CRESCENCIO BUSTILLO. No solo fue el Sargento Iriarte el que me propuso para entrar en la Escolta Real. También el Teniente Benjumea en otra ocasión me dijo que si me animaba y hacía la instancia, él se encargaría en persona de llevársela a un oficial amigo suyo que prestaba servicio allí para que la cursaran favorablemente. Yo le hice ver que en mi casa me necesitaban, para no desairarle del todo, pero mis pensamientos estaban muy lejos. Amaba la libertad y no estaba dispuesto a sacrificarla por una vida militar, por muy bien que me fuese, lleno de condicionamientos y disciplinas absurdas que no iban con mi manera de ser.

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