LIDIA GARCIA. «La pierna derecha de Felón al-Baghdadi dibuja un arco cerrado en el aire que le permite estar suspendida a dos metros del suelo. La extremidad de la gimnasta aérea hace pinza en el aro olímpico del que cuelga boca abajo. Ella, que ha ensayado el número mil veces, debería estar asombrando al público con esa virguería, desde lo alto de la cúpula del circo, en el recinto ferial de Majadahonda, en Madrid, donde tenía previsto actuar por estas fechas.


Vicente Quirós (103 años), el último domador

Sin embargo, desde hace más de un mes solo practica en una nave vacía, situada dentro de la finca que la familia Quirós tiene en la pedanía murciana de Corvera. «Los acróbatas deben entrenar todos los días, porque de un día a otro la habilidad y la elasticidad se pierden», explica Mati Muñoz, coordinadora del circo Quirós, una compañía de larga tradición y que cuenta ya con la quinta generación». El periodista Raúl Hernández de «La Verdad» de Murcia ha relatado la situación de las 22 personas, entre ellas varios niños y Vicente Quirós, de 103 años, «nuestro bebé», un experimentado domador, «una leyenda», que se sorprende cada vez que entra su hija a su caravana con la mascarilla puesta. «Le pregunta a quién va a operar», afirma la encargada.

Circo Quirós: un asiduo en la Zona Oeste de Madrid

Y añade: «Junto a Felón, la mujer de las posturas imposibles sobre un aro, hay otros seis artistas practicando sus números y manteniendo la distancia de seguridad. Erik y Cristian, los equilibristas, saltan a la comba sobre un alambre y se dejan caer tumbados sobre el cable de acero. «Ese ejercicio lo hace a ocho metros de altura», apunta Mati. Al fondo, una decena de aros de hula hoop se mueven a la vez girando en torno al cuerpo de Leslie, una joven de nacionalidad alemana que hace lo que quiere con los grandes anillos. Y cerca de ella, Estefanía Quirós lanza y recoge cinco mazas a una velocidad endiablada. «Es malabarista y payaso ‘clown’, aunque aquí encerrada parece más un ‘pierrot’», lamenta la gerente de la compañía. Sus integrantes están confinados en el recinto desde el pasado 12 de marzo, cuando se encontraban de gira por Ávila. Ante la posibilidad de que se decretara el estado de alarma, decidieron recoger los bártulos y regresar a Murcia. «Fue una decisión difícil porque desplazar un circo implica un dineral. Llevamos 60 vehículos, entre coches particulares, tráileres y caravanas, y solo en gasolina nos gastamos unos 5.000 euros».

«La campaña de verano ya la han dado por perdida, e intentan hacerse a la idea de que la gira de Navidad también se suspenderá, «porque seremos los últimos en volver a la actividad». Lo que lleva de cabeza a la dirección del circo murciano es no poder planificar «ni a largo plazo» la próxima gira. «Lo peor es la incertidumbre de no saber cuándo volveremos a actuar ni en qué condiciones lo haremos. Nuestro aforo es de 1.000 personas e ignoramos si podremos seguir manteniendo esa taquilla o tendremos que reducirla para mantener cierta distancia entre el público. Pero, entonces ¿las familias podrán sentarse juntas o no?», se pregunta, al tiempo que añade que «sea como sea, el mayor espectáculo del mundo volverá para hacer disfrutar a los todos los niños», concluye el reportaje.

 

Majadahonda Magazin