¿Irlanda tenía líderes irlandeses reconocidos en todo el mundo? «Por supuesto que teníamos, el primero fue el presidente del primer gobierno provisional, Michael Collins, líder de la revolución irlandesa y comandante en jefe del ejército Irlandés». Pues aquí en Cataluña no saben aún quien es el líder del procés, dudan entre elegir a Puigdemont, Forcadell ó…. este otro que se llama Junqueras. Ningunos de ellos están reconocidos en Europa como líderes de prestigio internacional. Y tercera y última pregunta: ¿la República de Irlanda tenía apoyos de la Comunidad Internacional?: «por supuesto que teníamos apoyo internacional, sin ese apoyo, la República de Irlanda nunca hubiera llegado a la independencia».

Miré al taxista –por el espejo retrovisor- para ver la cara que tenía, y la verdad, no era de muchos amigos. Debo felicitarle porque fue todo un profesional al no entrometerse en la conversación que mantuve muy educadamente con mi mujer. Aguantó todo el trayecto, como debe ser: “ver, oír y callar” hasta el final, que sí dio señales de vida. Pero faltaba aún el cierre de la conversación con la clásica ironía y flema irlandesa. Entrando al puerto pudimos ver atracado un impresionante yate de lujo y no se le ocurre otra cosa que decir: «mira, mira, debe ser el yate de los Pujol…» Aquella frase remató al pobre taxista. Al final del trayecto y con cara de pocos amigos, me dijo el importe del trayecto y ¡se negó a cogerme la propina! Supuse en el momento que el taxista no era catalán, sino un inmigrante español “converso a la causa del independentismo nacionalista”. Un catalán catalán nunca renunciaría al clásico “la pela es la pela”. Tony del Valle es gestor educativo en Majadahonda.

Majadahonda Magazin