LIDIA GARCIA. El boliviano Vladimir Enrique Sossa, un hombre de 41 años, alto y corpulento, residente en Majadahonda, confesó este jueves 30 de enero en la Audiencia Provincial de Madrid «que sí, que cogió un cuchillo y que la apuñaló, pero que lo redujeron dos personas: “Una me dislocó”. Y que nada más entrar en prisión se apuntó a un programa de alcohólicos anónimos. “Empecé a beber a los 16 y tengo 41”. Sin embargo, un perito ha señalado en el juicio que el hombre no asume su responsabilidad ni sus problemas con el alcohol aunque luego los utiliza para excusar su comportamiento ese día. Su pareja, también boliviana, se sentó y comenzó a declarar detrás de un biombo: “Habíamos roto en 2016. No éramos pareja. Él estaba a punto de irse a Bolivia. Estaba en casa para cuidar de la niña. Me ayudaba a llevarla al colegio porque yo trabajaba todo el día. Aquella noche estaba en la cama con mi hija. Llegó a casa tomado. No digo borracho porque no lo estaba. Estaba tomado”. —¿Qué diferencia hay?, preguntó la fiscal. —Cuando está borracho come y se va al sofá a dormir. Esta vez no. Estaba tomado porque me insultaba. Me dijo que yo era una puta. Una mala madre. Entró en la habitación donde estaba con la niña. Se quitó la ropa. Él quería que estuviera con él. Yo le dije que no. Me dijo que yo tenía otro macho, otro hombre. No era cierto. Dio voces. Me pidió el móvil. Se lo di. Se metió en el baño. Me pidió el pin. Me dijo que si no se lo daba me mataba.


Portal donde se produjo el suceso

El relato lo recoge Manuel Viejo en el diario El País que además tomó la única fotografía que existe del acusado y que junto con las agencias Efe y Europa Press asistieron al juicio. Y la vista judicial sirvió para conocer más pormenores del suceso que conmocionó a toda España y que la periodista Julia Bachiller adelantó en exclusiva en MJD Magazin ese infausto 3 de octubre de 2017: que el vecino Juan Sebastián tuvo un actitud heroica junto a otros dos amigos y un policía de paisano que vivía en la misma calle San Roque de Majadahonda. Todos ellos atendieron en primera instancia a la mujer hasta que llegaron las ambulancias y detuvieron al asesino. El periodista Manuel Viejo continúa así su relato:

«La menor se despertó con los gritos de su padre. “¿Qué te pasa, mamá?”, preguntó. Él estaba con un cuchillo de 21 centímetros de hoja. “Me puse muy nerviosa. Le dije que habláramos tranquilamente. Temí por mi vida y, sobre todo por la de mi hija”. Dijo que en ese instante se dirigió a la niña: “¡Tápate!, ¡duérmete!”. Que la niño hizo caso. “Pero me miraba de reojo”. Él insistió: “Tu hija lo va a ver todo”. Y salió de la habitación corriendo, abrió la puerta de casa y trató de huir a gritos. “Ayuda, ayuda”. Él salió a por ella. La atrapó. Se cayó por las escaleras. La puerta del portal se rompió. Los cristales se resquebrajaron. Ella salió a la calle. “Ayuda, ayuda”. Él llegó. “Me agarró del pelo y sentía las puñaladas. Le dije que parara. Él me dijo: ‘Sé que vas a morir, puta, maldita’. Su palabra hacia a mí era maldita. Golpeó mi cabeza contra el bordillo. Perdí los dientes y en ese momento vi los pies de otra persona”.

«El boliviano Vladimir Enrique Sossa se presentó borracho a las dos de la mañana del 23 de octubre de 2017 en su casa de Majadahonda. Aquí dormían su mujer, de 38 años, de la misma nacionalidad y con la que estaba en un proceso de separación, y su hija pequeña, que por entonces tenía ocho años.
—¿Qué hizo con el cuchillo?
—Nada. Me porté como un animal.
—¿Estaba su hija delante?
—Sí, le dije que se echara en la cama.
—¿La primera de las siete cuchilladas fue en el cuello o en la espalda?
—No me acuerdo.

Vladimir acudió este jueves cabizbajo y esposado al juicio. Está acusado de intentar asesinar a su pareja en presencia de su hija. La Fiscalía pide para él 16 años de cárcel y una indemnización de 82.000 euros.
—¿Se acuerda de que puso el cuchillo en el estómago a su hija y le dijo que se apartara para que no sufriera igual que su madre?
—No me acuerdo.
—¿El motivo eran los celos?
—No. Estaba atravesando un mal momento en mi vida. No quería hacerle nada.

También dijo que no era cierto que se dejaran en 2016. Que aquello de que él solo iba a estar en casa para cuidar de la pequeña cuando su madre no estuviera en casa no era así. Tras su declaración, Vladimir se sentó. Las dos policías que estaban con él colocaron un biombo blanco a su alrededor para que su ex pareja no viera al hombre que quiso asesinarla. Un minuto después, la mujer entró en la sala e intentó cerciorarse de que Vladimir estaba ahí mirando al biombo. “Buenos días”, dijo. —¿Qué pasó?—Ya no me acuerdo bien. Un chico me dijo que no me durmiera.

Era Juan Sebastián, un vecino que estaba tomando algo con un amigo en un bar cercano. “Escuché unos gritos y un fuerte ruido. Salí rápidamente con un amigo y vi a un hombre golpeando a una mujer contra el bordillo. Le lancé un botellín de cerveza y se levantó. Salió corriendo. Mi amigo y otro vecino fueron tras él”. Contó que ella tenía mucha sangre por el cuerpo, que trató de taponar todas las heridas como podía. “Sobre todo la del pecho”. Y le dijo que, por favor, no se durmiera. “Ella me preguntaba todo el rato por su hija”. Su amigo y el otro vecino -que resultó ser un policía municipal que estaba en su casa- lograron atrapar a Vladimir en una calle paralela.

Siete mujeres fueron asesinadas por violencia machista en la Comunidad de Madrid en 2019—55 en España— y se presentaron 19.459 denuncias. La cifra total de mujeres asesinadas por sus ex parejas y parejas, desde que se contabilizan los datos en 2003, asciende a 1.040. Vladimir no tenía antecedentes policiales. La sentencia saldrá en tres semanas. Antes de terminar el juicio, dijo: “Estoy muy arrepentido. Aquella noche no era yo”. Un rato antes escuchó la respuesta del vecino que atendió a su ex pareja en el suelo:
—¿Usted pudo ver a la niña?
—Sí, estaba en el balcón viéndolo todo, concluye.

AGENCIA EFE. Un acusado de intentar asesinar a su ex pareja a puñaladas delante de su hija de 8 años ha admitido la agresión y que se portó «como un animal», aunque ha precisado que estaba bebido, mientras que la víctima ha dicho que él «era consciente de lo que hacía» y la amenazó con que su hija «vería todo». La Fiscalía Provincial de Madrid solicita una pena de 16 años de prisión y una multa de 82.000 euros para Vladimir Enrique S.C. por los hechos ocurridos el 3 de octubre de 2017 en una vivienda de Majadahonda, donde el acusado presuntamente apuñaló en repetidas ocasiones a su expareja delante de la hija de ambos.
En su declaración ante el tribunal de la Audiencia Provincial de Madrid que le ha juzgado este jueves el acusado ha afirmado que «había bebido» y ha reconocido que «agredió» a su expareja y que se «comportó como un animal».

No obstante ha precisado que no la atacó «por celos» sino porque «estaba pasando un mal momento. Ya no teníamos relación de pareja, solo de vivir juntos, pero a mi nunca me dijo ‘yo ya no te quiero'» ha añadido Vladimir, quien ha asegurado que reconoce lo que hizo, afectado por el alcohol, y ha destacado que en la cárcel se apuntó a alcohólicos anónimos. Mientras tanto la víctima ha declarado que el supuesto agresor quería que estuviera con él, quisiera ella o no, y ese día llegó al domicilio y la llamó «puta, borracha» y le dijo: «Ya tienes a tu macho».

«Temía por la vida de mi hija y la mía» ha afirmado la víctima, que ha asegurado que el agresor «estaba tomado, no borracho, y era consciente de lo que hacía», y de hecho la amenazó con un cuchillo y le advirtió de que su hija «lo vería todo». La víctima salió corriendo y, según ha explicado entre lágrimas, él la siguió hasta la calle, la agarró del pelo y ella ya «sentía las puñaladas». Además la golpeó contra el suelo. Después de la declaración de la víctima, un policía fuera de servicio que era vecino y presenció todo desde la ventana de su piso ha afirmado que escuchó «un grito» y vio «un hombre apuñalando a una mujer».
«Yo le grite que la dejara y me vestí y bajé, y luego le retuvimos hasta que llegó la policía«, ha añadido el agente.

Por su parte, dos personas que estaban en un bar cercano y que ayudaron a reducir a Vladimir han declarado cómo vieron al hombre «encima de la mujer» y cómo «le sacaba el cuchillo del pecho». «Cuando nos vio salio corriendo» ha añadido uno de ellos, mientras el otro ha señalado que vio a la menor, hija de ambos, «en el balcón, viendo todo». Los informes forenses han ratificado que la víctima sufrió puñaladas por la espalda sin que pudiera defenderse y que fueron heridas que pusieron en riesgo su vida. El acusado ha hecho uso de la última palabra y ha dicho que está «muy arrepentido de lo que he hecho» y ha pedido perdón. «Aquella noche no era yo, lo siento mucho«, ha concluido. La defensa ha pedido una pena por intento de homicidio ya que considera que se están pidiendo penas para una asesinato consumado, mientras la acusación particular pide 18 años de cárcel, dos más que la Fiscalía.

EUROPA PRESS. Una víctima de violencia de género ha relatado en el juicio que su agresor le advirtió de que su hija vería «todo» si no salía de la habitación, narrando que cuando trató de huir a la carrera éste la abordó en las escaleras de la vivienda y la atacó. «Llegó tu día», sentenció el acusado poco antes de las puñaladas. «Sentí el cuchillo por la espalda. Me agarró la cabeza golpeándome con el bordillo. Me gritaba: ‘maldita desgraciada vas a morir'», ha narrado entre sollozos la mujer ante la Sección 27 de la Audiencia de Madrid, que juzga a V.E. Sossa por un delito de intento de asesinato. Se enfrenta a una petición fiscal de 16 años de cárcel.

En su declaración, el procesado ha reconocido que se «portó» como animal y que lo hizo «movido por el alcohol», negando que los celos le llevarán a la agresión. «Me sentí mal porque no quería separarme de mi hija», ha manifestado el hombre, quien ha admitido que tuvo un ataque de ira derivado del alcohol que había bebido esa noche. Los hechos se produjeron sobre las dos de la madrugada del 3 de octubre de 2017 cuando el hombre acudió al domicilio de Majadahonda donde estaban durmiendo la mujer, con quien había mantenido una relación sentimental desde 2007, y la hija que tenían en común. La mujer ha relatado que su ex pareja y padre de una de sus hijas llegó «tomado» a casa y la reprochó que era «mala madre». «Entró en la habitación donde estaba la niña y se desvistió. Le dije que no quería hacer nada y entonces me quitó el teléfono. No le quise dar la clave. Ahí empezó todo», ha señalado.

Entonces, el acusado cogió un cuchillo de la cocina y le dijo que saliera de la habitación. «Le dijo a la niña que se tapara la cabecita y a mí me dijo que si no salía, la niña lo vería todo. ¿Quieres que se quede huérfana? Le pregunté», ha contado entre lágrimas. La mujer salió corriendo de la casa, cayéndose por las escaleras. Fue entonces cuando el hombre la atacó sin piedad y comenzó a apuñalarla. También la agarró la cabeza por los pelos y se la golpeó contra la acera. Se le rompieron varios dientes por la agresión. «Recuerdo que alguien trató de ayudarme«, ha agredido la mujer desconsolada. Se dio la casualidad de que un agente de la Policía Municipal de Madrid observó desde su casa cómo un hombre apuñalaba a su pareja y decidió bajar rápidamente. Logró reducir al acusado y le detuvo. Vio cómo había una niña en la calle y le comentaron que había otra en la casa. Ambas eran hijas de la víctima.

 

Majadahonda Magazin