JOSE Mª ROJAS. La conversación de este miércoles 1 de julio (2020) es con la doctora Edith Kordon, investigadora principal del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina) y profesora asociada de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Realizo esta entrevista conectando por email con su domicilio en Buenos Aires. En noviembre de 2015 estuve dando unas conferencias por Buenos Aires y Mar de Plata, coincidiendo con el final del proceso electoral que llevó a la victoria de Macri. Entonces me parecía que había una fuerte división política en la sociedad argentina, creo que lo llamaban “la brecha”. Ahora, después de más de cuatro años, un gobierno diferente y una terrible pandemia, ¿sigue esa división, se ha agudizado o la situación es totalmente diferente? –La división política continúa. “La grieta” es el nombre que recibe. Sin embargo, el fracaso del gobierno de Macri, fundamentalmente a nivel económico, ha hecho que sea más complicado tirarle piedras al que está del otro lado. Ambos bandos tienen suficientes situaciones de corrupción y “mala praxis” económica como para que ninguno de los partidos mayoritarios pueda erigirse como la reserva moral de la República. En cuanto a la pandemia, creo que hemos tenido suerte de que apareciera en los inicios de un nuevo Gobierno. La gente le tiene más confianza a un Gobierno que ha validado recientemente su liderazgo en las elecciones nacionales (en octubre de 2019). Además, permite que las estrategias para combatir la pandemia se desarrollen independientemente del calendario electoral, lo cual facilita acuerdos y acción común entre dirigentes locales de distinto signo político. Por supuesto, existen resquemores, pases de factura, y la coreografía habitual entre los medios de comunicación y los políticos, pero esto ha pasado a segundo plano en medio de la pandemia.


Jose Mª Rojas

En primer lugar, muchas gracias por aceptar esta entrevista ¿qué tal se encuentra y dónde y cómo pasó el confinamiento? –Estoy muy bien. Vivo en la ciudad de Buenos Aires, compartiendo el confinamiento con mi familia, mi marido y mis dos hijas de 17 y 22 años, desde el 20 de marzo. Aunque nuestra ciudad es la que tiene el mayor número de infectados de todo el país (más del 50% del total), el incremento ha sido bastante lento y aún no hemos alcanzado un pico local en la pandemia, por lo cual supongo que seguiremos aislados un buen tiempo más.

En España, parte de la comunidad científica ha sido muy crítica con el Gobierno por el escaso uso que se han hecho de los equipo de PCR de Universidades y Centros de Investigación para la detección de carga viral del SARS-Cov-2, quedando esa función sólo en Hospitales y grupos de diagnóstico acreditados del ISCIII/CSIC siguiendo kits homologados. ¿Cómo ha sido la situación en Argentina? ¿los científicos argentinos han colaborado en algún tema de esta crisis sanitaria? –En Argentina en este momento la comunidad científica está, en su gran mayoría, alineada con el actual Gobierno, por lo tanto no han sido demasiado críticos. Además, el presidente se ocupa de mostrar, en todo momento, el valor que le da al asesoramiento de infectólogos y epidemiólogos que también son muy valorados en nuestra comunidad. Por lo tanto, al ser halagados y escuchados, hemos sido menos críticos. Sin embargo, en el inicio de la pandemia, aquí también el Ministerio de Salud había tomado las riendas del manejo de la crisis, utilizando sus recursos humanos y técnicos, dejando en un segundo plano al CONICET y al Ministerio de Ciencia y Tecnología. Pero, por otro lado, en estas últimas semanas se han otorgado subsidios (financiación) a proyectos relacionados con COVID-19 y, entre ellos, está el plan para homologar los sistemas de diagnóstico a los equipos y sistemas de PCR que tenemos en los Institutos de Investigación. Además, se ha acelerado la aprobación para iniciar la fabricación local de kits de detección rápida de carga viral y de anticuerpos, así como de producción de vacunas. Y todos estos desarrollos se están llevando a cabo en Institutos de Investigación del CONICET con financiamiento público o público-privado.

Ahora se acerca el invierno en el hemisferio austral, ¿se teme algún rebrote en Argentina o la llegada de casos importados procedentes de Brasil? En España un 5% de la población tiene anticuerpos, muy lejos de la “inmunidad de rebaño”, ¿se ha hecho en Argentina algún estudio seroepidemiológico sobre el grado de inmunización frente a este virus? –Todas las fronteras del país están cerradas y las ciudades brasileñas con más casos están lejos de los límites con Argentina. De todos modos, el temor existe por el altísimo número de infectados que tiene Brasil. En Argentina se están haciendo estudios seroepidemiológicos, pero nadie aspira a la “inmunidad de rebaño”, dado que, desde el inicio, la estrategia fue apostar a una “cuarentena” muy temprana. El aislamiento social obligatorio comenzó aquí hace casi 3 meses con sólo 3 muertos y 128 personas contagiadas en todo el país. Esta política ha llevado a que, al día de hoy, gran parte de Argentina, a diferencia de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, esté reiniciando sus actividades porque tiene muy poca circulación viral. Sin embargo, seguirán dependiendo de una reapertura localizada, ya que un número muy bajo de personas han sido expuestas al virus y la probabilidad de un rebrote es muy alta si se facilita la interacción con la capital.

¿Se puede conjugar seguridad biológica con libertad o esta pandemia supone el fin de la democracia liberal como algunos vaticinan?. ¿Piensa que cambiará la forma de entender la vida en sociedad? –No me parece que esta pandemia suponga el fin de la democracia, según la experiencia de dictaduras y democracia que tenemos en Argentina. Creo que las restricciones en la movilidad personal que tenemos actualmente están plenamente justificadas por los riesgos sanitarios que estamos atravesando y la necesidad de que éstos causen el menor daño posible en una sociedad empobrecida como la nuestra. Habiendo pasado mi adolescencia en una verdadera dictadura, aunque comprendo y veo los efectos negativos del aislamiento, creo que esta situación traumática no tiene punto de comparación con los miedos y restricciones generados por un poder autoritario ejercido de manera brutal y arbitraria. Creo que el impacto de esta pandemia en la vida social del siglo XXI dependerá de los desarrollos que se realicen y su posibilidad de aplicación en la prevención y/o cura de la infección con SARS-Cov-2. Para esta suposición me baso en la experiencia de las epidemias de poliomielitis y del SIDA en el siglo pasado. El desarrollo rápido de vacunas altamente eficaces hizo que la angustia que vivieron nuestros padres o abuelos hace 65 años no dejara demasiados rastros sociales, salvo la evidencia palpable de la importancia de la vacunación, lección que se estaba olvidando cuando se inició la pandemia del COVID-19. Por otro lado, la imposibilidad de contar con una vacuna para prevenir el contagio de HIV y la necesidad de encarar y promover otras alternativas para evitar y/o mitigar los efectos de la enfermedad, dio lugar a cambios importantes, a mediano y largo plazo, tanto en hábitos comunitarios como en la visualización de diversos actores sociales que habían permanecido en las sombras durante siglos.

¿Hay alguna lección que se pueda sacar de todo esto? –A pesar de que nos parece que todo esto comenzó hace muchísimo tiempo, en términos sociales y aún individuales es pronto para saber qué lecciones perdurarán. A nivel social aquí yo creo que se han visualizado las carencias y duras condiciones de vida de los barrios más pobres de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, en los cuales proponer cosas tan simples como “quédate en tu casa” y “lávate las manos muy frecuentemente” para familias enteras viviendo hacinadas sin agua corriente es directamente imposible. Si eso llevará o no a una mayor sensibilidad social, está por verse. Por otro lado, a un nivel más personal, creo que esta pandemia nos brinda una muy buena experiencia de integración generacional. Tanto en casa como en el laboratorio yo venía sintiendo una distancia con los más jóvenes en los mecanismos de comunicación, el uso de las redes sociales, el uso de la informática para analizar datos biológicos, etc. En estos meses, la convivencia “extrema” con los miembros más jóvenes de la familia y la necesidad de seguir trabajando de manera remota y conjunta con todos los miembros del grupo de investigación me impuso la necesidad y también el placer de comprender y, en menor medida, hacer uso de herramientas que dejaba a “les chiques”.

Finalmente para terminar, ¿alguna sugerencia de lecturas para estos tiempos difíciles? –Desde que comenzó el aislamiento estoy leyendo más, pero no he sesgado la elección de mis lecturas a temáticas relacionadas con la pandemia, al menos de manera consciente. Sí debo decir, en honor a la comunidad literaria española, que estoy leyendo a una excelente autora Siri Hustvedt, que descubrí gracias a haber sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias 2019. Me produjo curiosidad conocerla luego de enterarme que había recibido ese reconocimiento y me he llevado una maravillosa sorpresa; en este momento estoy terminando su libro “The Blazing World: A Novel” (“El mundo deslumbrante”), un excelente retrato de una mujer en el ambiente artístico de New York al inicio del siglo XXI. BIOGRAFIA DE LA DOCTORA KORDON. Desde hace más de 30 años investiga en la biología de la glándula mamaria, fundamentalmente en los mecanismos celulares y moleculares involucrados en su desarrollo y  función  normal, así como en la carcinogénesis y progresión tumoral de este tejido. Se doctoró en la UBA e hizo su posdoctorado en el National Cancer Institute (NCI) de los National Institute of Health (NIH) de los Estados Unidos de América entre 1992 y 1997. Actualmente dirige un grupo de investigación en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE-UBA-CONICET), imparte clases de grado y posgrado, y participa de diversos Comités de Evaluación de investigadores, docentes, doctorandos, etc. Es vicedirectora del Máster de Biología Molecular Médica de la UBA y fue presidenta de la Sociedad Argentina de Investigación Clínica (SAIC).

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