CRESCENCIO BUSTILLO. En mi Escuadrón había otros oficiales, empezando por el Capitán llamado D. Enrique Cebollino Von Linderman. Este era un perfecto caballista pero los sentimientos humanos no los conocía o se le habían olvidado. A los caballos los visitaba con frecuencia, interesándose por su estado y mejora, pero por el Escuadrón no le vi nunca poner los pies con tantas deficiencias como había. Tampoco le vi dialogar nunca con un soldado ni interesarse por nuestros problemas, para él sólo contaban los caballos.

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