MANU RAMOS. El vecino de Majadahonda, Enrique Legarda, había lanzado el jueves 15 de abril (2021) esta llamada de auxilio junto con las fotografías que muestra esta noticia: «Gato perdido. Hola, hemos perdido un gato tono anaranjado/arena por el lomo y blanco por el pecho en la zona del Instituto Carlos Bousoño. Responde al nombre de «Chispa«, se suele dejar tocar. Agradecemos cualquier información». Horas después encontraban a su mascota fallecida: «Ya no es necesario que lo busquéis. Ha aparecido envenenado. Hay gente muy agradable que se dedica a matar pobres animales que no les hacen daño. Mi gato al menos estoy seguro que no hacía ningún daño a nadie. Han aparecido varios muertos, no parece accidental. El tema es que pueden generar una reacción y cargarse hasta cinco tipos diferentes de animales por el tema de la comida. Vamos, que no mata gatos sino toda una cadena que incluye pájaros y otro tipo de animales». Desde la Carretera del Plantío, «Egr. Gr.» manifestaba su solidaridad en la red social Nextdoor: «¡Una pena, lo siento mucho! ¡Pobre animalito! Es increíble lo de los venenos, no hay excusa para este tipo de gente». Y en Majadahonda Norte, Anna Conill escribe: «Tienes que denunciar, poner veneno es un delito. El veneno puede provocar fallecimiento  en otras especies, incluso los niños corren serio peligro al jugar por la zona. Lamento mucho la pérdida y sobre todo el sufrimiento, porque morir envenenado es terrible». En el Monte el Pilar, Virginia Bejar exclama: «¡Vaya Enrique, lo siento mucho!. Qué frustración y qué rabia. Menudos sinvergüenzas. No entiendo tanta maldad. El otro día nuestro perro vomitó sangre y en el veterinario nos dijeron que también estaba habiendo casos de salchichas llenas de alfileres que dejan en parques. ¿No puedes denunciar lo del veneno y que revisen cámaras de la zona? Lo siento mucho». 


Fotografías de «Chispa»

Por último, Lola Gómez, desde la Carretera del Plantío también manifestó su tristeza: «Lo siento muchísimo, Enrique. No se entiende que haya gente así. Mucho ánimo». Y desde la urbanización Pino Centinela, perteneciente a Boadilla pero limítrofe con Majadahonda, uno más de esos numerosos «barrios frontera» que circundan el municipio y que se encuentran en un «limbo» y anacronismo administrativo por la desidia de los ayuntamientos, Itziar Villar añade: «Lo siento muchísimo. Hay que tener mucho cuidado en Boadilla pueblo. Yo solo fui una vez por ahí con los perros y en la calle paralela a la «Abuela Lola» había en la tierra de uno de los árboles de la calle una especie de pavo cortado en trozos. Por si era veneno avisé a la policía local y creo que iban a mirarlo. Lo que me llamó la atención es que lo comenté con otras personas y no le pareció raro. ¿Cómo que dentro del pueblo es muy habitual que algunas personas pongan veneno?. Mucho ánimo y lo siento muchísimo».

Majadahonda Magazin