Heidi cayó en manos de César Román

LIDIA GARCIA. «La hermana de Heidi Paz: «la herida duele pero estamos al final de una tortura de tres años». 40 testigos declararán en el juicio, así como 45 agentes de Policía Nacional, 3 de la Municipal, 4 forenses, 3 psicólogos, 3 de Toxicología y un bombero del Ayuntamiento de Madrid». Estos son los titulares de la periodista Laura L. Álvarez a propósito del juicio por el crimen de Heidi Paz Bulnes, emigrante nacida en San Pedro Sula, una ciudad situada al norte de Honduras. «Fue mamá muy joven y en 2013 decidió emigrar a España para poder ofrecer un futuro mejor a sus niños, a quienes tenía intención de traer muy pronto a Madrid. Era verano de 2018, ya había conseguido legalizar su situación y las cosas no le iban mal. Además, acababa de romper la relación que había mantenido con el que fuera su jefe en una sidrería, al que conoció en abril del mismo año, y estaba feliz de haber podido dar carpetazo, por fin, a una relación tóxica». El tipo, cocinero vasco-aragonés que medía solo 1,5 metros, se convirtió en su asesino. Se llama César Román.

«César Román ha permanecido todo este tiempo en la prisión de Soto del Real, donde su personalidad no ha pasado desapercibida. Va a misa los domingos con el padre Paulino pero no le ha servido para mejorar su comportamiento dado que ha estado tres veces en aislamiento: el entrar, cuando le amonestaron por tener un altercado con un preso independentista (al que gritó «¡Viva España!» haciendo gala de su pasado falangista) y tras pillarle los funcionarios un móvil el pasado mes de noviembre. Fue entonces cuando le cambiaron de módulo y dejó el 5 (más conflictivo y donde hizo buena amistad con el butronero recientemente fallecido «Cásper»), para entrar en el 10, un módulo de respeto de menos de un centenar de internos, donde comparte espacios comunes con los presos «VIP». Es por eso que, sobre todo desde el incidente del móvil, los funcionarios andan detrás de él por si mete otro e intenta hacer alguna foto a algún compañero «famoso».

Los ex dirigentes del PP en Soto del Real

«Ahora convive con Bárcenas o los ex alcaldes de Majadahonda Guillermo Ortega y de Pozuelo, Jesús Sepúlveda (ex marido de Ana Mato). «Lo que le faltaba para sus ínfulas de grandeza», aseguran desde prisión. Porque César es, por lo general, educado en el trato con ellos pero ha dado muchos problemas a la dirección del centro por sus peticiones en bucle. «Veía que a algunos presos les autorizaban tener ordenador para estudiar el sumario de sus casos y él también lo pedía. Él pedía de todo», sostienen. César se sabe de memoria el sumario de su caso, no ha parado de estudiarlo. Está solo en su celda, tiene televisión propia y las paredes llenas de fotos de su hija, su única «espinita» porque cree que no va a volver a verla ya que la niña, al parecer, se niega a visitarlo en prisión. Es lo único que, al parecer, le quita un poco el sueño porque con respecto al crimen de Heidi está bastante tranquilo. Se ha aprendido al dedillo su caso».

Heidi con César Román

«El Juzgado de Instrucción número 32 de Madrid (de guardia el día que se halló el torso en al nave) emitió una orden de detención contra Román y pocos días después, el 16 de noviembre de 2018, fue arrestado en Zaragoza. Allí trataba de pasar desapercibido con una identidad falsa: decía ser José Rafael Rujano Contreras, pero pedía que le llamaran «Txiki». César, conocido por ser un auténtico «fantasma» en casi todas las vertientes de su vida, no sólo inventó un nombre y un apodo. También contó que era de Maracaibo (Venezuela) y un gran profesional a los fogones porque se había formado con Arzak. Había intentado cambiar su look dejándose barba, rapándose la cabeza y había perdido muchos kilos. Aunque hay algo que César no puede ocultar: su metro y medio de estatura, que desde luego llama la atención», concluye el periódico.

 

Majadahonda Magazin